Metaphase07, una tecnológica nacida en la España vaciada: "Compensa porque tenemos sueldos de Madrid"

A las señoras de Alburquerque, una pequeña localidad de 5.200 habitantes de la provincia de Badajoz, no les hacía falta entender qué eran el blockchain o el Natural Language Processing, ni tampoco lo que implica una tockenización de activos. Daniel, el yerno de una de sus vecinas, el que se había tirado ocho horas al día delante de la ‘maquinita’ en el bajo de su casa para montar no sé qué, había dado un nuevo paso para consolidar su empresa. "¡Hijo! ¡Felicidades!", recuerda que le gritaban por las calles Daniel Hernández, CEO de Metaphase07, cuando iba consiguiendo los primeros contratos. Su suegra presumía de él, y ya formaba parte del orgullo de todo un pueblo.

"Que no, que no soy Mark Zuckerberg, que no me gustan esas comparaciones. Yo soy un chaval de pueblo normal y corriente", reniega el joven de 36 años en una entrevista con El Periódico de España. La comparación, aunque exagerada, tampoco va desencaminada. 

A los 16 años vendió su primer software y ahora, dos décadas más tarde, su empresa, una consultora deeptech especializada en transformación digital y desarrollo de negocio, está valorada en 10 millones de euros. Metaphase07 factura cada año un millón y medio, pero Daniel no está satisfecho: "No es una pasada, deberíamos estar en unos tres millones de euros". 

Como Zuckerberg, él tampoco terminó la universidad. Empezó a estudiar Biología en Granada, pero lo dejó pronto. En cuanto apareció la app store de Apple se lanzó junto a otros compañeros a la fundación de la primera versión de su compañía, con la que desarrollaron cinco videojuegos. Al no poder competir “con los Angry Birds”, compró su parte al otro fundador y decidió darle un nuevo rumbo.

¿Dónde debía establecer su empresa de consultoría tecnológica y desarrollo? ¿En Granada? ¿Sevilla? ¿Madrid, donde acabarían teniendo la mayor parte de sus clientes en España? Daniel no lo dudó. El mejor lugar para establecer Metaphase07 era Alburquerque, un pueblo de 5.200 habitantes de la ‘España vaciada’ famoso por la chacinería tradicional y por un sector ganadero que se nutre fundamentalmente del cerdo ibérico.

"No todos lo entienden en el pueblo. Se trata de una región ganadera en la que hay quien no ve como un trabajo sentarse ocho horas delante de un ordenador, pero hay muchos otros que están muy orgullosos de nosotros. Las abuelas, por ejemplo, no entienden lo que hacemos, pero nos felicitan. Sentimos mucho apoyo moral", asegura Daniel.

Su empresa es una compañía joven en la que los treinta empleados rondan la treintena y en la que las mujeres representan un 50% de la plantilla, puestos directivos incluidos.

Pero, ¿cómo se consigue atraer talento hasta un pueblo de 5.200 habitantes de la España vaciada?.

"La gente que viene de fuera es muy poca, sinceramente, pero lo que hemos conseguido es que seamos nosotros los que descubrimos y formamos el talento. Casi todos nuestros trabajadores son jóvenes alburquerqueños o de los alrededores. Piensa que aquí tenemos sueldos de Madrid, algunos de hasta 70.000 euros al año, y el alquiler de una casa completa de 120 metros cuadrados no supera los 250 euros al mes", explica Hernández. "Compensa, y mucho".

Metaphase07, que ha firmado proyectos en Dubái y en España con empresas como Correos, KPMG o Allianz, se trasladó allí en 2010, pero, a raíz de la pandemia, muchas otras han decidido cambiar las ciudades por las zonas rurales. 

En 2020, por ejemplo, el INE registró que, al amparo de los confinamientos y de la posibilidad de teletrabajo, los municipios con menos de 10.000 habitantes —límite simbólico para ser considerado ciudad—, sumaron a sus censos más de 100.000 nuevos vecinos.

Repoblar la "Laponia mediterránea"

En Castilla La Mancha, Castilla y León o Cantabria ya han puesto en marcha políticas públicas para aprovechar esa inercia, retener a los que se han acostumbrado al nuevo entorno y atraer a los que no quieren renunciar a las condiciones laborales de la ciudad pero quieren vivir en otro entorno.

En el caso de Extremadura, considerada por el Parlamento Europeo en 2018 como la "Laponia mediterránea" por ser una de las zonas con menor densidad de población de todo el continente, la Junta ha actualizado este año su plan para luchar contra la despoblación. En palabras de su portavoz, se dará "prioridad en concursos públicos y beneficios fiscales para las empresas que desarrollen su actividad en los pueblos más pequeños de la región".

"Nosotros no hemos recibido mucho apoyo de las instituciones, pero es verdad que, por ejemplo, gracias a las ayudas europeas hemos pasado de trabajar en el bajo de mi casa a tener el edificio más bonito de todo el pueblo. Decidí traer aquí mi empresa porque estoy casado con una alburquerqueña, pero también porque el pueblo reunía todas las infraestructuras que necesitábamos", explica Daniel sobre la pequeña localidad ubicada en La Raya, zona fronteriza con Portugal. 

Alburquerque tiene una feria medieval que se celebra el mes que viene, el Castillo de Luna, que en un par de años celebrará el centenario desde que fue declarado monumento nacional, y al menos tres empresas que se dedican a los productos derivados del cerdo ibérico. 

Pero Alburquerque también tiene dos proveedores locales de fibra óptica y un sistema propio de televisión por cable: "Aquí nadie tiene contratadas las grandes compañías, y aun así tenemos 100 megas simétricos".

Cómo captar clientes

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Sin embargo, una empresa como la de Daniel, o como muchas otras de las que ven irrenunciable el hecho de establecerse en un gran núcleo urbano, necesita más que infraestructura técnica para funcionar. Llegar hasta los clientes fue uno de los grandes retos durante los primeros años.

"Nos costó mucho antes de la pandemia, no voy a negarlo. Tuvimos que viajar continuamente para conseguir clientes, pero ahora que nos hemos acostumbrado todos a reunirnos por videollamada se nos han abierto muchas puertas", explica el emprendedor, que ha conseguido expandir su empresa de forma internacional.