EN MADRID
La selección de rugby quiere jubilar El Central y busca un nuevo campo como sede permanente
La Federación estudia posibilidades para trasladar su sede habitual, ubicada en la Ciudad Universitaria de Madrid

El Central, en la Complutense de Madrid, es la sede habitual de la selección española de rugby. / Víctor Lerena | EFE
El 12 de noviembre de 2022 se disputó un partido amistoso de rugby en el Campo Central de la Ciudad Universitaria de Madrid entre las selecciones de España y Namibia. El árbitro pitó el comienzo del encuentro a las 16.00 horas. El cielo estaba raro. Presagiaba tormenta. Antes de finalizar la primera parte el firmamento se oscureció más de lo habitual. Parecía que ya iba a anochecer. El público respondió encendiendo sus móviles y el espectáculo se trasladó a la grada. Fue entonces cuando el seleccionador namibio pidió la suspensión. Se quedó solo porque ni siquiera sus propios jugadores secundaron la propuesta. A lo mejor esa anécdota puede convertirse en un susto si algo parecido ocurre durante un partido clasificatorio para disputar una Copa del Mundo. ¿Y si el rival impugna el encuentro por falta de luz?, ¿y si otra vez se pierde en los despachos lo que se gana en el terreno de juego?, ¿y si…?
El rugby español debe encontrar con urgencia algo parecido a una sede permanente sin que ello impida la descentralización de un deporte con muchos adeptos en muchos lugares alejados de Madrid. La fecha del 2 de febrero está grabada a fuego para los aficionados. Ese día se disputa el decisivo partido contra Holanda y la única opción viable para acoger el encuentro es un campo que ha sido talismán durante décadas por el que, sin embargo, los años no pasan en balde. La venta de entradas va a ritmo de récord, con prácticamente todo vendido a nueve días del encuentro.
Tras el poder de convocatoria que demostró la ciudad de Valladolid, la primera opción fue el estadio de Zorrilla. Fuentes de la Real Federación Española afirman que la iniciativa decayó tras sendos informes que advertían de que en pleno invierno el césped tiene una raíz corta y se iba a dañar en exceso. A eso hay que sumarle que la prioridad del consistorio es el fútbol.

Imagen del estadio José Zorrilla en el partido entre España y Fiji de rugby / Photoscrum
La opción de Butarque
Otra buena alternativa hubiera sido el campo de Butarque donde juega habitualmente el Leganés y sede estos días de la Supercopa femenina de fútbol. Tiene capacidad para 13.000 espectadores y es relativamente nuevo (1998). Hasta cuenta con un amplio espacio para montar una buena fan zone. Hubo algún contacto con los representantes del club madrileño y otra vez el mismo problema: ese fin de semana se disputa el derbi entre el equipo local y el Rayo Vallecano. Nada que hacer. Algo primó también la parte deportiva por parte de la Federación. Antes que llenar un estadio, lo importante es ganar. Nada de experimentos en una cita tan crucial para el rugby español. “Los jugadores ya están acostumbrados a El Central, que sin ser el sitio ideal por aforo y condiciones, tiene la homologación y los parabienes de World Rugby”, señalan las mismas fuentes. Es más, añaden que “vamos a tener a más de seis mil personas arropándonos y frente a Estados Unidos y Uruguay no nos fue tan mal”.
La opción Leganés no ha quedado descartada de cara al futuro. Eso la incluye como candidata, junto a Valladolid, como posible sede para una de las tres ventanas previstas en noviembre. El problema para organizar este tipo de eventos es que, para encajar todas las piezas del puzle, resulta esencial aunar el calendario de las competiciones nacionales e internacionales. A día de hoy se desconoce el nombre de los rivales a enfrentarse a España dentro de diez meses. “Con la mitad de tiempo nos basta para poder organizar las cosas bien y llenar el estadio”, precisan las fuentes consultadas. Antes, se debe certificar la participación del XV de 'El León' en la próxima Copa del Mundo, “porque seguro que entonces nos van a dar partidos de más nivel”.
La opción de Cornellà
Ha habido más ofrecimientos interesantes estos últimos meses para acoger partidos de la selección. Por ejemplo, al encuentro frente a Fiji acudieron varios directivos del Espanyol quienes comentaron a los dirigentes de la RFER su idea de celebrar algún encuentro de rugby en Cornellà-El Prat, “donde tienen un campo fantástico”. La clave, no obstante, sigue siendo conseguir un estadio permanente con capacidad para 15.000 ó 20.000 espectadores, “y eso no a ser de un día para otro”. De momento ya existe una lista con el nombre de varios ayuntamientos dispuestos a ceder terrenos a la Federación.

Pablo Bouza, seleccionador españo,la de rugby, en un entrenamiento de los Leones / RFER
Quedaría por resolver otro asunto espinoso: la financiación. La idea sería que esa nueva sede pudiera acoger también en sus instalaciones la parte de los despachos para las tareas administrativas y una residencia capaz de alojar a jugadores y técnicos durante las concentraciones. La jugada sería redonda porque dos tercios del presupuesto federativo se destinan al programa deportivo, y de esta forma se abarataría sustancialmente los gastos de hoteles y viajes,
Por la cabeza de algún directivo de la RFER también revolotea la idea de contactar con la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP). En síntesis, sería con el objetivo de comunicarles su intención de construir un campo de rugby bajo determinadas condiciones y características. A partir de entonces surgirían propuestas desde distintos lugares porque, según las mismas fuentes, “los ayuntamientos disponen de terrenos que pueden ceder”. Cabe recordar que, por ley, la RFER es una entidad de interés público y eso hace posible que cualquier consistorio o administración pública pueda cederle sus terrenos sin necesidad de sacar la oferta a concurso. La guinda al pastel sería que el ayuntamiento elegido, además de facilitar un espacio para la construcción del nuevo estadio, colaborara en la financiación. “Sería una inversión que en diez o quince años se pudiera haber amortizado buena parte del coste“.
La historia del Central
El Campo Central de la Ciudad Universitaria, sin posibilidad alguna de aumentar su aforo, ha sido el anfitrión del XV de El León desde 1954 con una victoria sobre Portugal de 23-0. Desde entonces ha disputado un centenar de partidos. Sigue sin tener iluminación y apenas el 10% del público puede guarecerse de la lluvia en las gradas si la ocasión así lo requiere. Poco a nada ha cambiado desde el primer diseño del arquitecto Luis Lacasa Navarro fechado en 1927. Su construcción se demoró una eternidad y tras la guerra civil fue reconstruido en 1940 por el arquitecto Javier Barroso. Finalmente, fue inaugurado por Franco el Día de la Hispanidad de 1943 con un partido entre el equipo madrileño del Sindicato Español Universitario y otro catalán.

Un partido de rugby disputado en El Central. / Cedida
En la actualidad, tal y como relata el jefe del Servicio de Deportes de la Universidad Complutense, Adolfo Arias, el recinto académico cuenta con cinco instalaciones deportivas aunque “la joya de la corona” son las que están en la zona sur donde se encuentra el terreno habitual donde el XV de El León disputa sus partidos internacionales y otro aledaño que también está homologado. Allí juegan los equipos universitarios -14 de chicas y doce de chicos-, y otros 24 que son todos los federados en sus distintas categorías.
Con todo este trajín de jugadores resulta complicado que el césped esté siempre en las mejores condiciones. “Tenemos que dar cobertura a los equipos de los estudiantes que nos demandan el uso de esas instalaciones”, explica Arias. Cuando hay agendado un evento como el partido de Holanda se reduce el uso del campo para proteger el césped. Esta misión de tener el terreno en las mejores condiciones es tarea exclusiva de la RFER dentro del convenio que tienen suscrito con la universidad. De ello no solo se beneficia la selección del XV sino todos los combinados nacionales ya que, además, alguno de ellos, como el 'seven' femenino, lo utiliza todo el año para entrenar.
Bien de interés cultural
Las relaciones Federación-Universidad son “muy cordiales”, según subraya Arias. El día del partido toda la responsabilidad recae en manos del organismo que preside Juan Carlos Martin, Hansen. Existe desde hace años un plan de seguridad, que incluye vías de evacuación, aprobado por la Delegación del Gobierno para eventos con una afluencia de 6.050 personas, que es el número de personas que pueden estar sentadas dentro del recinto deportivo. “Lo que pasa es que en uno de los fondos de las instalaciones hay una pista de atletismo donde la gente puede estar de pie, lo mismo que en el paseo o en la pradera, con lo que al final el aforo no se puede incrementar”, afirma. Si a eso se une que el campo, al estar dentro de la universidad, está catalogado como bien de interés cultural “hace complejo hacer cualquier tipo de actuación para favorecer una mayor presencia de espectadores”.
Por mucho que se quiera, no hay margen de maniobra para remodelar el campo y aumentar su capacidad porque “todo eso conlleva una dificultad administrativa insuperable y por eso solo se puede reformar o reparar, pero nada de ampliar”. Arias recuerda los mejores momentos del campo con los partidos clasificatorios para acudir a una Copa del Mundo o el día que España hizo frente a la todopoderosa Argentina (34-43) cuando el rugby no era todavía profesional. Los fieles seguidores de la selección también recordarán haber visto en El Central de la Complutense a campeones del mundo con Australia como John Eales, figuras del rugby champagne francés como Philippe Sella o al mítico apertura galés Neil Jenkins. No hay duda de que El Central tiene alma de rugby. De hecho, Arias subraya que los uruguayos se quedaron prendados el pasado mes de noviembre del “aroma que desprende el campo” o de cómo los argentinos del seven le hicieron saber “el gusto por jugar en un campo con sabor añejo”.
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