CASTILLA Y LEÓN

Noches en vela y falta de agua en los pueblos de Zamora frente al fuego: "Lo habíamos advertido"

Alcalde y habitantes de Piñuel denuncian falta de agua, sin presión ni bocas de riego para apagar un fuego al lado de naves y casas

El alcalde de Piñuel, Carlos Santos, junto al ganadero Ismael Garrote en la zona del incendio.

El alcalde de Piñuel, Carlos Santos, junto al ganadero Ismael Garrote en la zona del incendio. / I.G.

Irene Gómez

Ismael Garrote ha estado dos noches durmiendo en una hamaca en el porche de casa. Y no ha sido precisamente para buscar el frescor en estos días y noches sofocantes. La verdadera preocupación de este ganadero de Piñuel de Sayago, en

Zamora, era que los humeantes montones de forraje no reactivaran el incendio declarado la tarde del martes a las mismas puertas de su explotación y a tres metros de las casas.

“Le da por levantarse el aire y me abrasa las naves” justifica Garrote todavía con el susto en el cuerpo. El fuego declarado hacia las tres y media de la tarde del pasado 14 de junio puso en un verdadero aprieto a este pueblo perteneciente al Ayuntamiento de Bermillo. “No será porque no lo veníamos advirtiendo; cualquier día hay un incendio y no tenemos con qué apagarlo” se queja el alcalde pedáneo Carlos Santos.

Pequeño hijo de agua quen sale del grifo en la nave de Ismael Garrote, en Piñuel

Pequeño hilo de agua que sale del grifo en la nave de Ismael Garrote, en Piñuel. / L.G.

Los peores presagios se cumplieron. Por causas que se investigan, la mecha prendió en un camino, junto al cementerio, tres naves ganaderas y una casa. Un vecino dio la voz de alarma e inmediatamente movilizó a este pequeño pueblo mientras se avisaba a los bomberos de Bermillo, “que llegaron rápido” certifican el alcalde y los vecinos.

“Lo habíamos advertido; casi se quema el pueblo”.

“Lo habíamos advertido; casi se quema el pueblo”.

Pero esos primeros instantes todos los esfuerzos eran pocos para evitar que las llamas avanzaran hacia las naves o hacia las casas, dependiendo de la dirección del viento. El problema es que Piñuel, “como ocurre en todo Sayago” precisa el alcalde, no cuenta con bocas de riego enganchadas a la red general, ni siquiera con la presión necesaria para tirar de mangueras.

Esto no puede ser, en el siglo XXI no pueden tener a los pueblos de Sayago en estas condiciones. Nos ha tocado a nosotros, pero todos están igual. Si no es por los bomberos, la carroceta de la Junta y por la gente del pueblo y de otros pueblos que han venido ayudarnos, también la Guardia Civil, el fuego se lleva por delante las naves y que sé yo qué más” expresa Carlos Santos indignado.

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Ganaderos y alcalde relatan momentos de verdadera tensión vividos la tarde del martes en Piñuel. Sabedores de que no había mangueras de donde tirar, ganaderos y agricultores tiraron de las cubas que llenaban como podían en los pozos. “Se acabó el agua de los bomberos y la carroceta y a ver qué hacíamos, gracias a la gente lo dio todo. Llegaron apoyos de Torrefrades, Pereruela, Malillos, Bermillo, hasta de Montamarta cuentan emocionados.

“Hasta aquí hemos llegado. No me callo más. Qué hace la Mancomunidad (Sayagua). Los ayuntamientos y los vecinos pagamos un dineral y aquí no se ve que den servicio. Me he hartado de pedir una bomba para dar presión el depósito y que el agua llegue en condiciones a las casas y a las naves, las bocas de riego también. Pero nos tienen abandonados” se queja el alcalde de Piñuel.

“Esto es una pura vergüenza. Llevo años advirtiendo que no tenemos presión en la red. No me aparto de pagar el agua, pero lo que no puede ser es que veas que el fuego se te viene encima y no puedas enganchar una manguera. Eso se soluciona con una bomba de presión” cuenta Ismael Garrote.

Ante sus ojos los montones de forraje todavía echando humo. “El trabajo de todo un año quemado, al precio que está el forraje. A ver cómo mantengo ahora a las ovejas. Que venga la Mancomunidad y me lo pague” expresa el ganadero sin poder contener la rabia.

María Jesús González también vio su explotación en vilo. “El fuego se fue de las manos en cinco minutos. Gracias al pueblo y a la maquinaria. Había muchas manos, la pena es que no teníamos agua”, lamenta la ganadera.

Es la impotencia que tienes, pensar que se puede quemar el pueblo porque no tienes medios. Pagamos los impuestos como todo el mundo y mira qué servicios nos dan” denuncia María Jesús González, que como otros vecinos ha tenido que instalar una bomba en su casa para garantizarse la presión y poder ducharse en condiciones.

El alcalde y un ganadero de Piñuel muestran la zona donde comenzó el fuego.

El alcalde y un ganadero de Piñuel muestran la zona donde comenzó el fuego. / I.G.

Carlos Santos carga contra la Mancomunidad Sayagua. “Necesitamos una bomba para abastecer a todo el pueblo. Voy a llegar hasta donde sea y repito que este problema afecta a todo Sayago. Al alcalde de Fresno (que es el presidente de la Mancomunidad) hizo un camino, le dejé meter el agua y lo único que hizo fue estropear el camino. Llevamos tres o cuatro años con el problema y no lo ha arreglado” lamenta el representante municipal.

“Lo que no puede ser es que estemos pagando el agua más cara que en Zamora, y te digo incluso que en Madrid, y luego no tengamos un servicio en condiciones” se queja Carlos Santos. “Quién se va a quedar en los pueblos con los servicios que tenemos. Es imposible” incide Ismael Garrote.

Ocho pueblos evacuados

Los vecinos de ocho pueblos de Zamora se han despertado esta madrugada bajo el sonido de las sirenas de emergencia, aunque seguramente muchos de ellos no hayan podido pegar ojo por el miedo al fuego.

El incendio en la Sierra de la Culebra sigue avanzando y "comiendo" terreno a la naturaleza zamorana. Esto se traducía en que seis pueblos cercanos a la zona fueron evacuados preventivamente de madrugada. Es el caso de Cabañas de Aliste, Pelazuelo de las Cuevas, Torres de Aliste, Pobladura de Aliste, Mahide, San Pedro de las Herrerías y al que recientemente se ha sumado la localidad de Boya. Todos los vecinos han sido trasladados a lugares seguros mediante instrucciones de la Guardia Civil, Protección Civil y los equipos de extinción.

A media mañana se unía Villardeciervos, el octavo pueblo evacuado. Los vecinos han sido trasladados a Camarzana de Tera, excepto los usuarios de la residencia de la tercera edad, que han sido trasladados a un centro de La Bañeza, en la provincia de León. El desalojo preventivo de Villardeciervos es aún más complicado, pues en el pabellón de la villa cervata se había realojado a los vecinos previamente evacuados de Mahíde y San Pedro de las Herrerías, que ahora tienen que ser trasladados hasta Camarzana junto a los propios vecinos de Villardeciervos. Además, el pabellón se quedó sin electricidad.

El viento juega en contra de los medios de extinción, e incluso ha provocado que se reaviven focos que antes estaban controlados, como ha sucedido en Sarracín de Aliste. Además, el viento esparce el humo con ceniza, lo cual supone un riesgo para la salud de las poblaciones, un motivo más que ha llevado a tomar la decisión de evacuarlas. Los efectivos han movilizado a la población ante las rachas de viento y la presencia en el casco urbano de humo con ceniza, lo cual ponía en serio riesgo la salud de los vecinos de estos pueblos.

La Sierra de la Culebra vivió un auténtico infierno en una jornada con varios incendios forestales que han destruido una amplia superficie de hectáreas, la mayor parte de bosque, entre Riofrío y Ferreras de Arriba, afectando también a zonas de Ferreras de Abajo, Cabañas de Aliste, Tábara y Litos, entre otras localidades.

Ferreras de Arriba es la localidad que se llevaba la peor parte, y donde se concentraban todos los medios de extinción en la tarde de ayer para tratar de salvaguardar la seguridad del pueblo.

Cuando las llamaradas comenzaron a verse desde el casco urbano, aún cierta distancia, los vecinos salieron de sus casas y contemplaban con preocupación como “están ardiendo los castaños plantados por nuestros bisabuelos”. El humo se podía oler en todo el pueblo, pero cada vez llegaban más medios aéreos y terrestres para contener el avance de las llamas.