Fiebre inversora

Los fondos de infraestructuras crecen en España con la pandemia y movilizan más de 15.000 millones

El país se consolida como uno de los mejores destinos en Europa, mientras la estrategia de estos inversores cambia: atrás quedaron las compras de autopistas, ahora buscan tecnología y renovables

Los fondos de infraestructuras crecen en España

Los fondos de infraestructuras crecen en España

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“España es probablemente una de las economías más dinámicas de la Unión Europea. Si miran el mundo de las infraestructuras, es uno de los grandes focos de los fondos internacionales. Nos gusta el hecho de que España es muy receptiva a la inversión extranjera y cuenta con unos equipos directivos excelentes”, argumentaba Adebayo O. Ongulesi, presidente de la gestora Global Infraestructure Partners (GIP), durante su intervención la pasada semana en el XX Congreso de Cede. La opinión de este fondo, conocido por haber tejido alianzas con conocidas compañías españolas como ACS y ser accionista de Naturgy, refleja a la perfección la apuesta de los fondos de infraestructuras por España, donde han elevado su inversión durante la pandemia hasta movilizar más de 15.100 millones de euros. Las infraestructuras (torres de telecomunicaciones, plantas fotovoltaicas u hospitales, entre otros) se han consolidado como uno de los activos más deseados por inversores de todo el mundo en plena pandemia, al mostrar su resilencia frente a los vaivenes de la economía global. En concreto, suelen tratarse de activos con ingresos recurrentes en el tiempo gracias a contratos a largo plazo, que ofrecen una alta visibilidad sobre el flujo de caja a futuro y que dan una mayor rentabilidad que otros activos tradicionales como la renta fija, las acciones bursátiles o el inmobiliario. Así, son capaces de ofrecer a los inversores unos retornos de entre el 15 y el 20% en el caso de los proyectos greenfield (los que están sin construir) o en torno al 7% en los activos brownfield (los que ya están funcionando).

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En España, los fondos especializados en infraestructuras han protagonizado operaciones tan sonadas en los últimos meses como las OPAs de MásMóvil, Euskaltel o Solarpack, la compra del 10,83% de Naturgy, la adquisición del antiguo negocio solar de Isolux o la compra de parte del negocio concesional de Acciona o FCC, entre otras. Estos inversores han visto en España uno de los mejores destinos para invertir en Europa por la estabilidad regulatoria de los negocios en los que operan, pero también de la amplia variedad de activos que existen en el país: de más maduros a proyectos en desarrollo. Es más, la fiebre inversora por este negocio ha llegado hasta tal punto que muchas entidades financieras lo ofrecen dentro de su cartera de productos de banca privada, democratizando el acceso a este tipo de activos a un perfil de inversores con ahorros disponibles para invertir sin llegar a tener un gran patrimonio. También las aseguradoras y fondos de pensiones de todo el mundo están ampliando sus aportaciones para este tipo de inversiones, que año tras año tocan cifras récord en todo el mundo. Este aumento de la competencia ha provocado, a su vez, una subida generalizada en el precio de los activos que pagan, llegándose a desatar auténticas guerras en las subastas competitivas, especialmente en determinados nichos de negocio.

En este sentido, en los últimos años se ha producido un cambio en la estrategia de estos inversores, que en sus primeros años en España se enfocaban especialmente en el negocio de las autopistas. Sin embargo, el nuevo plan de carreteras propuesto por el Gobierno ha provocado que los inversores de infraestructuras no quieran participar en proyectos de estas características al considerar que ofrecen una rentabilidad demasiado baja (en torno al 2%) como para que les merezca la pena destinar recursos. Una opinión que también comparten empresas tradicionales del sector de la construcción y las infraestructuras. Frente a esta situación, la pandemia ha acelerado su apuesta por el mundo de las telecomunicaciones y las renovables, en un momento en el que la llegada de los fondos europeos impulsará proyectos relacionados con las nuevas tecnologías como el 5G o la descarbonización de la economía y para los que se necesitará mucho capital privado para ponerlos en marcha. Un caso claro es el de MásMóvil o Euskaltel, que gracias a sus nuevos dueños (KKR, Cinven y Providence) acelerarán el despligue del 5G; o el de Ence, que gracias a la venta del 49% de su negocio de renovables al fondo Ancala acelerará el desarrollo de sus proyectos de energía limpia. 

Las teleco, un sector en auge

Sobre el mundo de las telecomunicaciones, los expertos consultados por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, afirman que este tipo de inversores puede acelerar la concentración del sector en España, una tendencia que se aprecia también en el Viejo Continente, como demostró la fusión de O2 con Virgin Media (Liberty) en Reino Unido. Además, el creciente número de operadoras de bajo coste está poniendo contra las cuerdas a muchas de las empresas tradicionales de telecomunicaciones, obligándoles a buscar alternativas para reducir su endeudamiento o para poder seguir siendo competitivas. Así, la previsión de estos expertos es que las transacciones de venta de activos parciales (como ha hecho Telefónica en Latinoamérica), la introducción de socios financieros para el despliegue de nuevas redes (como Euskaltel) o la creación de filiales de torres de telecomunicaciones para sacarlas a bolsa (como la prevista por Vodafone) o traspasarlas a un tercero sigan aumentando en los próximos meses. Por el momento, hay muchos fondos que están trabajando ya en las operaciones para los próximos meses: la entrada de un socio minoritario en Reintel (la fibra de Red Eléctrica), la venta de Lyntia (la antigua filial de telecomunicaciones de Gas Natural) o la de Avatel (el quinto operador de fibra óptica en España), entre otras.