PALENCIA

De Fontaneda a Siro: la defensa de la galleta de Aguilar de Campoo, una lucha transmitida de padres a hijos

Los dos Alfredo Alonso han jugado un papel principal en los dos conflictos sindicales más importantes que han tenido lugar en este pueblo palentino en las últimas dos décadas

El hijo, que aprendió "todo" de su padre, decidió "dar el paso de intentar sacar los derechos que teníamos y los que teníamos que conquistar" en 2008. Ahora, ha evitado que se pierdan 1.700 puestos

El mayor de los dos sirvió de guía para los trabajadores de Siro, a quienes les transmitió una clara premisa: "Lo primero es salvar el empleo"

Alfredo Alonso hijo (a la izquierda de la imagen) atiende a la prensa y Alfredo Alonso padre (de gris, a la derecha) sostiene una pancarta durante una protesta de Fontaneda.

Alfredo Alonso hijo (a la izquierda de la imagen) atiende a la prensa y Alfredo Alonso padre (de gris, a la derecha) sostiene una pancarta durante una protesta de Fontaneda. / EPE

Ana Ayuso

Ana Ayuso

Que los trabajadores impongan sus intereses a los de una multinacional suele resultar complicado. Que lo repitan en dos ocasiones en 20 años y en los límites del mismo pueblo industrial, primero con Fontaneda y luego con la compañía que la adquirió, Siro, es aún más inesperado. Pero que coincidan como líderes sindicales en los conflictos laborales más importantes que han tenido lugar en Aguilar de Campoo (Palencia) un padre y un hijo, eso sí que ya pocos lo vieron venir.

Alfredo Alonso, el padre, fue delegado del comité de empresa de CCOO de Fontaneda en 2002, cuando los directivos de United Biscuits (UB) amenazaron con cerrar esta galletera con 131 años de historia. Con el tiempo, ha ocupado además los cargos de secretario y presidente del colectivo.

La decisión de la compañía traía consigo la pérdida de 212 empleos y la reubicación de otros 109 trabajadores en otras plantas de la empresa. En un pueblo que vivía de la industria de la galleta suponía una gran conmoción.

Los empleados comenzaron entonces una lucha sindical que se alargó durante ocho meses. Por la importancia que tenía para el imaginario colectivo Fontaneda por sus icónicas galletas María, el conflicto trascendió incluso al ámbito nacional.

Finalmente, a finales de ese año, el Grupo Siro adquirió la compañía y el personal mantuvo su puesto. Esta victoria de los trabajadores ha sido recordada durante dos décadas como uno de los ejemplos a seguir en la batalla sindical de España.

Alfredo Alonso, el hijo, ha sido uno de los artífices del segundo gran triunfo en la industria galletera de la localidad. Los trabajadores de Cerealto Siro han llegado a un acuerdo con la empresa para evitar el cierre de las fábricas de Toro, en Zamora, y Venta de Baños y Aguilar de Campoo, en Palencia.

La compañía entraba en quiebra este domingo. La causa: el nuevo Plan de Competitividad que había elaborado la empresa tras el cambio en su relación con Mercadona, de la que es la principal proveedora de galletas.

Pero las reuniones entre los trabajadores y la empresa, auspiciadas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, evitaron la debacle que suponía la pérdida de 1.700 empleos.

Alfredo Alonso, presidente del comité de empresa de Cerealto Siro Foods, aprendió "todo" de su padre. Después de estar inmerso en la lucha sindical desde 2008, relevó a su mentor en el cargo cuando este se jubiló.

"Lo vivo en casa y él me anima a dar el paso de intentar sacar los derechos que teníamos y los que teníamos que conquistar", afirma en una entrevista junto a su progenitor para

EL PERIÓDICO DE ESPAÑA

. "Después de años de ver cómo manejaba estos asuntos, se me fue quedando y fui copiando lo que me interesaba", añade.

Cuando a finales del año pasado conocieron las intenciones de la compañía, Alfredo Alonso y sus compañeros acudieron a este empleado de mantenimiento emérito para que les guiase.

"Lo único que le dije a todos los compañeros es que lo primero que había que hacer era salvar el empleo. Y una cosa muy importante era mantenerse unidos y contar desde el primer día la verdad a la plantilla. Sin estas tres premisas, no iban a sacarlo adelante", confiesa Alfredo Alonso padre.

En los últimos meses, los trabajadores han tenido épocas de mayor preocupación. Lógicamente, su trabajo y, en algunas ocasiones, el de miembros de sus familias, corrían serio peligro.

Era entonces cuando el veterano sindicalista trataba de animarles. Sabía que estaban "lo suficientemente formados como para estar en esa lucha" y les trasladó que tuvieran "tranquilidad y unión".

"Le pedíamos consejo porque ha estado en otras de estas y sabíamos que podía aportarnos experiencia", dice Alfredo Alonso hijo. Su padre controlaba la gestión de los tiempos y de la plantilla, por lo que podía aportar un conocimiento muy valioso en este tipo de conflictos largos. 

Estos vecinos de Aguilar de Campoo y sus compañeros han contado con el apoyo unánime de la plantilla, lo que les ha permitido facilitar el trabajo. De esta forma, "sólo tienes que dedicarte a gestionar el conflicto, y no a apagar fuegos internos".

Sin embargo, los empleados no han estado solos. A toda la localidad, de poco menos de 7.000 habitantes, le interesaba que esta victoria sindical llegase.

Si mañana hay un lío diferente, esto se ha olvidado y empezamos de nuevo"

— Alfredo Alonso hijo

Todos se han alegrado, desde los comercios del municipio de la galleta hasta los locales de hostelería, y "nos dan las gracias por haber sacado parte de la economía del pueblo adelante".

Sin embargo, padre e hijo son prudentes con el triunfo. "Si mañana hay un lío diferente, esto se ha olvidado y empezamos de nuevo", asegura el más joven. Y su mayor completa: "Aquí el cariño dura lo que dura la paz".

Conflicto de ámbito nacional

Las luchas de Siro y la de Fontaneda han trascendido al ámbito nacional. En eso y en el contacto con los administradores públicos también han actuado de forma paralela el padre y el hijo.

"Mi primer contacto con José Valín [consejero de Agricultura y Ganadería de la Junta de Castilla y León entre 1996 y 2007] no fue muy afortunado", confiesa el mayor de los Alonso.

Los encuentros con el alto cargo de la región fueron mejorando con el paso de los meses. Hasta el punto en el que este antiguo empleado de mantenimiento reconoce que "fue una base importantísima para que lográsemos doblegar a la multinacional".

"Es un hombre que trabajó mucho en la sombra, lejos de los barullos y de las cámaras, y al final ayudó bastante". 

Por su parte, el hijo tuvo su primer contacto con la ministra Reyes Maroto, quien ha contribuido a resolver el conflicto de la galletera, a través de la delegada del Gobierno en Castilla y León, Virginia Barcones. No fue bueno.

"Le dije que me dejase en paz, que yo soy autosuficiente para saber tomar decisiones y que no somos ningún saco de boxeo".

Ya en Madrid, la historia cambia. Maroto, "muy cercana", y su equipo, en el que se encuentra un vecino de Aguilar de Campoo, el director general de Industria, Galo Gutiérrez, lo pusieron todo "muy fácil".

Herencia sindical

Por ahora, el legado de la lucha sindical sólo ha pasado de padre a hijo. Ningún otro miembro de la familia ha participado activamente en conflictos de este tipo, ni siquiera de luchas de menor calibre.

No descartan, no obstante, que esa herencia sindical se transmita a los más pequeños de la estirpe.

Alfredo Alonso hijo destaca que lo más importante que quiere dejar a sus descendientes es "la oportunidad de tener un empleo y saber valorar lo que eso significa y pelear por él".

"Las cosas no siempre serán como se tiene que dar y se pueden torcer en cualquier momento, por lo que hay que estar preparados", dice este laminador de galletas.

Su intención es transmitir a los más pequeños de la familia la obligación de "ser honesto, decir la verdad a la gente siempre, y trabajar para seguir adelante". Y así conseguir que "los nietos de mis nietos también sigan trabajando aquí".