Guerra Civil

'Bou Eva': 85 años de uno de los mayores suicidios colectivos de la Guerra Civil

Cercados por los falangistas, nueve gallegos antifranquistas se quitaron la vida a bordo del 'Bou Eva' en el puerto de Vigo

Recreación del suicidio colectivo del Bou Eva el 23 de abril de 1937.

Recreación del suicidio colectivo del Bou Eva el 23 de abril de 1937.

Javier H. Rodríguez

Durante la madrugada del 23 de abril de 1937 fueron sacados de un barco del puerto de Vigo los cadáveres de nueve personas. Una mujer y ocho hombres. "Nueve estaban heridos en la sien izquierda. Uno, el que debió matar a los otros por acuerdo de todos, se suicidó: tenía la herida en la sien derecha". Así lo contaba Rafael Dieste, bajo el pseudónimo de Félix Muriel, en una crónica publicada dos meses después en Nova Galiza, boletín quincenal de los escritores antifascistas.

Se consumaba así, según las escasas referencias de la época, uno de los mayores suicidios colectivos de la Guerra Civil de los que se tiene constancia. Así lo han tratado de preservar durante años en el imaginario colectivo los integrantes del ya extinto Foro pola Memoria Republicana de Galicia, a cuyo presidente, el poeta y catedrático de Literatura Galega Xesús Alonso Montero, se le debe gran parte de esta dignificación de las víctimas. Ahora, aquella tragedia cumple ochenta y cinco años sin ni siquiera una placa que lo recuerde.

Pero aquel suicidio colectivo no fue casual. Según la crónica poética que rubrica Dieste, las nueve personas habían embarcado en aquel barco, el Bou Eva, para huir. Pretendían escapar de Galicia tras meses esquivando la "persecución fascista". Según aquellas escasas apariciones en prensa, las víctimas eran socialistas, comunistas, galeguistas y, en definitiva, republicanos. Sus nombres eran Manuel Martínez, José Rodríguez, Fernando Rodríguez, Luis Álvarez, Camilo Campos, Carmen Miguel, Anxo Nogueira, José Losada Castelao y Manuel Rodríguez Castelao. Estos dos últimos, primos carnales del histórico político galeguista Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

Esas mismas fuentes hemerográficas explican que, cuando el barco de pesca se disponía a zarpar, un tripulante del Bou Eva los delató y los nueve antifranquistas se atrincheraron en la bodega del navío. En ese momento, fue cuando una embarcación con un gran aljibe se habría aproximado al Bou Eva para contener la huida. No solo eso, la intención de aquel barco era inundar la bodega donde se escondían los nueve republicanos. “Los fascistas arrimaron el barco al puerto e inundaron la bodega del barco. Primero con agua fría. Después con agua hirviendo. Los acosados no salían... Se oyeron disparos...", relataba Rafael Dieste con los testimonios que recogió en el texto titulado No linde da liberdade. Unha morte lanzal, publicado a más de mil kilómetros de distancia del lugar de los hechos.

Ningún discrepante

"No hay ningún discrepante. Ninguno está de acuerdo en salir con los brazos en alto como les pedían porque sabían que morirían igual, pero antes serían torturados", explicaba Alonso Montero en la presentación de la obra nominada al Premio Nacional de Literatura, Unha morte lanzal. A Traxedia do Bou Eva, de Julián Rodríguez Novo, que narra aquella historia. "Si un hecho tan dramático, tan trágico como el que protagonizaron los nueve republicanos en el Bou Eva ese día de abril de 1937 ocurriese en los años del conflicto bélico de la Guerra Civil española en cualquier parte de Cataluña, en este momento habría un museo que se llamaría Museo do Bou Eva que tendría tantas visitas como el campo de concentración de Auschwitz”, remataba el expresidente de la Real Academia Galega.

El encargado de empuñar la pistola con la que las nueve víctimas decidieron forzosamente poner fin a su vida fue el vigués Anxo Nogueira Nogueira. Gerente de una fábrica de conservas y miembro de las juventudes comunistas, Nogueria se mató tras disparar a los otros siete hombres y a su propia mujer, Carmen Miguel Agra, la más joven del grupo, con 24 años. Pero aquel matrimonio dejó en tierra a sus dos hijas junto a sus abuelos. Una de ellas, Concha Nogueira, tenía cuatro años cuando sus padres fallecieron. A pesar de todo, ha recordado en multitud de ocasiones aquel momento tan duro: “Ella [su abuela] lloraba mucho y nos tenía en el colo, pero no quería decirnos por qué estaba así. Enseguida se corrió la voz por todo el barrio y nos llamaban As nenas do Bou”.

La prosa poética de Dieste

Fue entonces cuando nuestros ojos, abiertos al recuerdo, recibieron en un relámpago