TENIS

Bajas por maternidad pagadas con dinero saudí: el capítulo más esclarecedor del "sportwashing" de Arabia en el tenis

La WTA ha anunciado la creación un mecanismo financiado por el Fondo de Inversión Pública saudí. "Es otra herramienta de marketing que blanquea la imagen del país a través del deporte", denuncia Amnistía Internacional

Belinda Bencic, con su hijo tras conquistar el torneo de Abu Dabi.

Belinda Bencic, con su hijo tras conquistar el torneo de Abu Dabi. / REUTERS

Daniel Gómez Alonso

Daniel Gómez Alonso

A estas alturas, a nadie le pilla por sorpresa el hecho de que Arabia Saudí haya situado al tenis como uno de los pilares en su estrategia de conquista en el mundo del deporte. Ya van un par de años en los que, poco a poco y a fuerza de millones de petrodólares, no paran lanzar sus tentáculos sobre ambos circuitos, tanto el masculino como el femenino. Rafael Nadal de embajador, la Copa de Maestras, patrocinios del ranking masculino y de varios Masters 1.000, las exhibiciones millonarias en Riad... son algunos ejemplos de una dinámica que hace unos días ha ido un paso más allá.

Y es que la última de sus medidas ha resultado especialmente llamativa no por el hecho de que siga expandiendo sus redes sobre el deporte de la raqueta, sino por el cómo, cada vez más esclarecedor. La Asociación de Tenistas Femeninas (WTA) anunció está semana la creación de un mecanismo de ayuda económica a tenistas embarazadas llamado "Fondo de Maternidad PIF WTA". Como de tapadillo pero al mismo tiempo en todo el medio aparecen las siglas del Fondo de Inversión Pública (PIF) del país de Oriente Medio.

"Empoderando a las generaciones actuales y futuras" se decía en el anuncio de la iniciativa, que volvía a incidir en el mismo verbo para mostrar al mundo un programa "diseñado para empoderar a las atletas de la WTA, asegurándoles la flexibilidad para seguir carreras profesionales y formar familias", siendo "el primer y único en el deporte femenino que está totalmente financiado y respaldado por un socio externo". Uno que está bajo la lupa por su escasa protección a los derechos de, entre otros colectivos, las mujeres, por mucho que el mundo del tenis se ponga la venda en los ojos ante el incesante caudal de millones.

"Un nuevo tentáculo de la estrategía"

Más de 300 profesionales, dice la WTA, tendrán derecho a una "baja por maternidad pagada de hasta 12 meses y acceso a subvenciones para tratamientos de fertilidad para formar familias, así como otros beneficios". Y estarán financiados por un país cuyo sistema, según recalca Amnistía Internacional, en el que la "tutela" masculina continúa restringiendo la libertad y autonomía personal de las mujeres saudíes y en el que "nacer mujer aún supone nacer con menos derechos que los hombres por el mero hecho de ser mujer".

"No es una medida negativa ni mucho menos, pero es insuficiente y parece más una herramienta de marketing que contribuye a blanquear a Arabia Saudí dando una imagen de progreso, cuando es un país que aparece siempre como uno de los mayores verdugos del mundo. Uno donde no se respetan los derechos de las mujeres ni de las personas LGBTIQ+ y donde se persigue la libertad de prensa, opositores y disidentes", afirma Amnistía Internacional en contacto con este periódico.

"Además de dedicar este dinero a cuestiones como las bajas de maternidad para las tenistas, la WTA debería preocuparse también por la situación de las mujeres saudíes, que ni siquiera pueden, por ejemplo, abandonar un centro de acogida contra la violencia de género sin el permiso de un tutor legal (que incluso puede ser el mismo que la ha agredido)", abundan sobre la deriva de un deporte que va de polémica en polémica en el último año.

25 madres en el circuito

Señalan desde Amnistía Internacional que no cuentan con datos sobre la baja de maternidad en Arabia Saudí "por la opacidad de las autoridades saudíes, pero es fácil suponer que las mujeres saudíes no cuentan con una baja por maternidad remunerada". Y que, por tanto, la nueva medida para las mujeres tenistas "a todas luces, parece un nuevo tentáculo de la estrategia de sportwashing que desde hace años lleva a cabo Arabia Saudí. Y lo hacen usando "el fútbol, la Fórmula 1, el tenis, el boxeo, el Dakar y grandes eventos y torneos deportivos para blanquear su imagen", en lugar de una acción efectiva de buscar el progreso social dentro de sus fronteras.

Aryna Sabalenka, en la pasada edición del Miami Open. De fondo, el logo del Fondo de Inversión Pública saudí.

Aryna Sabalenka, en la pasada edición del Miami Open. De fondo, el logo del Fondo de Inversión Pública saudí. / REUTERS

La WTA, en sus recuentos, asegura que hay 25 madres ahora mismo activas en el circuito profesional. Sin ir más lejos, una es la medallista de oro de los Juegos Olímpicos de Tokio, Belinda Bencic, que ganó un título el mes pasado después de regresar de en octubre tras ser madre. También Naomi Osaka y Victoria Azarenka, esta última miembro de peso en el Consejo de Jugadoras de la WTA y que se mostró satisfecha al considerar que estos beneficios alentarán a los atletas de menor ranking o con menores ingresos a tomarse todo el tiempo libre que necesiten después de convertirse en madres, en lugar de preocuparse por perder ingresos al no participar en torneos.

"Es sin duda uno de los objetivos del programa: proporcionar los recursos financieros, la flexibilidad, el apoyo, para que estos atletas, independientemente de su posición en el ranking, pero especialmente aquellos que ganan menos, tengan la capacidad de decidir cuándo y cómo quieren formar una familia", dijo la bielorrusa, que en su momento tuvo que afrontar varias dificultades a su regreso en 2018, pues había perdido su ranking. "Todo lo que hemos oído de tenistas que son madres, o que no lo son, es ‘wow, esto es una oportunidad increíble para nosotras’. Creo que de verdad va a cambiar la conversación en el deporte, y estoy feliz por ser parte de ello", defendió Azarenka, campeona del Open de Australia 2013 y cuyo hijo, Leo, tiene 8 años.

Pocas críticas entre las tenistas

Una línea en la que, por acción o inacción, se alinean la mayoría de tenistas de un circuito que, ante la dificultad para generar recursos en los últimos tiempos se ha rendido al envite (multimillonario) árabe. Mientras la WTA (como el resto de organizaciones que se suben al carro y el propio Nadal) argumenta que el vínculo con el país sirve "como motor del cambio" y para que poco a poco mejoren las condiciones, las tenistas en activo se congratulan sin decirlo del riego de billetes en un circuito que en lo que se refiere a audiencias y seguimiento languidece frente al masculino.

"Me encanta jugar aquí, están haciendo un gran esfuerzo por mejorar la vida de las mujeres", aseguró antes de jugar la pasada edición de la Copa de Maestras, la primera en Arabia, la número uno Aryna Sabalenka. "Yo solo he escuchado cosas positivas y aquí estamos. Es un país nuevo para nosotros, un nuevo mercado que nos está dando una gran bienvenida", señaló Garbiñe Muguruza, directora desde hace menos de un año de la Copa de Maestras que se celebra en Riad. Más allá de Iga Swiatek, que se limitó a decir que "no tenemos poder de decisión", tan solo Daria Kasatkina se manifestó abiertamente en contra de la deriva de la WTA de aceptar jugar cada vez más en Oriente Medio, aunque luego se retractó contando que "le habían afirmado que estaría bien allí".

Al contrario, leyendas y tenistas ya retiradas sí han irrumpido para mostrarse en contra. "El dinero no lo es todo, hay muchos valores. Me alegré muchísimo de que las Finales se fueran a cualquier sitio que no sea Arabia (…) no veo muy positivo que la WTA fuese ahí considerando la manera en que tratan a las mujeres en ese país", dijo Conchita Martínez en 2023, cuando a última hora se descartó a Riad como sede, aunque solo fuera por un año. Chris Evert y Martina Navratilova publicaron una columna en el Washington Post en el que calificaban la relación de "incompatible con el espíritu del tenis femenino", tratando de avivar un debate que, por más que se hable, parece perdido ante el inmenso poderío del dinero.