Incendios forestales

El incendio de la Culebra llegó a devorar 1.200 hectáreas de terreno a la hora

Los técnicos defienden su trabajo y achacan a las condiciones del viento y meteorológicas la imposibilidad de sujetar antes las llamas

Un cervatillo entre ceniza en la Sierra de la Culebra.

Un cervatillo entre ceniza en la Sierra de la Culebra. / Emilio Fraile

Carlos Gil Andrés

El fuego de la Sierra de la Culebra llegó a devorar 1.200 hectáreas a la hora, lo que supone doblar la superficie total de lo que se considera un gran incendio

, y en tan solo 60 minutos. Así lo dijo Enrique Rey, director del Centro de Defensa del Fuego de la Junta, con sede en León, quien compareció junto al director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz y otro técnico, Ángel Sánchez, de los que participaron en el operativo de extinción.

Arranz denunció que se está utilizando el incendio de la Sierra de la Culebra, una “catástrofe natural” que ha calcinado unas 30.000 hectáreas, para plantear reivindicaciones laborales. Así respondió a las críticas de los sindicatos y de los bomberos forestales que han asegura que el operativo contra incendios no estaba al 100 por 100 y han reclamado más medios y dotaciones.

Enrique Rey relató que el origen del incendio es la tormenta eléctrica, seca en la mayor parte del territorio, que barrió la Sierra de la Culebra el 15 de junio, asociada a vientos de más de 70 kilómetros y cambiantes.

A las 19.48 horas un puesto de vigilancia alertó del primer foco en el paraje de la Pedrizona de Ferreras de Abajo. Se envió un helicóptero, una cuadrilla de tierra y un vehículo autobomba que a los 18 minutos ya están trabajando. A los cuatro minutos saltan otros dos focos y se vuelven a movilizar medios, pero sucesivamente van saltando los avisos hasta los 14 focos de fuego. Estos incendios crean problemas en las comunicaciones, explicó el técnico, además de las llamadas de los vecinos, que colapsan el sistema, a pesar de lo cual, defiende, se actuó con los medios disponibles.

Sin embargo lo peor vino por los fuertes vientos, de más de 70 kilómetros horas y de dirección variable, que impedían avanzar y sobre todo diseñar una estrategia eficaz para atajar las llamas.

En esa primera noche hay más de cien profesionales trabajando en los 14 focos y se movilizan cuadrillas de León, Valladolid y Salamanca, además de la Unidad Militar de Emergencias, con un batallón completo. El día 16 se puede trabajar pero por la tarde y noche se genera un fuego convectivo (generado por el propio incendio), con vientos de más de 50 por hora. En la noche del 17 el viento lleva las llamas hacia la zona de Torres y Cabañas de Aliste. Al día siguiente, al amanecer, vuelve a cambiar el viento hacia el oeste, San Pedro de las Herrerías “con violencia” y de repente se para la cabeza y el flanco derecho se convierte en el avance del fuego, con un frente activo de diez kilómetros.

Es cuando amenaza Otero de Bodas el día 19; los medios de extinción logran evitar que salte la autovía, pero antes no se pudo lograr que no saltara las barreras, incluidas carreteras, debido a que las pavesas propagaban el fuego a entre 200 y 300 metros de distancia e incluso saltaron un pantano a 500 metros con un fuego que en cinco minutos había afectado ya a varias hectáreas y convertido en otro frente.

Los avances de 500 hectáreas a la hora que llegaron el último día a 1.500 “son una absoluta barbaridad que no habíamos visto en otros incendios.

Un fuego de cien horas que estuvo “fuera de capacidad de extinción. Salvando las distancias, es como si alguien pensara que se puede parar la lava del volcán de la Palma”. Por momentos el fuego de la Culebra fue, imparable.