MICROPLÁSTICOS

Esta puede ser tu peor cena de Nochevieja hasta la fecha (y ojo, el año que viene será peor)

Los alimentos procedentes del mar contienen cada vez más plástico vertido desde tierra

Recientes estudios han hallado microplásticos incluso en el interior de los pulmones de las personas

Un profesor experto en contaminación marina que advierte: "El problema está creciendo"

Puesto de marisco en un mercado tradicional

Puesto de marisco en un mercado tradicional / Mariscal

David López Frías

David López Frías

Una cena de Nochevieja. De picoteo, unos platos de almejas, chipirones y mejillones en salsa. Luego, una ronda de ostras y gambas. Y de plato principal, pulpo (en el formato que más les guste). ¿Suena bien? Pues, analizado desde el punto de vista de la contaminación que provoca el plástico en el mar, este puede ser el combo más perjudicial para el cuerpo humano, si se tiene mala suerte en la elección de los productos.

La de esta noche puede ser, por tanto, la peor cena de Nochevieja de cuantas haya tenido en su vida. El consuelo (o lo que aterra, según se mire), es que el año que viene podría resultar peor todavía si seguimos en esta deriva. Esto se debe a que, cada año, el ser humano vierte más toneladas de plásticos a los océanos. Y eso conlleva en una mayor ingesta de este material por parte de los animales que lo habitan. Peces y mariscos comen plásticos y lo integran en sus cuerpos, que al final son devorados por las personas.

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA habla con el profesor Jesús Cisneros, un histórico de la Universidad de Las Palmas cuya especialidad es la contaminación marina, para que cuente qué dimensiones tiene el problema, cuáles son las especies más contaminadas y qué soluciones se nos ofrecen para que la cena sea lo menos contaminada posible.

Pez grande se come al chico

Los microplásticos son, como su propio nombre indica, plásticos muy pequeños. Minúsculos, imperceptibles en la mayoría de las ocasiones. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), podemos empezar a hablar de microplásticos cuando tienen un tamaño inferior a 5 milímetros. Pero los peces se los comen y pasan a formar parte de sus organismos. Y como en el mar funciona el dicho de que el pez grande se come al pequeño, en esa cadena trófica va permaneciendo el plástico, que al final llega de forma casi indefectible a los estómagos del ser humano.

Hasta 2018 hubo discrepancias entre los científicos acerca de si el ser humano estaba absorbiendo o no plásticos a través de la comida. Ese mismo año, una investigación de la Agencia Federal de Medio Ambiente de Austria y la Universidad de Medicina de Viena dio lugar a un hallazgo trascendental: se encontraron microplásticos en las heces humanas, con lo que se confirmaba que estas partículas viajan por la cadena alimentaria hasta el tracto digestivo de la población.

Más recientemente (en julio de 2022), una investigación realizada del Hospital General Universitario de Elche, la Politécnica de Cartagena y la Universidad Autónoma de Madrid, fue pionera al descubrir por primera vez microplásticos dentro los bronquios, hallados en dos de cada tres lavados broncoalveolares realizados a pacientes de Neumología. "Todos estamos expuestos a la inhalación de microplásticos", explicaba entonces el doctor Carlos Baeza, neumólogo del Hospital General Universitario de Elche y uno de los principales investigadores del estudio.

“El problema de los microplásticos es una realidad que va en aumento cada año y es imparable. Todo el plástico que llega está lanzado por el hombre, no se genera plástico en los océanos. Es todo lo que lanzamos desde nuestros hogares, desde las fábricas. Todo va hacia el mar. Cada vez que lavamos un forro polar, liberamos unos 2.000 microplásticos. Van sin remedio al mar y, al ser más pequeños, son asimilados antes por los animales que se los acaban comiendo. O plásticos más grandes que se degradan y que acaban siendo engullidos por los peces. Porque el plástico es atractivo para los animales. La competición por la comida es mayor en el mar que en la tierra. Los peces no lo identifican como negativo y se lo comen”, resume el profesor Cisneros.

Una tarjeta de crédito

“Dicen que los seres humanos tenemos la cantidad de plástico equivalente a una tarjeta de crédito dentro del cuerpo. Es un dicho recurrente en el ámbito de la contaminación marina, aunque yo personalmente no he tenido la oportunidad de comprobar este punto”, cuenta Cisneros. Sí que lo hicieron en la Universidad de Victoria (Canadá), concluyendo que la ingesta diaria de microplásticos de un adulto es de 883 partículas por persona. Eso equivale a 583 nanogramos de plástico. Si la fracción más pequeña de estos microplásticos permaneciese para siempre en el cuerpo humano, calculan que una persona podría llegar a concentrar 8.320 partículas a los 18 años y 50.100 partículas a los 70 años.

Pero el de los plásticos es un problema que se ha incrementado exponencialmente en los últimos años “porque no se están haciendo políticas destinadas a combatirlos. Cada vez se vierten más plásticos al mar”, cuenta Cisneros, que explica que el país más contaminador es Estados Unidos. En diciembre de 2021 se presentó el informe de la contaminación por plásticos del país al mar y se informó de que los norteamericanos arrojan 8 millones de toneladas de plástico al año.

“Por primera vez, en Estados Unidos están empezando a no saber qué hacer con el vidrio reciclado. Porque no hay políticas que obliguen a las empresas a embotellar en cristal y retornar el envase. Se sigue con el plástico. Nuestra inofensiva botellita de agua acabará siendo un contaminante en el mar”, prosigue el profesor. Precisamente, el último recuento aproximado de microplásticos se hizo en Japón en 2021, tomaba esa botellita como referente. Científicos de la Universidad de Kyushu calcularon que había 24,4 billones de microplásticos en la parte superior de los océanos del mundo. Eso es el equivalente a unos 30.000 millones de botellas de agua de medio litro.

Otro de los motivos por los que estos pequeños plásticos llegan al mar, más allá de lo que se vierte directamente, es el cigarrillo. "Esas colillas que los turistas dejan en la arena en lugar de tirarlas a la basura o llevárselas a su casa, acaban en el agua por el efecto de las mareas, del viento o de la mano del hombre. Esa sería la primera medida que se podría y se debería tomar, porque el humano ha demostrado que no es capaz de llevarse sus propias colillas”, señala Cisneros.

El ranking

Pero volvamos a la cena. Si hubiera que hacer una lista con los seres marinos más contaminados por los microplásticos, Jesús Cisneros menciona a varias especies: “Por una parte a los chipirones. Conozco hosteleros que han dejado de servirlos por la cantidad de plástico que llevan”. También "los mariscos, que son los basureros del mar, los equivalentes a los insectos en la tierra". Por otra parte señala a “los filtradores, como los mejillones, las ostras y las almejas”. Y termina con “el pulpo y sus primos”.

Pero también están presentes en los peces grandes que se alimentan de los pequeños. El mero, muy demandado en fiestas. El cazón (y toda su familia de tiburones), el emperador, el pez espada y el atún. Este último ya no solamente por los microplásticos, sino por la cantidad de mercurio que posee. De hecho, el Ministerio de Salud empezó a recomendar en 2019 que los niños de entre 3 y 10 años no consumiesen atún rojo por este motivo. Porque el mercurio y los hidrocarburos son otros de los principales contaminantes de los alimentos marinos que llegan a nuestros hogares.

Más allá de elegir con cuidado la cena en sí, y tomar conciencia de la situación medioambiental, hay otros gestos que podríamos hacer para reducir la cantidad de microplásticos a ingerir: No calentar la comida en envases de plástico. "Y mucho menos los biberones de los niños, son cosas que están a nuestro alcance. El biberón, siempre de cristal. Más de uno se romperá, pero es preferible eso para la salud de los pequeños", concluye el profesor, que no duda en relacionar muchos de los problemas de salud actuales, "principalmente alergias", con la ingesta involuntaria de esos microplásticos.

Así, vigile los alimentos que elige para su cena de Nochevieja, pero también la forma en la que los prepara. Vigile el material que utiliza para cocinarlos y calentarlos. Pero, sobre todo, sea consecuente con los plásticos que utiliza en su vida cotidiana. Con la botella de agua y con el cigarrillo. Todo va hacia al mar, pero el mar todo lo devuelve.