COTIZA EN EL BME GROWTH

Cientos de inversores quedan atrapados en Hannun, una web de muebles 'sostenibles' que quema dinero para sobrevivir

  • La empresa salió a Bolsa sin resolver un problema que impide a cientos de pequeños inversores operar con sus acciones

  • En los cuatro meses que los accionistas llevan bloqueados, el valor de la acción ha caído un 40%

  • "Hannun se ha desentendido. Cuando por fin podamos vender, habremos perdido dinero", expresa uno de los afectados

Maurici Badía y Joan Álvarez, fundadores y CEO de Hannun, empresa de muebles sostenibles

Maurici Badía y Joan Álvarez, fundadores y CEO de Hannun, empresa de muebles sostenibles / Hannun

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Hannun, una pequeña empresa española de muebles que salió a la Bolsa de las pymes —el BME Growth, antes conocido como Mercado Alternativo Bursátil— el pasado mes de junio, mantiene a varios centenares de inversores particulares atrapados. No pueden vender sus acciones, y así llevan desde el día del debut, debido a una cadena de contratiempos que implica a la compañía y a Crowdcube, una plataforma de financiación colectiva británica. La acción ha perdido un 40% de su valor desde que empezó a cotizar, pasando de valer 1,13 euros a 0,61 euros. Los pequeños inversores que un día confiaron en el proyecto se sienten abandonados. "Hannun se ha desentendido", expresa uno de los afectados. "Siguieron adelante con una salida a Bolsa en la que más de quinientos accionistas han quedado bloqueados. Cuando por fin podamos vender, habremos perdido dinero. Y el valor de la acción estará hasta entonces falsamente sostenido".

Fundada en 2017, Hannun es una web de venta de muebles cuyo principal reclamo son los valores de "sostenibilidad" que predica. Acumula certificaciones de compromiso ambiental y resume su misión en varios puntos: salvar el planeta, poner a las personas en el centro, hacer una sociedad más inclusiva y reducir residuos. Apuesta, dice, por "una industria del mueble slow-furniture" frente a lo que denominan fast-furniture, o producción industrializada y a gran escala como la que hacen IKEA y Maisons du Monde. Su modelo de negocio consiste en derivar la producción a talleres artesanales y hacer, en la medida de lo posible, encargos bajo demanda. Pero para que eso funcione y la empresa sea rentable necesitan recurrencia y volumen: que sus clientes vuelvan y compren más muebles. Para ello han optado por invertir mucho en marketing —principalmente en Facebook, Google e Instagram—, aunque esto signifique gastar más de lo que ingresan (o quemar dinero, en jerga empresarial). En 2021, y según la información disponible en su folleto de salida a Bolsa, Hannun perdía una media de 15 euros por pedido.

Hannun no solo es una empresa en pérdidas, sino que lleva en quiebra técnica, con un patrimonio neto negativo, desde 2019. Según sus propias cuentas, revisadas por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, sigue operativa porque un real decreto permitió no considerar las pérdidas de 2020 y de 2021, años de COVID, como causa de disolución. También porque ha recaudado fondos en diversas ampliaciones de capital y porque, en última instancia, ha salido a Bolsa para obtener más financiación. Solo ocho meses antes de empezar este proceso la compañía acudió a la Crowdcube, la plataforma de 'crowdfunding' que más tarde le daría problemas, para captar cerca de un millón de euros. Aun sabiendo que estos inversores quedarían atrapados, los dueños siguieron adelante porque era eso o cerrar por quedarse sin dinero.

Email de invitación a invertir en Hannun./ HANNUN


"Estábamos en un punto donde la situación económica de la compañía requería hacer otra ampliación de capital. Las proyecciones decían que no dábamos para mucho más", sostiene el CEO, Joan Álvarez. "Pero no fue un rescate. Estaba todo previsto. Si hubiéramos decidido paralizar la salida a Bolsa, ahora estaríamos hablando de otra cosa. Hubiéramos esperado [a solucionar el problema con Crowdcube] si no fuera porque teníamos problemas muy graves a nivel de liquidez y tesorería. Poníamos en riesgo a la compañía y podíamos dejar a setenta personas en la calle".

Siempre en pérdidas

Álvarez trabajaba como director de proyectos en Demium Barcelona, una incubadora de startups con sede en varias ciudades españolas, cuando conoció a Maurici Badía, el ingeniero industrial y emprendedor que creó Hannun. Lo hizo tras volver de trabajar durante varios años en una farmacéutica de China. Para ganar algo de dinero, decidió poner una de las habitaciones de su piso en Airbnb y decorarla con muebles hechos por él mismo, según explicó en una entrevista en Elle Decor. "Lo vi claro. Aquel tipo de mueble do it yourself de madera maciza gustaba y no había ninguna marca o empresa que los vendiera". Subió unos cuantos a Wallapop, vio que la idea funcionaba y, tras constituir la sociedad, entró a Demium. Allí, Badía y Álvarez se unieron y Hannun empezó a rodar como web de venta de muebles.

En 2018, viendo que las ventas iban bien, Álvarez y Badía centraron sus esfuerzos en externalizar la producción. En lugar de fabricar ellos los muebles, buscaron talleres de carpintería y artesanía en toda Catalunya atacando así "dos puntos clave", relata el folleto del BME: la escalabilidad del proyecto (a más talleres asociados, más capacidad de producción y venta) y "el mensaje que la marca lanzaba a su público. Hannun se convertía en la primera marca online de muebles fabricados por artesanos y carpinteros de toda España, dando trabajo a quien más lo necesitaba y de manera local, responsable y justa".

Pese al buen ritmo de las ventas, el negocio de Hannun —como el de muchas otras startups que salen a Bolsa— no es rentable. En 2018 declararon 101.000 euros de pérdidas, cifra que se multiplicó en los años siguientes. Así, en 2019 las pérdidas ascendieron a 470.000 euros, en 2020 superaron el millón y medio y 2021 han alcanzado los 4,7 millones de euros, frente a los 4,1 millones de facturación de ese ejercicio. Para seguir funcionando recurrieron a tres ampliaciones de capital entre 2018 y 2020 y a otra más en 2021. Una parte de esta última fue la que se ejecutó en Crowdcube. En diciembre de 2020, la empresa envió un email a los suscritos a su newsletter —a quienes se dirige como "Hannuers"— invitándoles a "formar parte del futuro de Hannun" invirtiendo desde quince euros. En dicha comunicación incluían un gráfico con el crecimiento de las ventas, pero no mencionaban las pérdidas. El dinero iría destinado a que Hannun consiguiera su "ambiciosa meta" de convertirse en el "líder del mobiliario ético en Europa".

"Abrimos una parte de la ampliación en esa plataforma. A través de Crowdcube se captó medio millón de euros, aproximadamente, pero algunos de esos inversores iban por fuera porque invirtieron más de cierta cantidad. Esto fue a principios de 2020", relata el CEO de Hannun. "En septiembre de ese año comunicamos que teníamos un plan para salir a Bolsa y que estábamos preparando los trámites. Uno de ellos es que cada accionista nos pase la cuenta de valores en la que quiere que depositemos sus acciones".

No es habitual que una empresa que recurre al equity crowdfunding —una fórmula para recaudar dinero que convierte a los participantes en accionistas— salga a Bolsa. Un caso anterior fue el de Pod Point, una compañía inglesa que salió a la Bolsa de Londres tras tres rondas de financiación en Crowdcube. Pero el caso de Hannun era inédito por ser una empresa española. En plena preparación del papeleo para el debut, Hannun y la plataforma se dieron cuenta de que el método que usa Crowdcube para recibir el dinero de los pequeños inversores es incompatible con una salida a Bolsa en nuestro país.

La plataforma británica crea, con cada startup que decide financiarse ahí, un nominee: una sociedad intermedia, "habitual en los mercados anglosajones, que ostenta la titularidad jurídica de las acciones adquiridas por los inversores minoristas", dice a este periódico Pepe Borrell, portavoz de Crowdcube en España. Así, cuando Hannun fue a salir a Bolsa se encontró con que tenía que depositar las acciones en dicha sociedad, que a su vez tendría que derivarlas a cada uno de los inversores minoritarios. "Es una figura que existe en Reino Unido pero que tiene un lío implícito, porque al no ser propietaria de las acciones no tiene entidad legal para crear una cuenta de valores", relata el CEO de la compañía catalana. "Empezaron a moverlo y no encontraron solución. Pasaron dos semanas. Nosotros ya teníamos las cuentas de valores de todos los socios y solo nos faltaba la de Crowdcube".

"Nuestra actitud fue: vamos a verlo, a buscar alternativas, os conectamos con bancos, con abogados. Empezamos a ver que una posible solución era entregar las acciones a cada accionista pero ellos vieron que iba a ser lento, porque tenían que recopilar los datos de cientos de personas", continúa. "No se termina de aclarar y llega un momento en el que lo tenemos todo listo para salir a Bolsa. Se decide que las acciones de Crowdcube queden a la espera de ser transferidas. Y en eso estamos. Algunas ya se han transferido, pero está tardando más de lo previsto".

En el momento de escribir este artículo, varios accionistas habían recibido ya un contacto del banco para recibir sus acciones. Pero aún quedan semanas, según Crowdcube, para solucionar por completo el problema. Tanto Hannun como la plataforma, que asegura que es la primera vez que algo así sucede y en la que hay más de setenta empresas españolas, admiten su responsabilidad. Los afectados no esconden su disgusto con la empresa de muebles. "Al final los que han dado la cara son los de Crowdcube. Es verdad que es su obligación, pero creo que como mínimo Hannun tendría que haber contactado", dice uno. Mientras, el precio de la acción sigue cayendo. En un email a un accionista compartido en un foro común, un empleado de Hannun critica la visión cortoplacista de quienes ya han vendido sus acciones y dice que trabajan para que "los inversores se queden a medio-largo plazo". BME Growth, por su parte, no ha respondido a una solicitud de información de esta redacción.

Un modelo insostenible

Hannun salió a Bolsa valorada en 30 millones de euros, una cifra exagerada, según varios expertos consultados, de acuerdo a su facturación y resultados. Su capitalización bursátil es hoy de 19 millones. "Es lógico que haya caído porque era desmesurada. Y creo que se ajustará aún más", dicen fuentes bien conocedoras del sector del mueble. Sugieren ir más allá y mirar la cotización de Made.com, una popular web de muebles de diseño con sede en Londres que empezó a cotizar en junio de 2021 valorada en 775 millones de libras. La acción salió a 199 libras; hoy, vale 9. En poco más de un año, Made.com ha perdido el 95% de su valor.

Como Hannun, Made.com lleva años creciendo sin dar beneficios. Y eso que su modelo de negocio es mucho más 'intensivo en capital'. Made.com, como IKEA o Maisons du Mode, gestiona su propio inventario. Y gran parte de su producción se hace en Asia, punto en el que la empresa española se quiere diferenciar. Hannun, en cambio, no tiene almacenes: delega la fabricación, el empaquetado, el almacenamiento y la preparación del envío en su red de artesanos, que en realidad son cinco empresas que concentran el 70% de la producción y varios cientos de talleres que complementan. Así le sale todo más barato. El folleto lo define como un "marketplace encubierto" que ofrece a los proveedores "un medio para vender sus productos".

Aunque el objetivo es fabricar todo bajo demanda —así es más "sostenible" porque solo se produce lo que se vende— la realidad es que el mercado exige ir más rápido y no siempre se hace así. "Históricamente, los muebles se han vendido bajo demanda. Tú ibas a la tienda, te tomaban el pedido, pasaba el representante, lo llevaba a fábrica y en cuatro meses te lo entregaban. Si optimizas y digitalizas este proceso, puedes reducir el tiempo de entrega. Pero para que los tiempos de entrega no sean de semanas o meses, necesitas trabajar con bastante producto en stock. Si no lo haces, te costará crecer. Por los tiempos de entrega que ofrece Hannun, no creo que lo hagan todo bajo demanda", sostienen las mismas fuentes del sector. De su información bursátil se extrae que una parte de los productos (por valor de 317.000 euros en 2021) se fabrican se hayan vendido o no y que la empresa ha ejercido "mayor presión" sobre sus proveedores "para que tengan existencias disponibles para su entrega inmediata. (...) Se trata de productos que permanecen almacenados por el taller proveedor". Es decir, Hannun traslada el coste del stock a su red.

"Lo que no es sostenible a largo plazo es esconder la inversión en inmovilizado. Entiendo la producción bajo demanda de ciertos productos para no generar residuos. Pero hacerlo todo bajo demanda es no querer invertir en un stock con el que das servicio al cliente. Si no confirmas el pedido a la fábrica pero ofreces una fecha de entrega en la web, la obligas a tener que fabricar ese producto en X días, con lo cual el fabricante tiene que tener almacenada la materia prima", dice la fuente experta.

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Otras empresas del sector compran a las fábricas y asumen el riesgo de almacenaje si finalmente no venden. "Y todo eso que te ahorras se lo pagas a Google y a Facebook en publicidad", continúa. "Es complicado y creo que habría que buscar un equilibrio, pero si te vuelves esclavo del discurso de la sostenibilidad te atas un poco". "La sostenibilidad es ahora mismo un atractivo publicitario", añade otra fuente que trabaja asesorando a instituciones públicas sobre cómo reducir su impacto ambiental. "Parece que por comprarte un taburete de cien euros en Hannun ya estás automáticamente cuidando el planeta. Y lo sostenible no es comprarte un mueble de madera de bosques certificados, sino usar cosas que ya estén hechas. La palabra 'sostenibilidad' se usa un poco a la ligera".

Preguntado por si es coherente predicar sostenibilidad sobre un modelo de negocio insostenible —que no es rentable, que requiere de una gran inversión en marketing digital y de introducción de nuevos muebles en el mercado—, el CEO responde que sí. "Es uno de los puntos necesarios para generar impacto, porque si yo le vendo un mueble a un rico no lo genero. La lógica del negocio te exige tener cierto volumen, pero estará a años luz del tamaño del mercado del mueble en Europa. Promovemos que no tengas un producto de usar y tirar, que se pueda reciclar y dé trabajo a un artesano. Tenemos unos valores, pero competimos en un mundo que es el que es. Y competimos en hacer las cosas diferentes, mejores a nivel de producto y mensaje, pero también tenemos que invertir para que eso llegue a las personas. Si llegamos a más casas, conseguiremos un modelo significativamente mejor para el planeta". Con respecto a cuánto saldrá la empresa de los números rojos, Álvarez indica que no puede compartir previsiones financieras pero que su plan "está en marcha". "No te hablo de diez años, sino mucho antes. Puedes ver todo esto de dos maneras: como que cada dos por tres vamos llorando al mercado a ver si nos dan dinero para rescatarnos o como que tenemos un plan premeditado que se va ejecutando y en el que todos los pasos que damos son sólidos. Cada día estamos más cerca", zanja.