Opinión | PAÍS VASCO

Una nueva mirada

El nacimiento de un nuevo periódico es buena noticia. Nace una nueva mirada a la que damos la bienvenida y deseamos el mejor futuro.

Este periódico nos plantea compartir una visión a diez años vista. Lo hago sumando dos puntos de vista: cómo creo que será ese futuro y cómo me gustaría que fuera.

La experiencia vivida la última década no es, precisamente, una invitación al optimismo. 

En la mirada desde Euskadi al conjunto del Estado me refiero a la paulatina pérdida de valor de la idea de diversidad. Es un hecho constatado en la biología que la destrucción de la biodiversidad es uno de los principales riesgos para el futuro del planeta. En el Estado español, se ha consolidado un camino hacia la pérdida de esa "biodiversidad". Se ha instalado en lo que podemos denominar como "poderes del Estado" una visión que contempla como factor de riesgo la diversidad cultural o lingüística, económica o social, institucional o política. 

A lo largo de la última década, y con un especial impulso este último año y medio de pandemia, hemos asistido a una corriente de fondo favorecedora de la uniformización y centralización del poder político en el Estado. La mirada se ubica, cada vez más, en el centro. Si se considera que la esencia la posee el centro, parece que todo debe pasar por ese centro. Esta mirada responde a una globalización mal entendida que apuesta por la uniformidad en lugar de la diversidad. 

Planteo una mirada política distinta y lo hago en un momento muy especial. Este 1 de octubre se han cumplido 85 años de la aprobación del primer Estatuto Vasco. Sobre esta base se constituyó el primer Gobierno Vasco del Lehendakari Agirre, un ejecutivo plural que puso en marcha la institucionalización de Euskadi y mantuvo viva su llama desde el exilio durante toda la dictadura. Tras la llegada de la democracia, el 25 de octubre de 1979, la ciudadanía vasca aprobó en referéndum el Estatuto de Gernika.

Han pasado casi 42 años y el Estatuto, un pacto acordado y refrendado, sigue incumplido. En el último Pleno de Política General en el Parlamento Vasco planteé la realidad que ha documentado el libro La erosión silenciosa que desvela las invasiones competenciales, la jurisprudencia constitucional que está estrechando el margen de la lectura estatutaria y el progresivo debilitamiento de la capacidad competencial de Euskadi. Estamos asistiendo a una mutación progresiva de las reglas políticas de relación entre Euskadi y el Estado que parece perseguir una nueva relación más uniformizadora, con una Administración central más gestora y orientada a la recentralización del poder político.

Ante esta realidad, hemos vuelto a plantear la necesidad de establecer un sistema de relación bilateral que garantice el cumplimiento de los acuerdos adoptados. El modelo vasco de Autogobierno es singular, diferenciado y constituido por la titularidad de los Derechos Históricos. Así se desprende de la Disposición Adicional Única del Estatuto de Gernika, la Disposición Adicional Primera de la Constitución y la Disposición Derogatoria Segunda de la Constitución.

En la mirada al futuro, estamos planteando un "pacto de ejercicio de soberanía compartida". Es decir, lealtad recíproca y seguridad jurídica en las relaciones y en el ejercicio de un Autogobierno actualizado y adecuado a la nueva realidad europea. Un Autogobierno vertebrador que permita seguir avanzando en el desarrollo y bienestar individual y colectivo. 

Nuestro objetivo político es dar respuesta a la conciencia social mayoritaria en Euskadi y contribuir a resolver el denominado "problema vasco", consolidando un sistema político de convivencia. Esta opción se puede abrir paso en el orden Constitucional, estableciendo un instrumento que preserve la bilateralidad con garantías de cumplimiento de lo acordado. 

Cada vez van a ser más frecuentes las alianzas de colaboración entre las comunidades y las regiones en Europa"

Esta nueva mirada se orienta a contar con las competencias necesarias para poder construir el futuro deseado desde un modelo de concertación y colaboración. La sociedad vasca sigue teniendo retos pendientes y oportunidades que exigen colaboración y esfuerzo compartido. Una colaboración, primero, dentro de Euskadi, tanto en la relación entre las instituciones como con la iniciativa privada y el tercer sector social. Una colaboración también en la mirada al exterior. Estoy convencido de que cada vez van a ser más frecuentes las alianzas de colaboración entre las comunidades y las regiones en Europa. Alianzas en donde se pueden defender intereses compartidos distintos a los decididos desde el centro. Intereses más acordes con los retos, prioridades y necesidades de las comunidades y regiones. En nuestro caso, estamos impulsando el Corredor Atlántico como una apuesta estratégica compartida.

Un modelo de colaboración público privado para afrontar la triple transformación global: Tecnológico-Digital, Energético-Medioambiental y Socio-Sanitaria. Una transformación que, posiblemente, la pandemia sufrida haya contribuido a acelerar. En Euskadi estamos impulsando este proceso desde el modelo de Desarrollo Humano Sostenible y la Agenda 2030, asentado sobre cuatro pilares: Innovación, Sostenibilidad, Cohesión Social y Autogobierno. 

La pandemia ha puesto a prueba nuestras capacidades. Ahora nos corresponde compartir la mirada al futuro. Al fin y al cabo, el objetivo más elevado de la política es lograr una convivencia social equilibrada en oportunidades, derechos y deberes. Una sociedad integrada e integradora. Esta es la nueva mirada que nos proponemos para la etapa post pandemia.