
EDUCACIÓN EMOCIONAL
Estos son los síntomas que pueden indicar que tu hijo sufre ansiedad
Nueve millones de adolescentes europeos entre 10 y 19 años padecen una enfermedad mental, según Unicef

Tendemos a pensar que los niños y las niñas no sufren las consecuencias del estrés y la ansiedad, que muchas de sus preocupaciones “son cosas de niños” y no debemos darles demasiada importancia. Pero lo cierto es que, según el informe de Unicef “Estado Mundial de la Infancia 2021”, nueve millones de adolescentes europeos entre 10 y 19 años padecen una enfermedad mental.
Este informe también señala que la ansiedad y la depresión son los trastornos más comunes entre los adolescentes europeos, siendo más comunes entre chicas (70,1%) que entre chicos (39,6%).
Síntomas de ansiedad en niños y niñas
Teniendo en cuenta estos datos, es importante que estemos atentos por si nuestros hijos presentan síntomas que nos indiquen que pueden estar sufriendo estrés o ansiedad. La psicóloga Úrsula Perona resalta los siguientes síntomas:
Irritabilidad o mala conducta. Los niños tienen muy poca maduración emocional y casi todas las emociones al final acaban expresándolas en forma de mal comportamiento.
Cansancio excesivo. Sensación de agotamiento, somnolencia...
Falta de motivación. No tienen ganas de jugar, de salir, de ir al cole... Actividades que solían llevar a cabo en su rutina, incluso que solían hacerles ilusión, ahora no se sienten motivados.
Que estén llorones o tristes, están desbordados por las emociones y normalmente tienen el llanto bastante fácil.
La somatización, es decir, que los niños experimenten dolores o malestar que a priori no se reconocen a través de un examen médico. Normalmente son dolores gastrointestinales y dolores de cabeza.
Trastornos del sueño. Un niño estresado probablemente tendrá preocupaciones que podrán hacer que aparezcan dificultades para conciliar el sueño, con muchos despertares, pesadillas...
Incremento de las manías. Cuando una persona está más ansiosa a veces se incrementan sus manías, y si tenía una manía de orden, por ejemplo, se ve acrecentada.
Cambios en la alimentación. Puede que tengan más ganas de comer que de normal, o todo lo contrario, que tengan menos apetito que habitualmente. También puede que pidan comer más dulces o con horarios desordenados.

La ansiedad y la depresión son los trastornos más comunes entre los adolescentes europeos según Unicef /
Consejos para ayudar a nuestros hijos a gestionar el estrés y la ansiedad
Úrsula Perona también nos da consejos para poder identificar la ansiedad en los niños y poder ayudarles a gestionarla, en la medida de lo posible.
Observar bien a nuestros hijos: si identificamos alguno de los anteriores factores en nuestro hijo, es importante intentar averiguar qué le puede estar influyendo.
Fomentar la comunicación: si nuestro hijo/a es adolescente, es probable que si está estresado o ansioso se retraiga o se aísle de nosotros, lo que dificulta el proceso comunicativo. Sin embargo, por nuestra parte debemos proporcionarles una escucha activa que propicie la comunicación, que se abran a nosotros cuando lo necesiten, y eso se consigue cuando ellos sienten que de verdad nos importa y tiene mucho valor lo que nos están contando.
Legitimar todas sus emociones y acompañarles: bloquear algunas emociones, negarlas o tratar de huir de ellas no les beneficiará, sino todo lo contrario. Legitimar, poner nombre y aceptar todas las emociones que sienten es clave para una buena gestión emocional.
Evitar la sobrecarga informativa: ayudemos a nuestros hijos/as a gestionar la cantidad de información que reciben y proporcionémosles la información apropiada en función de su edad, siempre buscando fuentes fiables y certeras.
Fomentar un uso responsable de las tecnologías, que pueden actuar como fuertes estresores tanto para nosotros como para nuestros hijos:
Pasar mucho tiempo delante de las pantallas les impide estar haciendo otras cosas más saludables para ellos, como estar jugando, leyendo o estar simplemente aburriéndose y mirando al techo, que también es necesario.
Los estresores derivados de las redes sociales, por ejemplo: la imagen corporal, que sus publicaciones tengan o no tengan likes, la aprobación social, el ciberbullying...
La exposición continuada –a veces exagerada– a estímulos digitales constituye un factor de estrés para los más pequeños, además puede contribuir a crear insomnio y adicción.
Si identificamos los síntomas mencionados en nuestros hijos, además de ayudarles a saber qué les está llevando a sentir ansiedad, apoyarles y guiarles en su gestión emocional, sería recomendable buscar atención psicológica para que este proceso sea más llevadero y nuestro hijo reciba ayuda de profesionales.
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