Las elecciones en Baleares son un plebiscito en torno a la figura de Francina Armengol

Balears prevé un resultado nítido para el reparto de los 59 diputados de su Parlament el 28M. El balance será 30 a 29. Ya solo falta decidir qué bloque alcanzará la treintena de la mayoría absoluta, una vez descartado que ningún partido pueda sumar esa cifra en solitario. El PSOE defendía el título con expectativas declinantes, pero las últimas encuestas le conceden opciones de mantener su Pacto de Progreso con Podemos y los ecosoberanistas de Més. Aunque el PP arranque con la vitola de favorito y albergaba ensoñaciones de gobernar en solitario, necesitará la muleta de Vox para coronar la preciada treintena. Con Ciudadanos en vías de extinción, el panorama se redondea con los regionalistas de El Pi, amenazados por el listón del cinco por ciento imprescindible para franquear el umbral de la cámara.

Con el botín de los pactos correspondientes, seis partidos reclaman por tanto cuotas de poder efectivo. Las negociaciones serán más importantes que las elecciones, pero el eje del 28M es unipersonal. Saldrá a debate la figura de Francina Armengol, la primera mujer en presidir Balears y que ya lleva ocho años en la sede del Consolat con una pandemia de por medio. La candidata socialista ha asumido su papel de eje de la disputa, con vallas adornadas por un “presidenta” de tamaño gigantesco, frente a la modesta tipografía de las siglas PSOE.

El plebiscito en torno a la figura de Armengol arrinconará sus atributos de republicana, nacionalista, izquierdista y feminista, para valorar la capacidad de rendir a sus pies al santoral completo de los hoteleros, excepto Barceló. Ha labrado el consenso universal desde una política moderada, y más dura en los confinamientos de la pandemia que en el propio Wuhan. De ahí la paradoja de que la derecha acuse a la izquierda de no haber llevado a cabo una gestión de suficiente enjundia progresista, que por supuesto no abordará PP/Vox en caso de victoria.

Armengol ha logrado ser la presidenta de todos los baleares, lo cual no implica que vayan a votarla. Otra certeza del 28M es que la presidenta de la comunidad será una mujer. El PP promocionó a la diputada Marga Prohens, el látigo de Irene Montero en el Congreso, durante la era de Pablo Casado. Ni siquiera se disimuló la proximidad de su perfil a Isabel Díaz Ayuso, cuando se pretendía exportar el modelo madrileño, aunque la mallorquina de raíces nacionalistas ha atemperado sus prestaciones sonoras en la etapa de Núñez Feijóo. Junto a Vox, sumará 30 diputados si no son 29, y los candidatos de la ultraderecha moderada ya le han recordado que debe inspirarse en Castilla y León para conseguir su apoyo.

Prohens es prácticamente una desconocida frente a la veteranía de Armengol, pero la victoria de la segunda sería una sorpresa a pesar del respaldo del CIS. Otra candidata significada al Parlament balear es Patricia Guasp por Ciudadanos. Las expectativas de la líder estatal del partido en extinción, con cinco escaños en la actualidad, son más que limitadas.

Si no hay pandemia, Balears acoge anualmente más de quince millones de turistas. La cifra solo adquiere su verdadero relieve anotando que, si el resto de España recibiera la misma proporción de personas que el archipiélago, el país atraería a dos mil millones de visitantes al año. Bajo estas coordenadas, sería irresponsable no centrar el debate económico y social en la saturación turística, que convierte a la comunidad en una gigantesca planta industrial. El PSOE se incorpora tímidamente a la palabra decrecimiento que enarbolan sus socios, el PP predica un aumento de la oferta ya desbocada.

Los clisés son inmortales, y Balears pasará a la historia como una autonomía de derechas, a la altura o por encima de Galicia. Históricamente, el PP todavía concentra la superioridad en cuarenta años de gobiernos regionales, por 24 a 16. Sin embargo, la tónica se invierte al considerar únicamente los ejecutivos del siglo XX, con 16 años a ocho para la izquierda. Armengol es la única candidata socialista que ha superado al PP en unas autonómicas. Por eso ha planteado el 28M en primera persona.

En fin, la irregular distribución por islas provoca una distorsión demográfica, con el voto de un menorquín equivalente al de cuatro mallorquines. Ibiza se inclinará probablemente hacia la derecha, el único escaño de Formentera apunta a la izquierda, Menorca es un feudo progresista y Mallorca se erige en el gran desafío para las encuestas.

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