ELECCIONES 23J

Lecciones de los "cara a cara" internacionales: de la retranca de Reagan al "cálmese" de Sarkozy

Importar estrategias no siempre funciona, apuntan los expertos: fue el caso de "la niña de Rajoy"

Debate de Clinton y Trump

Debate de Clinton y Trump / REUTERS/Mike Segar

Del “¡cálmese y no me señale con el dedo!” que le espetó Nicolas Sarkozy a Ségolène Royal al apretón de manos duro que le dio Donald Trump a Hillary Clinton para intimidarla, pasando por el mítico sudor de Richard Nixon en el primer debate televisado con un jovencísimo John F. Kennedy. Los “cara a cara” electorales son una fuente de anécdotas y de enseñanzas que los expertos de comunicación política de los partidos estudian y replican, en ocasiones con escaso éxito. Las principales formaciones desempolvan ahora sus libros de estilo para debates "cara a cara", por si Alberto Núñez Feijóo acepta el reto de Pedro Sánchez de realizar alguno de los seis que le ha propuesto de aquí a las elecciones del próximo 23 de julio. 

“Una de las lecciones aprendidas es que importar estrategias del extranjero a los debates en España no siempre funciona bien”, apunta Nacho Martín Granados, politólogo y miembro de la Asociación de Comunicación Política. “Eso se constató con ‘la niña de Rajoy’, la referencia del expresidente a una niña que representaba el futuro. La imagen ya había sido utilizada por el presidente mexicano Felipe Calderón, y le salió bien; también lo habían hecho Barack Obama o Cristina Fernández de Kirchner. Rajoy los emuló en un debate en 2008 contra José Luis Rodríguez Zapatero, con poco éxito: se convirtió en motivo de burla”.

Otro de los cara a cara nacionales míticos fueron los de José María Aznar contra Felipe González en 1993. El popular quería arrebatar la presidencia de un socialista en decadencia, mermado por el GAL y la corrupción. El primer encuentro, que vieron diez millones de espectadores, lo ganó con claridad Aznar. Pero González consiguió destacar en el segundo, y hay un cierto consenso en que eso salvó su presidencia una legislatura más.

“No usaré la edad de mi contrincante”

sentido del humorenfrentamientos electorales en España

En las elecciones presidenciales de 1984, el líder conservador y presidente Ronald Reagan tenía 73 años, y se enfrentaba a un candidato demócrata diez años más joven, Walter Mondale. Durante semanas, se discutió sobre si su avanzada edad podía ser un problema en caso de tener que enfrentarse a una crisis de seguridad. La respuesta de Reagan fue un prodigio de retranca: "No haré de la edad un asunto de esta campaña: no explotaré, por motivos políticos, la juventud e inexperiencia de mi contrincante”, le dijo Reagan a Mondale, que no pudo evitar reír ante la salida ingeniosa de su interlocutor y las carcajadas contagiosas del público.

En el sentido contrario, los debates pueden mostrar la antipatía o lejanía de los candidatos. Es lo que le ocurrió al republicano George Bush padre en un debate a tres contra el multimillonario independiente Ros Perot y un joven aspirante demócrata que más tarde sería presidente, Bill Clinton. George Bush no paraba de mirar el reloj, ante las preguntas de los periodistas y del público. No le apetecía estar allí, quería terminar, o al menos esa fue la imagen que proyectó. Dejó la sensación de querer acabar con las preguntas del público.

El sentido del humor también parece estar detrás del extraño gesto (una mueca con la lengua fuera) que hizo el ya difunto John McCain en un cara a cara contra Barack Obama. El militar republicano quería arrebatar el segundo mandato al demócrata, pero no lo consiguió. 

John McCain hace un gesto tras Barack Obama

John McCain hace un gesto tras Barack Obama / PBS

En las elecciones de 2016, Donald Trump consiguió ser elegido presidente de Estados Unidos con una campaña muy dura. En el debate contra Hillary Clinton, el candidato republicano no paraba de fijar su mirada en su interlocutora, con dureza, o de darle la mano con excesiva firmeza. “Quería intimidarla con un lenguaje corporal muy agresivo, como de ‘macho alfa’, para mostrar que ella, una mujer, no podía ser comandante en jefe. Y para forzarla a que cometiera un error, que es justo lo que no hay que hacer en un debate: hay que salir a no fallar”, explica Martín Granados. 

“¡Cálmese. No me apunte con el dedo!”

En Francia, la tradición de realizar debates presidenciales cara a cara comenzó en 1974, con el duelo protagonizado entre Valéry Giscard d’Estaing y François Mitterrand. La tradición sólo la rompió Jacques Chirac en 2002, para no enfrentarse al ultraderechista Jean-Marie Le Pen. Chirac rechazó ese cara a cara alegando que no quería “avalar la banalización del odio” que a su juicio representaba su contrincante en las urnas, al que terminó venciendo. 

Entre los 'cara a cara' electorales que aun se recuerdan en el país vecino figura el pulso que mantuvieron Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal ante 20 millones de telespectadores el 2 de mayo de 2007 porque no fue precisamente un intercambio de opiniones amable. La candidata socialista alzó el tono cuando acusó al Gobierno de haber desatendido la escolarización de las personas con discapacidad. “Cálmese y no me señale con el dedo!”, le respondió el entonces ministro del Interior, pronunciando una frase que ha pasado a formar parte de la historia de los debates.

“Para ser presidente de la República, hay que estar tranquilo”, agregó un candidato que, paradójicamente, no se caracterizaba por su carácter flemático. Ségolène Royal reivindicó entonces su derecho a perder la sangre fría y muchos analistas vieron en ese momento concreto el gran error de la aspirante socialista. “No me calmaré. Hay enfados absolutamente sanos, porque se trata del sufrimiento de la gente. Hay enfados que tendré incluso cuando sea presidenta de la República”. Los electores lo vieron de otra forma y llevaron al Elíseo a Sarkozy.