CHAMPIONS | ATLÉTICO 1- 0 (2-4) REAL MADRID
Ni los nuevos escapan de la historia de siempre: la 'crueldad' del Real Madrid se ceba con el Atlético y Julián
Un penalti desgraciado que el VAR anuló al argentino tras percibir que tocaba dos veces el balón y otro de Llorente al larguero dejaron sin premio el esfuerzo de un Atlético que volvió a morir en la orilla en su intento de eliminar al Madrid en Europa

Julian Alvarez falla el penalti contra el Madrid. / Manu Fernandez / AP

Más allá del fútbol. Lo que ocurrió este miércoles en el Metropolitano traspasó el umbral de lo puramente deportivo para adentrarse, con todo lo que ello implica, en el de lo emocional. Faltaban veinte minutos para el arranque del que seguramente haya sido el partido más importante de la corta historia del estadio del Atlético de Madrid cuando ya no cabía un alma más en las gradas. Más de 70.000 se agolpaban al grito de "Atleti", "madridista el que no bote" y algún improperio al rival de por medio, jugando un particular partido de 120 minutos en el que volvieron a sentir que podían hacerlo y acabaron viviendo un dejá vu, cayendo de nuevo de la forma más cruel ante un Real Madrid que sometieron por muchos momentos: en unos penaltis dramáticos en los que su estrella, Julián Álvarez, marró de la forma más cruel imaginable.
Falló sin fallar, porque el balón entró tras tocar dos veces el balón, o al menos eso dijo el VAR para anularlo. Ya poco importa. No hay consuelo para el Atlético, que volvió a tenerlo en sus manos. Una sanación incompleta de nuevo en la que que hubo mucho de emoción, pero también de fútbol. Decía Simeone en la previa eso de que "solo con lo que pase en la grada no vamos a ganar", y la realidad es que el argentino puso de su parte para demostrar que así era. Que iba a tener mucho que decir para desarbolar, en el verde, a ese Ancelotti al que apenas 24 horas antes le había regalado los oídos diciendo públicamente "que era mucho mejor entrenador que él".
Porque sus decisiones, sorprendentes, no tardaron mucho en salirle bien. Le dio la razón Gallagher, que tan solo necesitó 30 segundos para justificar su titularidad rebañando un balón en el área e igualando la eliminatoria cuando casi no había empezado un partido que, paradójicamente y como ya dijimos, en la grada llevaba jugándose media hora. Y se enteraron todos menos el Madrid, dormido.
Gallagher da la razón a Simeone en medio minuto
Con el premio nada más arrancar, el Atlético no tuvo vergüenza para dejar hacer al Madrid y se resguardó para evitar que los delanteros blancos pudieran correr. Y a tratar de picar. Resistiendo con 70.000, que no con 11, y saliendo al contragolpe con Julián al mando de un ejército de pretorianos en el que Gallagher seguía ejerciendo de factor desequilibrante transitando a mil revoluciones. Cara o cruz, vivir o morir en cada acción, en cada corte, en cada carrera, de un centrocampista que encontró en la batalla su particular edén.
De una de sus recuperaciones surgió la contra en la que mediada la primera parte estuvo a punto de picar la Araña. Su disparo, dirección a la escuadra, lo sacó milagrosamente un Courtois asediado a pitos, pero que esta vez no recibió mecherazos ni amago de ello. No era el día para tonterías en una grada que solo tenía una misión. Acompañar a su equipo en un intento de asfixia que seguía y seguía, sin parón alguno.

Los jugadores del Atlético celebran el gol de Gallagher. / AFP7 vía Europa Press / AFP7 vía Europa Press
Porque tras respirar, Simeone volvió a mandar a los suyos a por todas. A base de córners, de centros laterales, empujando por la banda de un Giuliano da la sensación de alimentarse de gasolina que le hace correr y correr hasta la extenuación. Y con un Julián que asumió todos los galones que no podía retener un errático Griezmann para seguir chocando con Courtois, el único jugador del Real Madrid que estuvo al nivel esperado, y un poco más, en una primera parte de la que los rojiblancos se marcharon con la sensación de que el premio podía haber sido un mayor que llevarse la eliminatoria igualada a los vestuarios.
El penalti de Vinicius
Había un equipo enchufado, y otro viéndolas venir. Algo que se veía hasta en el descanso, en el que los suplentes del Atlético se ejercitaban a toda intensidad mientras al otro lado no había ni rastro de los del Madrid. Intensidad contra parsimonia, inexplicable por momentos. Porque por mucho que Ancelotti retuviera a los suyos en los vestuarios, suponemos que abroncándolos, los blancos saltaron al terreno de la misma guisa y con los mismos once. Y lo de rojo y blanco también, aunque en su mismo caso con toda la justificación del mundo.

Kylian Mbappe. / AFP7 vía Europa Press / AFP7 vía Europa Press
Valientes, lo siguieron buscando, chocando una y otra vez contra un Courtois agigantado y enfadado con el resto de sus compañeros. Pero que los sostuvo mientras que al Atlético se le iba acabando las piernas tras el titánico esfuerzo y les dio la posibilidad de hacer ko, cuando Mbappé, en la primera jugada del partido que pudo correr, sacó toda su clase y potencia para forzar un penalti que, quién sabe por qué, no lo tiró él.
Carrusel de cambios, y a los penaltis
Lo reclamó Vinicius, que en la especie de exorcismo que parecía vivir el Metropolitano se encogió y mandó el balón a las nubes, dando paso al momento del Madrid. Asedió el Madrid y se refugió el Atlético, exhausto, en su área, achicando balones y encomendándose a esa suerte que tantas veces les fue esquiva contra su vecina en esta competición que parece maldita para ellos. Y por un rato la encontraron, saliendo del primer apuro y llegando a una prórroga solo digna para corazones sanos.
Casi de una tacada, a Simeone no le quedó más remedio que tirar de los cinco cambios ante sus soldados, que iban cayendo agotados. Y recurrió a su segunda unidad, esa que tan buen resultado le ha dado, sobre todo con la pareja de ataque que forman Correa y Sorloth. Y revivió el Atlético, que se fue a buscarlo de nuevo con más corazón que orden. Y su grada, que esa no desfallecía, le aupó. Y que cuando vio llegar los penaltis, invocó a Luis Aragonés coreándole, como pidiéndole un favor desde el cielo. Por una vez, en la Champions contra el Madrid.
Pero ni con esas. Otra vez la desgracia se cebó con los rojiblancos, con un penalti anulado a Julián por tocar dos veces el balón y Llorente estrellando el suyo en el larguero. Y la historia se repitió, recrudeciéndose contra un Atlético que lo hizo todo para ganar al Madrid y volvió a morir en la orilla. Otra vez.
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