JUVENTUD

Del 'tampodka' al 'dabbing': nuevas y (aún más) peligrosas formas de consumir drogas

Los estudiantes de secundaria se inician antes en el tabaco y el alcohol y se embriagan más

Sube el cannabis: casi un tercio de jóvenes de 14 a 18 años lo probaron

Vasos y botellas de alcohol durante un botellón.

Vasos y botellas de alcohol durante un botellón.

Carmen Villar

Los datos del último ESTUDES no dejan duda: las drogas más consumidas por los estudiantes preuniversitarios son alcohol y tabaco. Una de las variables novedosas que incluye la última encuesta realizada a alumnos de instituto de 14 a 18 años añade la variable del consumo por sexos y que permite ver como las chicas van escalando puestos. Por ejemplo, el consumo intensivo de alcohol en forma de borracheras está más extendido entre las mujeres.

Nuevas y peligrosas formas de consumir

En la editorial de “Adicciones”, el profesor Manuel Isorna y el psiquiatra Francisco Arias desgranan el último ESTUDES para advertir que 311.200 estudiantes empezaron a consumir alcohol por primera vez en el último año, más de 169.600 se estrenaron en el tabaco y casi 156.000 en el cannabis. Son cifras para todo el Estado –el Sergas indica que no puede dar datos autonómicos– y son bastante elevadas. Pero la cuestión ya no es solo cuántos, sino cómo.

De hecho, Manuel Isorna advierte que la mayor parte de los nuevos patrones de consumo de las sustancias no se contemplan en las encuestas cuando son, recalca, “muy peligrosos”. Algunos, dice, llegan a través de internet, que acelera su expansión. “Las modas hoy dependen de los influencers y de las redes sociales. Como dicen As Tanxugueiras, non hai fronteiras”. Eso hace que vaya todo “mucho más rápido”: en cuestión de meses, o semanas, “si me apuras, están aquí”, afirma.

En el artículo citan ejemplos que muestran cómo el patrón ya no es emborracharse tras salir, sino emborracharse cuanto más rápido, mejor, una moda “importada” del mundo anglosajón. Así, surgen nuevas formas que van más allá de la leyenda urbana, aunque todavía concede, puedan ser “puntuales”. “Son patrones de conducta que en España no se han creado todavía, que yo tenga conciencia pero es verdad”, indica, que al recibir numerosos visitantes de fuera, los jóvenes españoles –más bien universitarios, matiza– “acaban copiando este tipo de consumos”. Y un porcentaje anecdótico, cuando se multiplica por miles de individuos, ya no es tan anecdótico.

Al citar nuevas formas de consumir alcohol, por ejemplo, en la publicación hablan del “eyeballing” –aplicar alcohol sobre la mucosa ocular–, el “tampodka” –tampones impregnados en alcohol en vagina y ano, lo que puede servir para ocultar el consumo a los padres, por ejemplo–, los “oxy-shots” –uso de dispositivos de nebulización junto con oxígeno: un chupito equivaldría a tres cubatas–, la mezcla con bebidas energizantes o el jarabe púrpura, que se viraliza, apunta, por Justin Bieber. Pero también se mencionan las gominolas alcohólicas o la drunkorexia, que implica comer menos para ingerir bebidas alcohólicas “en exceso”.

En el caso del cannabis, aluden al “hotboxing” o submarino –inhalación del humo en cascos de moto o despensas–, la droga en pasteles, el “dabbing” –concentrado de cannabis en forma de aceite, que supone un subidón “doble” que los “porros”– o fumar en cachimba, lo que tendría otro lado negativo en la transmisión de enfermedades infecciosas. Además, avisa, no es igual fumar un “porro” hoy que hace 20 años: la concentración de THC es cuatro veces la de entonces.

Al consumo de sustancias, dice, lo afecta el contexto: modas, crisis económicas, pandemia... Esta fue “beneficiosa” para reducir la prevalencia de todas las sustancias entre los 18 y los 24 años porque se eliminó dónde se consume mucho: macrofestivales, botellones... Apunta además que el “atractivo” de estas nuevas formas de “colocarse” vienen de que los jóvenes quieran “estar a lo último” y “romper con el pasado” o del “mimetismo” de copiar lo que hacen otros.

Para Isorna, las medidas contra el consumo “son cortoplacistas, pequeñas e insuficientes”, aunque Galicia lo hace mejor que la media. Él propone, entre otras, formar a los padres por ley en colaboración con los centros, que quede claro que el alcohol no es un alimento, fomentar actividades físicas y culturales y, “como piedra angular”, sacar a los menores de la calle a partir de cierta hora.