MEDIO AMBIENTE

Las guerras del agua: así agrava el calentamiento global los conflictos armados

Una herramienta documenta los 1.297 choques ligados al acceso a este recurso a lo largo de la historia

Un solitario árbol junto a un potrero en Nueva Gales del Sur, Australia.

Un solitario árbol junto a un potrero en Nueva Gales del Sur, Australia.

Uno podría pasar días enteros, semanas incluso, estudiando este mapa. Ir de la guerra de Sumeria, en el 2.500 antes de Cristo, a la destrucción de una presa en Ucrania por parte del ejército ruso el pasado mes de febrero, y durante el trayecto recorrer los 1.297 conflictos relacionados con el agua a lo largo de la historia que documenta esta herramienta, llamada Water Conflict Chronology, para acabar concluyendo, como hacen los expertos que la han creado, que el cambio climático está intensificando los enfrentamientos armados ligados a este recurso.

El calentamiento global provoca que los territorios secos sean todavía más secos y calurosos, multiplicando los choques por el agua. Cuánto influye el aumento de las temperaturas en cada conflicto resulta difícil de medir, y factores como una mala gestión y una mayor demanda ligada al imparable aumento de la población juegan un papel tan o más importante.

Pero los responsables del trabajo, un prestigioso centro de estudios norteamericano llamado Pacific Institute, aseguran que el cambio climático “empeora las condiciones que provocan los enfrentamientos relacionados con el agua: sequías, escasez y desigualdades”.

Este tipo de conflictos no han dejado de aumentar durante las dos últimas décadas, asegura la investigación, que recoge tanto sucesos a pequeña escala (los enfrentamientos el año pasado en la localidad argentina de Trelew por un proyecto minero) como largas guerras. La de

Siria

, por ejemplo.

La sequía extrema que vivió el país entre 2006 y 2009 fue debida al cambio climático, según una investigación publicada años después, y esta fue a su vez uno de los factores que provocaron los violentos estallidos contra el Gobierno de Bashar al-Ásad en 2011, que dieron pie a la contienda. 

Desde el año 2000, según los cálculos del estudio, una cuarta parte de los conflictos armados relacionados con el acceso al agua han tenido lugar en tres de las áreas del planeta más golpeadas por el calentamiento global: Oriente Próximo, el sur de Asia y el África subsahariana. En todo el planeta, el número de enfrentamientos armados ligados al recurso han pasado de menos de 20 en 2001 a 122 de 2021. 

Una presa en Ucrania

La herramienta fue actualizada por última vez a mediados del pasado mes de marzo, y no recoge los combates en la ciudad ucraniana de Mariupol, donde sus habitantes, asediados, llevan semanas tratando de sobrevivir sin agua

Pero el mapa sí incluye en último lugar de su relación cronológica la destrucción por parte del ejército ruso de una presa que impedía la llegada de este recurso al territorio de la península de Crimea, que Vladimir Putin se anexionó en 2014.

La lista no pretende ser exhaustiva. Comienza en Sumeria, al sur de de la antigua Mesopotamia, con la primera guerra documentada de la historia, en 2.500 antes de Cristo, antes de los relatos bíblicos del Diluvio Universal y Moisés separando el Mar Rojo. Dos ciudades rivales, Lagash y Umma, batallaron por el control del agua. La palabra ‘rival’, de hecho, tiene sus raíces en los conflictos relacionados con el líquido. Proviene del latín ‘rivalis’, que significa “el que vive al otro lado del río”.

Un recurso que no desaparece

La cantidad de agua que había entonces en la Tierra, cuando Urlana, rey de Lagash, desvió el recurso hacia sus canales e intentó dejar a Umma sin él, no es, a grandes rasgos, mayor de la que hay ahora. El planeta no se está quedando sin agua, porque el agua, técnicamente, nunca desaparece. Cuando abandona un lugar, se marcha a otro distinto. El número de litros de agua dulce en el planeta apenas ha cambiado a lo largo de millones de años. Pero los humanos hemos crecido de forma desenfrenada desde comienzos del siglo pasado, de los 1.650 millones de entonces a los casi 8.000 de ahora. Y lo más importante: hemos contaminado gran parte de este recurso y el cambio climático está provocando que ahora resulte mucho más complicado que antes predecir cuándo habrá inundaciones y sequías.

Sin embargo, el calentamiento también puede facilitar el pronóstico de dónde ocurrirán los próximos conflictos ligados al agua. El mapa interactivo del Pacific Institute juega un relevante papel en iniciativas como la desplegada por los gobiernos de Holanda y Alemania, que junto a varios centros de estudios han creado una herramienta que desde 2018 intenta anticipar dónde la escasez de agua generará conflictos armados o empeorará los ya existentes, basándose en los choques pasados para intentar prever los futuros. 

La última publicación de esta iniciativa, llamada Water Peace Security, detecta serios riesgos a lo largo de 2022 en Libia, la zona del Sahel, Etiopía, Somalia, Madagascar, Afganistán, Pakistán y Birmania, entre otros países. El objetivo, explican sus responsables, consiste en evitar los enfrentamientos antes de que prenda la mecha, ofreciendo información a los organismos internacionales y los gobiernos.

España: 142 litros por persona

No hay ningún patrón exacto que fije cuánta agua necesita una persona al día, pero los expertos suelen hablar de un mínimo de 50 litros. La mayoría de los humanos suelen beber entre dos y tres litros, menos de lo que se gasta cada vez que se tira de la cadena del inodoro.

El consumo medio en los hogares españoles es de 142 libros por habitante al día, de los que el 19% se emplean en la cocina, el 73% en el cuarto de baño y solo el 8% en otras actividades en distintas estancias de una vivienda.

España

, por cierto, solo aparece en una ocasión en la herramienta que documenta los conflictos a lo largo de la historia, pese a ser una de las zonas de Europa con un menor volumen de recursos hídricos. En 1937, durante la Guerra Civil, el bando nacional atacó los embalses de Ordunte (Burgos) y Burguillo (Ávila).  

Otros países están mucho más representados, y todo indica que el incremento de conflictos seguirá creciendo a una velocidad igual o mayor ante la ausencia de acciones para frenar el calentamiento global, con el último informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), divulgado el pasado 4 de abril, alertando de que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse a la mitad antes de 2030. Si no hay un drástico cambio de este tipo, señala el trabajo, los termómetros del globo subirán una media de 3,2 grados. Y con este aumento, el acceso al valioso recurso se verá cada vez más comprometido. Hay formas de reemplazar el gas y el petróleo, pero no el agua