RUGBY

Dilema en el rugby galo: Francia cambia el champagne por paracetamol

Fabien Galthie apuesta por la 'Bomb Squad' después de repetir ante Inglaterra el patrón de derrota sufrido en los cuartos de final de su Mundial ante Sudáfrica

William Servat, el entrenador de delanteros de Francia, con los jugadores del XV del gallo

William Servat, el entrenador de delanteros de Francia, con los jugadores del XV del gallo / France Rugby

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Releer la historia siempre fue un ejercicio recomendable, por más que últimamente esté de moda reinventar las cosas y denostar las viejas recetas que llevan funcionando toda la vida. Hay un antiguo axioma en el rugby que sigue de plena vigencia, o al menos así lo atestigua el ránking mundial y el pasado más reciente. “Los delanteros ganan los partidos y los tres cuartos deciden por cuánto”. Solo quien lo ha sufrido, sabe lo frustrante que resulta ser sometido por los ‘gordos’ rivales y no oler la ‘almendra’. 

Paracetamol o champagne

En estos días Francia vive atribulada por un dilema que divide a su rugby entre quienes apoyan la decisión del seleccionador Fabien Galthie de cambiar el champagne por paracetamol y quienes apuestan por seguir apostando por el juego a la mano como razón de ser. Entre estos últimos aparecen los seguidores de los dos clubes que deslumbran a Europa con su rugby champagne: los occitanos del Stade Toulousain (Jeu de mains, jeu de Toulousains) y los bordeleses del UBB. No parece casual que Galthie completase gran parte de su carrera en Colomiers, club de los suburbios de Toulouse, de reconocida rivalidad con Les Rouge et Noir.

El asunto es que tras la estrepitosa derrota en Twickenham del pasado 8 de febrero, donde los ingleses crujieron los riñones a los delanteros galos y les doblegaron con un ensayo en la jugada final, Galthie se ha echado al monte. El final agónico de Londres es parecido al que el destino tenía reservado a Francia en su Mundial, en octubre de 2022, donde el pack de los Springboks terminó laminando a los del gallo en los puntos de encuentro. 

Las dos derrotas presentan patrones similares que han terminado por generar un trauma en el seleccionador francés, que tras lo de Twickers decidió dar un volantazo una semana después en Roma, apostando por un banquillo con siete delanteros (Marchand, Baille, Aldegheri, Taofifenua, Roumat, Jegou y Jelonch) y un solo tres cuartos (Lucu), al modo de la ‘Bomb Squad’ sudafricana. El modelo, puesto en marcha por el bokke Rassie Erasmus y su entrenador de defensa Félix Jones, que tras pasar siete meses en Inglaterra se ha reintegrado en el staff de Sudáfrica, genera una presión física extrema en defensa para la que necesita que sus delanteros lleguen a todos los rincones del campo. Y la forma en que se asegura que eso ocurra es teniendo en el banquillo a siete ‘gordos’ prestos para suplir a los titulares sin rebajar un ápice la presión, convirtiendo los partidos en Vietnam para los rivales, que suelen acumular en el banquillo cuatro o cinco delanteros. 

Ante la Irlanda más sudafricana

Este sábado Francia se juega sus posibilidades de ganar el torneo, que pasan por doblegar a Irlanda en Dublín sin que los de verde sumen los bonus. Y lo hará con un banquillo sin rastro de champagne y atiborrado de ‘gordos’ para hacer frente a la Irlanda más industrial y sudafricana que se recuerda. Los del trébol, además, se juegan el Grand Slam y encadenar su tercer título consecutivo en solitario, algo que no ha logrado ninguna selección desde que comenzó el torneo en 1883. Y a eso suman la fiesta que preparan para despedir a tres leyendas como Cian Healy (136 veces internacional), Peter O’Mahony (112) y Conor Murray (123). Jugarán su último partido en casa con el XV del trébol y confían en sellar la consecución del título y el Grand Slam, que deberían refrendar en la última jornada en Roma. Pero antes de que esto último ocurra, Francia saltará al Aviva armado hasta los dientes para proponer una batalla encarnizada a los irlandeses en las abiertas. Los del trébol, que llevan lustros asfaltando delanteras rivales, se frotan las manos. Será un infierno. El infierno verde. 

El tiempo también te enseña que no es recomendable ir contra natura. Si estás en un parque de Dublín, Londres o Edimburgo y te apuntas a jugar un partido, descubrirás la indisimulada querencia del personal a pasarte por encima. Ingleses, irlandeses, galeses, escoceses y sudafricanos llevan el contacto en su ADN. ¿Para qué dar un pase pudiendo dar un cabezazo? Justo lo contrario que pasa a franceses, neozelandeses o polinesios, quienes con el balón en las manos siguen reivindicando el rugby como deporte de evasión. Por eso resulta tan paradójico ver a Francia dejando el champagne para aferrarse al paracetamol. C’est la vie!

TEMAS