TELECOMUNICACIONES

La falta de internet sacude a la España vaciada: "Al medio minuto, las videollamadas se cortan"

En España, hasta 635.527 viviendas y locales no disponen todavía de una cobertura funcional de conexión a internet. Esto se traduce en 2,4 millones de habitantes

Elma Andrés, una empresaria de la pequeña aldea de Riodeporcos a quien Pedro Sánchez parafraseó en un discurso sobre la España vaciada, ha tenido que retirar el datáfono de su negocio por sus problemas para unirse a la red

Un vecino de Fuente Olmo de Fuentidueña pasa con su bicicleta por el puente romano de la localidad.

Un vecino de Fuente Olmo de Fuentidueña pasa con su bicicleta por el puente romano de la localidad. / ALBA VIGARAY

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Elma Andrés vive en Riodeporcos, una pequeña aldea asturiana que pertenece al concejo de Ibias. Su casa se ubica casi donde el Principado se funde con la vecina Galicia y, para cambiar de comunidad autónoma, esta mujer de origen leonés tiene que cruzar un largo puente que se alza sobre el río Navia. Pedro Sánchez se inspiró en una frase suya para presentar su 'Plan de 130 medidas frente al Reto Demográfico' en mayo de 2021. "Aquí las carreteras se miden en unidades de tiempo, no de kilómetros. Lo importante no es la distancia, sino lo que se tarda en llegar", dijo Andrés y repitió Sánchez.

Puente de Riodeporcos (Asturias).

Puente de Riodeporcos (Asturias). / DEMELSA ÁLVAREZ (LNE)

Más de un año después, Elma Andrés habla con

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

, casi por casualidad. La razón: su aldea prácticamente no tiene conexión a internet o telefónica y no espera que eso cambie pronto. Regenta allí la Casa Rural Chao de Castro, un pequeño alojamiento de cuatro habitaciones. "No siempre la aplicación de reservas salta bien y tengo que ponerme en contacto con mis clientes, porque, para llegar aquí, hago un seguimiento del viaje para que no tengan problemas", expresa. Ella ha decidido deshacerse del datáfono que antes utilizaba para su negocio, porque "no funcionaba con esta señal de internet y me cobra una barbaridad por tenerlo".

Su vida es muy diferente a la de una persona que vive en una gran ciudad española, no sólo por el ecosistema, sino por la desigualdad de oportunidades. Para hablar por teléfono, se tiene que ir "a mitad de prao, llueva o nieve"; para conectarse a una plataforma de streaming, como Netflix o HBO, espera a "cierta hora de la noche" en los días en los que no tiene huéspedes o cuando éstos están dormidos; para hacer una compra por internet, se le caduca la clave en el trayecto que recorre hasta la calle para buscar cobertura buscando la llamada que le descifre los números secretos y la vuelta a casa para introducirlos en la banca online.

Elma Andrés, en Riodeporcos.

Elma Andrés, en Riodeporcos. / MIKI LÓPEZ (LNE)

¿Y una videollamada? Elma Andrés se ríe sólo con la pregunta. "Estás medio minuto haciendo una videollamada y se corta. No hay velocidad y no pilla la imagen, se robotiza", sostiene esta asturiana adoptiva, que se apresura a acabar las frases a medio construir para sacar todo lo que tiene en la cabeza.  

Como Riodeporcos, muchos otros municipios de España sufren una desconexión forzosa. A pesar de que nuestro país cuenta con una de las mejores redes de fibra óptica del mundo, hasta 635.527 viviendas, negocios y locales no disponen todavía de una cobertura funcional de conexión a internet, según ha comprobado el sindicato UGT. La compañía de internet rural por satélite Eurona traduce ese dato a personas: 2,4 millones de españoles no alcanzan esa velocidad.

Los municipios y el Gobierno tienen de plazo hasta junio de 2023 para que la velocidad mínima de conexión a internet alcance o supere los 100 Mbps (Megabit por segundo), según dispone la nueva Ley General de Telecomunicaciones. El objetivo se centra en universalizar el acceso a la red de banda ancha para igualar las oportunidades de todos los españoles y conseguir que quienes viven en el entorno rural no huyan.

Galicia, Andalucía y Castilla y León acumulan la mitad de inmuebles sin una conectividad funcional a internet (al menos, 30 Mbps, como obligaba Europa a mediados de la década pasada). Esa era la velocidad mínima que un ciudadano podía reclamar, pero, para 2020, "no se cumplió" ni en España ni en el resto de países del continente, apunta Jose Varela, responsable de Digitalización De UGT.

Por provincias, las que más camino tienen aún por recorrer para alcanzar la totalidad de viviendas y negocios con más de 100 Mbps son Teruel, donde el 48,87% de la población tiene una conexión menor; Zamora, con el 46,48%; Ávila, con el 40,57%; y Lugo, con el 38,65%, de acuerdo con datos del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

Aunque la brecha de conectividad en la España vaciada se ha empequeñecido, "es necesario cerrarla, porque es una cuestión social", sostiene. Varela defiende que una persona, con independencia de dónde viva, debe tener acceso a los mismos derechos y facilidades públicas que cualquier otra que resida en una gran ciudad. O en su mismo pueblo.

Val do Dubra, en la provincia de A Coruña y a 20 kilómetros del centro de Santiago de Compostela, "tiene a la mitad del municipio sin estos servicios básicos", señala un vecino de la localidad. En total, 1.079 viviendas, según UGT. Dependiendo de donde se encuentre la casa de uno de sus habitantes, tendrá oportunidades de usar internet o no.

Algunos ni rozan la red. Es una localidad "muy diseminada", agrega, en la que 102 núcleos de población se reparten en 108,6 kilómetros cuadrados. Aun con todo, los más privilegiados lo siguen teniendo "difícil" para teletrabajar y estudiar. "Los estudiantes durante la pandemia no podían seguir sus clases online porque no tenían el acceso básico. Eso redunda en que la gente se va del pueblo".

La España vaciada no se llenará sin internet

Como la de Riodeporcos, Ibias tiene otras muchas zonas blancas, como se conoce a las áreas con mala cobertura. La fibra aún no ha llegado al pueblo, conocido como el sol de Asturias. Los más afortunados, entre ellos el colegio y el Ayuntamiento, cuentan con línea ADSL, que "no da para muchas florituras", y los demás "que tienen que tirar con platos de satélite o con routers inalámbricos y smartphones", afirman desde el Consistorio, con el sobrecoste que conlleva. Elma Andrés paga sólo por su deficiente red 60 euros, a lo que tiene que sumar las tarifas de fijo y móvil.

Elma Andrés paga sólo por su deficiente red 60 euros, a lo que tiene que sumar las tarifas de fijo y móvil

Los cortes de conexión son frecuentes y pueden alargarse durante varias jornadas. Teletrabajar desde este paraíso, estudiar a distancia o emprender en un negocio, como una imprenta, una empresa de diseño intensivo o una cosina así", es impensable.

"Esta zona es de gente mayor, por lo que las quejas del teletrabajo no vienen directamente de ellos. Los jóvenes no se pueden quedar. Si pudieran teletrabajar, mucha gente que vendría, pero no hay conexión suficiente, es imposible", apunta Eva Álvarez, técnica del Telecentro de Luiña, en este mismo concejo.

En una casa, con los ordenadores y los móviles conectados, "ya hay un consumo permanente", dice José Varela. "Si a eso le añades un vídeo online, los 30 Mbps no llegan y los 100 Mbps llegan de una forma suficiente hoy, pero que no nos extrañe que dentro de unos años estemos hablando de que 100 Mbps es poco", agrega. 

En invierno, si la climatología es desfavorable, sólo les queda rezar para no tener una emergencia. "Cuando no puedes salir de casa porque hay unas nevadas del copón, no tenemos ni siquiera teléfono", declara Eva Álvarez.

Cristina Amor, directora ejecutiva de Comunicación, Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Eurona alega que la conectividad vía satélite contribuye a "revitalizar la economía rural". Fija población en los pequeños municipios y atrae a nuevos pobladores en busca de oportunidades de vida y negocio".

Sin embargo, desde que Pedro Sánchez parafraseó a Elma Andrés, "no ha habido cambios para mejor". Sostiene que vivir en el campo "no es rentable para la administración", por lo que aldeas como la suya se quedarán vacías. Ella, como "nueva pobladora", no ve facilidades para que su negocio salga adelante ni para que "la gente retorne".

Actualmente, vivir en este potencial refugio climático o segunda vivienda para quienes quieren descansar de la ciudad como Ibias resulta una utopía. "Es como si fuera otra España, una del tercer mundo", sentencia Eva Álvarez.