CASTILLA Y LEÓN

Contra el fuego en Zamora, más allá de la rabia

Un grupo de voluntarios, presente este fin de semana en la feria Venandi, mantiene acciones de ayuda a los afectados por los incendios

Miembros de “Todos contra el fuego”, en el stand de la feria Venandi. | JOSE LUIS FERNÁNDEZ

Miembros de “Todos contra el fuego”, en el stand de la feria Venandi. | JOSE LUIS FERNÁNDEZ

Manuel Herrera

Cuando la Sierra de la Culebra ardióZamora explotó en un arrebato de rabia y solidaridad. Las manos se multiplicaron para ofrecer ayuda y las voces se elevaron para anunciar visitas inminentes a los negocios de hostelería de la zona. Lo mismo ocurrió semanas después, cuando el incendio de Losacio se cebó con otras 30.000 hectáreas de parajes cercanos y reavivó la pesadilla de una provincia y de unas comarcas que aullaron de indignación tras ver calcinada una parte vital de su riqueza natural.

El fin del primer impulso

Sin embargo, muchas gentes ya advirtieron entonces de una realidad que emerge en todo este tipo de desgracias: del primer impulso se pasa al enfriamiento del cabreo y, más tarde, a un olvido que castiga a quienes aún sufren sobre el territorio. El reverso de ese comportamiento social se encuentra en un reducto de personas que mantiene el empuje para ayudar más allá del momento; después de la rabia. Ahí se enmarca la actividad del colectivo “Todos contra el fuego”, presente este fin de semana en Ifeza con motivo de la feria Venandi.

Este grupo está compuesto por una docena de voluntarios cuyo objetivo es dar continuidad a un plan de emergencia para la dotación de alimento y agua a la fauna y para colaborar en la reversión progresiva de los daños causados por el fuego en las superficies quemadas. Su presencia en la feria responde a un intento por visibilizar su trabajo y por seguir recaudando fondos para activar las distintas fases de su proyecto.

Las primeras entregas

En principio, los primeros pasos han servido para que este colectivo haya entregado 25.000 kilos de pacas y 7.000 bloques de sal destinados a la fauna silvestre. En otoño, el plan es suministrar heno y pienso a las localidades con terreno afectado por el fuego, y colaborar también con un reparto de semillas, la instalación de bebederos y majanos y la plantación de árboles donados al grupo.

Toda esta serie de acciones aparecen en el folleto que el grupo está repartiendo durante el fin de semana en Ifeza. Por allí se encuentran personas como Inma, Cristian, Jennifer, Ester o Estela, gente con una formación multidisciplinar que se ha decidido a colaborar “de una manera efectiva” con los lugares más castigados.

Así lo explica Estela, que prefiere evitar su apellido y que insiste en defender el valor del colectivo por encima de las aportaciones individuales: “Hemos elaborado este proyecto en base a una unión de voluntarios, de gente que quería colaborar”, explica la representante de “Todos contra el fuego”. La donación de pacas y de bolas de sal ha servido como pistoletazo de salida de una actividad sin ánimo de lucro y que se financia gracias a las aportaciones propias y ajenas, a la recaudación de acciones solidarias y a la venta de camisetas.

El detalle de las camisetas

Las prendas, ilustradas con dibujos realizados por niños en el centro del lobo de Robledo, se venden a un precio de diez euros, que sirven para adquirir una paca de tamaño pequeño y dos bloques de sal: “También estamos en redes, aceptamos donaciones a través de bizum y recibimos directamente el material”, añade Estela, que matiza que el reparto por las zonas afectadas se realiza de un modo muy controlado, con la firma de un acta y de un documento, y con el control del uso de las donaciones siempre muy presente.

Con ese rigor, los voluntarios entregaron recientemente 1.500 kilos de pacas y sal en la localidad de Tábara: “Nuestra forma de colaborar es esta”, señala Estela, que invita a la sociedad a colaborar: “No sabemos si este proyecto va a tener fin porque, de momento, está teniendo una continuidad muy intensa. Lo hacemos por y para la naturaleza”, indica la voluntaria de “Todos contra el fuego”.

En paralelo a estas acciones y de la venta de camisetas para recaudar dinero, también se están llevando a cabo otras iniciativas de carácter artístico para facilitar el trabajo del colectivo. Entre ellas, está el ofrecimiento de un escultor embarcado en un proyecto relacionado con las mascaradas zamoranas, que donará fondos procedentes de su trabajo, o el impulso de una fotógrafa que ha realizado un trabajo sobre el terreno afectado.

Calendario y exposición

La artífice de ese último proyecto es Susana Cabana, una experta en retratos de Villaveza de Valverde que detectó que, de la mano de su talento para la fotografía, podía colaborar en la recaudación de fondos para los territorios calcinados. Desde el mes de julio, esta mujer ha captado catorce instantáneas que, próximamente, aparecerán en un calendario que se distribuirá desde el colectivo: “Son retratos que representan a ancianos, niños, agricultores o apicultores de la zona”, explica la autora de la serie, que confía también en montar una exposición en torno a estas imágenes: “Mi objetivo es que la gente se emocione y que no se traslade tanto a la angustia de aquel momento”.

En la misma línea, otra de las voluntarias del grupo, Jennifer Carmona, ha realizado unos diseños digitales, con un efecto similar al del dibujo con lapicero, para expresar el dolor sufrido por el territorio durante los incendios: “Los fuegos nos afectaron a todos, y lo que he querido representar era esa sensación”, cuenta la joven, al pie del stand 39, en el que se ubica el colectivo dentro de la feria Venandi. La escena creada muestra el rostro de una mujer y de un animal, ambos casi fusionados y llorosos, con la sombra de un árbol de fondo. También se puede leer la palabra “perdóname” y, en una esquina, aparece la bandera de Zamora.

“Esa disculpa tiene que ver con que todo esto es un poco culpa nuestra, por el calentamiento global y porque los bosques no están como deberían estar”, sostiene Carmona, cuyo dibujo aparece como imagen referencial de un proyecto que también apela a la emoción de las gentes para tocar la fibra y seguir obteniendo fondos para ayudar a un territorio calcinado y, poco a poco, más olvidado.