CANARIAS

La inteligencia artificial ‘engaña’ más y mejor a los adultos que a los jóvenes

Un estudio piloto, liderado entre la Universidad de La Laguna y jóvenes de secundaria, halla diferencias por edades a la hora de discernir si una respuesta la da una máquina y de un humano

Dos niños juegan con una tablet.

Dos niños juegan con una tablet.

Verónica Pavés

Chat GPT, DALL-E, AIVA son nombres cada vez más familiares. La inteligencia artificial ha venido para quedarse, pero las consecuencias que esta nueva herramienta tendrá en nuestro modo de vida están aún por descubrir. Un estudio piloto, liderado por la neurocientífica de la Universidad de La Laguna (ULL), Lauza Ezama, con la colaboración de un grupo de alumnos de secundaria, ha descrito el potencial de esta herramienta para hacer creer, en especial a los adultos, que sus reflexiones son humanas. Una circunstancia que podría hacerles caer en estafas o engaños. Sin embargo, su poder se tambalea ante los jóvenes que, al estar más familiarizados con la tecnología, tienen más habilidades para evadir sus triquiñuelas.

La investigadora decidió llevar a cabo este estudio piloto, en el Campus de la Ciencia y Tecnología de la Universidad de La Laguna (ULL), un evento que se realiza cada año con el objetivo de fomentar las vocaciones científicas en el alumnado de secundaria. El trabajo consistió en hacerle una serie de preguntas a la inteligencia artificial y a humanos, y mostrar sus respuestas a un grupo de personas –menores y mayores de edad– para que selecionaran si era una persona o una máquina la que estaba detrás de ellas. "De este modo se podía estudiar la percepción del ser humano a la inteligencia artificial", explica Ezama.

"Nos sorprendió encontrar diferencias entre jóvenes y adultos, dado que los primeros parecen presentar una mayor facilidad para diferenciar entre las respuestas dadas por una máquina o un ser humano", resume Ezama. De hecho, los resultados de este proyecto han sido tan prometedores que Ezama valora si publicarlos en alguna revista científica o, incluso, ampliarlo para valorar con mayor profundidad los aspectos cognitivos que se esconden detrás de estos resultados. "Me sorprendió la implicación, los conocimientos y la capacidad de resolución de problemas que tenían los jóvenes", asegura Ezama, que afirma que estaban "muy motivados" y mostraban "pasión" por el trabajo que realizaron junto a ella durante el Campus organizado por CienciaULL.

Su implicación con la formación y la vocación científica le vienen de lejos, sin embargo, en su viaje hacia doctorarse en la ULL ha afrontado todo tipo de retos a los que nunca se hubiera enfrentado si no hubiera sido por la pandemia. La investigadora se encontraba desarrollando su tesis doctoral sobre el estudio del envejecimiento cerebral normal y patológico. Sin embargo, tuvo que cambiar el plan establecido cuando estalló la pandemia. "No podía hacer experimentos con población vulnerable porque era un riesgo en aquel momento", destaca Ezama.

Así que tuvo que reformular su tesis y solicitar colaboraciones con otros centros internacionales, como la Universidad de California en Irvine, para poder obtener bases de datos de neuroimagen con el perfil de paciente que buscábamos analizar. Surgió entonces una oportunidad laboral. "Me presenté a un proceso de selección global organizado por Demola internacional, en el cual una empresa privada que colaboraba con compañías precisaba de personal multidisciplinar para desarrollar un estudio exhaustivo sobre soluciones sanitarias ante la pandemia", explica.

La investigadora fue seleccionada en la rama médica de este plan para incorporarse a un grupo de trabajo llamado Pandemia Situation Room. "Allí tuve la oportunidad de poder liderar al equipo con el que trabajé desde enero hasta abril de 2021 buscando soluciones tecnológicas que pudieran ayudar durante este proceso de emergencia sanitaria", explica.

El proyecto final pasó por la creación de un sistema computacional centralizado, con tres ítems interconectados; un centro de control con posibilidad de movilizar, un sistema APP y robótica aplicada. Ezama no quiso quedarse en aquel primer paso empresarial y utilizó todos los conocimientos que había obtenido para crear su propio proyecto.

Se presentó con su proyecto SarsPro al competitivo programa de financiación internacional denominado shark tank. Con esta idea quería cubrir una necesidad de farmacéuticas e investigación médica sobre la covid, creando una aplicación para recopilar big data sobre síntomas, secuelas y momento de contagio de los pacientes. De ahí surgió la oportunidad de crear su propio laboratorio (ezamalab).

Dos años de mucho trabajo

Gracias a él pudo colaborar con alumnos que habían finalizado su carrera, estudiantes de doctorado, investigadores y empresarios. "La visión es muy diferente a la de la investigación y también me parece interesante", resalta. Ahora que ya es doctora, y después de dos años de mucho trabajo, espera poder continuar con sus labores de docencia. Sin embargo, también tiene en mente la posibilidad de crear una spin-off con los conocimientos que ha recabado en los últimos años. "Es complicado ser emprendedor siendo tan joven, hay que tener financiación y, en ocasiones, los proyectos más disruptivos no consiguen apoyo", afirma. Sin embargo se muestra optimista y asegura que «vale la pena luchar por ello».