APRENDIZAJE CONTINUO

Por qué debes hablar de sexualidad con tus hijos desde pequeños y cómo hacerlo

Las criaturas descubren su cuerpo y el de los demás casi desde que nacen: estas son las ventajas de que cuenten con la información adecuada a su edad

Las criaturas descubren su cuerpo y el de los demás prácticamente desde que nacen: acompañarles en su desarrollo con naturalidad y honestidad les evitará problemas en el futuro.

Las criaturas descubren su cuerpo y el de los demás prácticamente desde que nacen: acompañarles en su desarrollo con naturalidad y honestidad les evitará problemas en el futuro.

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Hay que ser conscientes de que todo el tiempo estamos transmitiendo información sobre sexualidad, prácticamente desde que las criaturas nacen". La doctora Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS) es firme: no es que queramos o no hablar de sexo con nuestros hijos, es que ellos, hablemos o no, están recibiendo información constantemente. Es obvio, por tanto, que desde la FESS consideren que es fundamental acompañar a las criaturas en su desarrollo afectivo y sexual para evitar problemas, porque si no hablas con tus hijos, la información le llegará por otras vías y probablemente de otra manera no tan beneficiosa para ellos. "No hay ningún momento clave para empezar. Lo que hay que hacer es explicar en cada momento lo que son capaces de entender", añade María Capellán, presidenta de la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA) que, además de organizar talleres para formadores, elabora manuales para ayudar a las familias a tratar el asunto en casa. Entonces, ¿debemos hablar de sexo con nuestros hijos? Bueno, quizás de sexo no, pero sí de sexualidad.

La Organización Mundial de la Salud define la sexualidad como "un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre". Es decir, la sexualidad no es sólo el sexo, aunque lo incluye. Somos seres sexuados desde que nacemos. Las criaturas, también. La sexualidad infantil, explica la sexóloga, psicóloga y terapeuta de pareja Mamen Jiménez, no está organizada, mezcla lo sexual, lo afectivo y lo social, es egocéntrica y, sobre todas las cosas, no hay erótica como en la edad adulta. Jiménez lo analiza en su libro Yo te lo explico. Qué, cuándo, cómo y dónde hablar de "eso" con tu peque (Ediciones Oberon, 2021).

No es hasta la pubertad cuando comienza el interés en el sexo adulto. Entonces, ¿cuáles son las ventajas de hablar de sexualidad con las criaturas antes de ese momento?

¿Por qué debo hablar de sexualidad con mis hijos pequeños?

"Muchas veces la sexualidad se toma como una cosa añadida al desarrollo de la persona y no es verdad, es una parte estructural" explica la doctora Molero. "Igual que las criaturas aprenden a manejar la cuchara o a lavarse los dientes aprenden que tienen genitales". Uno de los motivos por los que es conveniente hablar de sexualidad con los más pequeños es básico: la higiene. Para tener una correcta higiene, deben conocer sus genitales, y para conocerlos, habrá que explicarles qué y cómo son. Sólo así podrán evitar infecciones.

Mamen Jiménez añade otro elemento: los niños que reciben educación afectivo-sexual se inician más tarde en las relaciones sexuales, tienen menor tasa de embarazos no deseados, menos enfermedades de transmisión sexual e incluso muestran una mayor autoestima que aquellos que no lo hacen.

Capellán añade la experiencia de un instituto en el que llevan seis años ofreciendo charlas de sexualidad a alumnado y familias: "Se han dado cuenta de que, aparte de que han disminuido los embarazos no deseados, que ya es mucho, en el instituto ha mejorado el ambiente porque la gente se tiene más respeto unos a otros".

Hay otro elemento fundamental: la autoestima. Las expertas coinciden en señalar que, a mejor conocimiento de su cuerpo y mejor información acerca de la sexualidad, hay una mayor autoestima. "Si este tipo de información se diera de una manera natural y generalizada, imagínate cuántos niños y niñas dejarían de sufrir por el rechazo a un cuerpo no normativo", reflexiona Molero. "Y todo el tema del bullying, cómo podríamos cambiar cosas, cuando una de las cosas que determina los complejos es el cuerpo, básicamente".

¿Cuándo es recomendable empezar a hablar de sexualidad con los hijos?

La respuesta es sencilla: siempre. Jiménez divide en su libro las etapas de descubrimiento y aprendizaje. Los bebés, explica, van conociendo su cuerpo porque es lo que tienen más cerca, y lo mismo que descubren a los seis meses que tienen manos y pueden llevarse horas mirándolas, descubren que tienen genitales y que, las personas a su alrededor (hermanos, padres) también y que pueden ser iguales o diferentes. "La sexualidad infantil es básicamente exploratoria", explica Molero. "Exploran su cuerpo para conocer el mundo".

A partir de ese conocimiento y las diferencias que pueden constatar en su entorno, cuando ven a hermanos o hermanas desnudos o a sus papás y mamás, empiezan las preguntas incómodas. "Los niños preguntan porque tienen curiosidad, en esto igual que en lo demás", explica Molero. Y es bastante clara: "Es recomendable responder sus preguntas, no hay que esperar a ningún momento posterior para hacerlo".

Es a partir de los dos años cuando las criaturas ya comienzan a dominar el lenguaje y arrancan las preguntas, a veces concretas y otras generales sobre el funcionamiento de las cosas. También de su cuerpo y del cuerpo de los demás. ¿Para qué esperar? Si no encuentran las respuestas, las buscarán de otra manera, y puede que las que encuentren sean incorrectas, coinciden las expertas.

Más adelante, a partir de los seis o siete años, comienzan a aparecer el pudor y la necesidad de privacidad, que por supuesto es conveniente respetar, y pueden comenzar a entender cuestiones un poco más complejas. "Mi consejo a los padres y madres es que se apoyen en las charlas de sexualidad en los colegios, porque normalmente no son más que clases de anatomía: qué tienen en su cuerpo, para qué sirve... Además suelen ofrecerlas expertos, gente que está acostumbrada a darlas".

¿Cómo lo hago?

La clave de todo esto es hablarlo con normalidad y establecer una relación de confianza en la que los pequeños sientan que lo pueden preguntar todo, que no hay nada prohibido, porque esto redundará también en prevenir situaciones anómalas y difíciles. "Es muy importante contestar las preguntas de una manera clara, simple y concreta, porque no quieren saber nada más que lo que te han preguntado", afirma Molero. O, en otras palabras, como dice Jiménez en Yo te lo cuento, "no hace falta dar la chapa". Todas coinciden en esto: el exceso de información puede ser tan negativo como el defecto. "Contar la verdad no es contarlo todo", dice Jiménez.

Otro elemento en el que todas coinciden es en llamar a las cosas por su nombre. Poner diminutivos cariñosos a los genitales no debe impedir que sepan sus nombres reales. "Esto es fundamental, por ejemplo, para que salgan a la luz situaciones de abusos en entornos familiares", explica Capellán y lo ilustra con un caso conocido en su entorno recientemente: "Una niña pequeña decía que a su tío le gustaba jugar con su galletita. Nadie le dio importancia en el centro, hasta que lograron entender que la niña llamaba galletita a la vagina. Cuanto más clara sea la información que reciban los niños, más fácil será evitar estas cosas".

Jiménez menciona también la importancia de realizar una escucha activa: atender a la pregunta que lanzan los niños, sondear qué tanto saben ya del tema antes de contestar (basta con responder con un "¿y tú qué crees?" para no partir de cero) y no reir o ridiculizarlos cuando se lanzan, para establecer la confianza necesaria. "Es importante mantener una actitud activa de escucha", asiente Molero. "Imagínate que en el colegio pasa alguna cosa. Es mejor adelantarse para intentar explicarlo y no generar un vacío de información que luego puedan rellenar incorrectamente".

El respeto es fundamental. Uno de los objetivos claro de hablar de sexualidad con las criaturas pasa por que los niños y las niñas conozcan su propio cuerpo y asuman, por muy pequeños que sean, que su cuerpo es suyo y nadie más que ellos debe tocarlo. Esto, refieren todas las expertas consultadas, es básico para prevenir abusos. Si a un niño no le apetece darle un beso a un adulto, aunque sea su abuelo, no se le debe obligar. El cariño se muestra de muchas maneras, y lo mismo que los adultos evitamos situaciones que nos incomoden, debemos respetar que los niños también lo quieran hacer. "No se puede forzar a un niño que no quiere a hacer una cosa concreta, porque la afectividad se demuestra de muchas maneras, no se demuestra solo con un beso y los adultos también lo tienen que entender", defiende Molero. En esto son contundentes: no hay posibilidad de equilibrio entre convenciones sociales y la voluntad del pequeño si queremos evitar que en el futuro haya abusos.

Y esto implica también lo contrario: igual que se les enseña que no deben quitarle un juguete de las manos a otra criatura, se les debe explicar que no se tocan los genitales de los demás, tampoco los de mamá y papá si ellos no quieren, porque eso no les hace felices. "Hay mucha información que reciben que es no verbal: cómo se trata la desnudez en casa, por ejemplo, o cómo se relacionan los progenitores, cómo se muestran cariño, todo eso lo están aprendiendo los niños también", explica la presidenta de FESS.

¿Qué hago si descubro a mi hijo o hija viendo porno?

Las investigaciones más recientes dicen que la edad de acceso al porno se ha adelantado a los ocho años. Son los datos de la última campaña Por no, porno. Educa a tus hijos antes de que el porno lo haga por ti de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Los datos coinciden con el informe de Save the Children (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, que señala cómo un 53,8% vio porno por primera vez entre los 6 y los 12 años. El problema es que lo hacen sin querer: se lo suelen encontrar en la red buscando otro tipo de contenidos. Y no, ningún niño está preparado para procesar esas imágenes. "A esa edad ningún niño entiende lo que está viendo y la distorsión de la realidad puede ser muy fuerte. Por eso, cuanto más se hable con ello y con mayor normalidad, es mucho más fácil que puedan entender que eso no es bueno para ellos", explica Capellán.

Lo ideal, en cualquier caso, es estar atento para que no ocurra. "Muchas veces desligamos la sexualidad de lo cotidiano, y lo cotidiano puede ser dejarles el teléfono o la tablet con acceso a internet mientras estamos con otros adultos para que se entretengan y pueden llegar a esos contenidos por accidente", reflexiona Molero. "Hemos adelantarnos poniendo los bloqueos o cortapisas que sean necesarias".

¿Y si ya ha ocurrido? "Deben de tener seguridad en que si encuentran algo que les llama la atención lo pueden contar, y responder expliclando que igual que no deben ver una película de miedo porque no la van a entender y no les hacen sentir bien, esos contenidos le pueden perjudicar", explica. "Lo más importante es que tengan confianza para contarlo".

¿Dónde puedo encontrar información si no me siento capaz?

Como sea, tanto Molero como Capellán (como Jiménez, en su libro) coinciden en que, lo más importante es establecer una relación de confianza. Y con esa misma confianza, se puede admitir no saber la respueta a una pregunta incómoda que no sabemos afrontar. Jiménez recomienda buscar la información si no se conocen las respuestas o no se está seguro de qué responder, y retomar la conversación en otro momento. "¿Te acuerdas de que el otro día me preguntaste esto y no sabía qué responder? ¿Todavía te interesa saber acerca de eso?" Muchas veces, los niños se olvidan de las cosas rápido, o pierden el interés.

Además de eso, hay multitud de recursos tanto en la red como en libros para afrontar el tema si se quiere adquirir seguridad ante determinadas situaciones: en la web de la Ceapa, por ejemplo (orientado fundamentalmente a la pubertad). La Ceapa reúne a las diferentes federaciones de asociaciones de familias (madre y padres) de las diferentes comunidades autónomas y es a estas federaciones a las propias ampas o afas a las que remite su presidenta, María Capellán, para los padres que quieran formarse un poco más.

"Lo más importante es confiar siempre en profesionales", enfatiza. "Nosotros cuando organizamos estas charlas no llamamos a una madre cualquiera que vaya a darla, sino que hablamos con profesionales que sabemos que que tienen una trayectoria, que se dedican a hacer este tipo de cosas y que sabemos que las hacen bien. Tampoco nos sirve cualquiera".

La FESS está trabajando en una plataforma para contribuir en la formación de los profesores, "básicamente con contenidos que les ayude a incorporar la información sexual en el currículum escolar", explica Molero. "Pero las familias deben tener claro que tampoco necesitan hacer un máster, sino simplemente hablar básicamente desde el respeto a la otra persona y a uno mismo y ofrecer a los pequeños un buen trato para que puedanr desarrollándose. Y la sexualidad forma parte de eso".