ENTREVISTA AL PRIMER DEFENSOR DEL MENOR DE LA CAM
Javier Urra: "La sociedad quiere grandes campeones y para eso tienen que empezar jóvenes, pero hay que buscar el equilibrio"
El psicólogo forense y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid analiza las derivadas de la búsqueda de la precocidad en el deporte y el riesgo que conlleva, sobre todo en disciplinas de riesgo como el motociclismo

El psicólogo Javier Urra. / Jose Luis Fernández
En España, según la ley, un menor no puede votar en las elecciones. Tampoco trabajar, algo que empieza a poder hacerse con 16 años, ni mantener relaciones sexuales consentidas o casarse, ni entrar en la cárcel aún habiendo cometido un delito. Por supuesto, no puede conducir un coche o una moto. O si, de alguna forma, porque si tiene permitido pilotarla y jugarse la vida compitiendo en los campeonatos de velocidad desde que apenas tienen 6 años.
Sobre todo ello y los peligros de la precocidad, tan alabada por la sociedad en lo que al mundo del deporte se refiere, reflexiona Javier Urra, psicólogo forense y primer Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, tras la muerte del niño holandés de 7 años Sid Veijer por las heridas que le causó una caída entrenando en minimoto.
Pregunta: ¿Hasta que punto es bueno la aceptación social de precocidad en el deporte y cuándo empieza a ser peligroso?
Respuesta: Cuando hay un hecho dramático como estos, lo primero es ponernos en el lugar de sus familiares, de sus padres... Transmitir el pésame, la dolencia, porque es terrible ese hecho. El segundo punto sería analizar que la sociedad española y todas las sociedades quieren y buscan tener a gente maravillosa olímpica, gente maravillosa en las motos, gente maravillosa en el deporte, gente maravillosa en la conducción de vehículos... En definitiva, ansía tener grandes campeones. Claro, eso conlleva iniciarse muy pronto. Aunque la madurez o el derecho de todo tipo se alcanza a los 18 años, si esperas a tener 18 años para conseguir metas en las áreas que te he dicho, pues no sería realista.
P: ¿Y eso no choca con la protección de la infancia, sobre todo cuando hablamos de deportes de riesgo?
R: Hay que buscar siempre el equilibrio. Normalmente las federaciones ponen medios para evitar accidentes y peligros. Se ponen cascos, se ponen neumáticos en las curvas... Pero montarse en una moto siempre tienen un riesgo, por muchos medios que pongas, y más en el caso de niños. Eso es un campo de gran complejidad que lo tiene que evaluar siempre la Fiscalía de Menores, porque tiene entre sus competencias la defensa y protección de la infancia, y debe comprobar que se ponen medidas suficientes para evitar riesgos. Todos pensamos, como base, que las federaciones deportivas y los propios padres y familiares son gente sensata que busca evitar el riesgo.
No creo que las familias pongan en riesgo a los niños a propósito, pero sí es verdad que a veces entran en un bucle
P: ¿El Estado debe plantearse cuáles son los límites?
R: Sí, porque a veces los niños están encantados. Están encantados de ganar, están encantados del aplauso, están encantados de creer que en un futuro van a poder ser grandes campeones. Por lo tanto, a un niño si le preguntas te va a decir que es genial, que está feliz, que haga lo que quiera. Los padres van a decir que está todo perfectamente cuidado.
P: ¿Tiene capacidad un niño para valorar el riesgo de actividades como estas?
R: No, normalmente no. Digamos que el Estado, que somos todos, tiene que velar por los derechos de la infancia siempre, el mejor interés del menor, y tenemos que ver cuáles son los riesgos que son inherentes. Ahora, también hay que tirar un poco de historia y ver en qué medida ocurren. ¿Son hechos puntuales? Sí, en el sentido estricto lo son, no ocurren cada fin de semana, pero yo he hablado de estos temas hace años. Y si es así es porque no es la primera vez que pasa.
P: ¿Y qué se puede hacer?
R: Yo soy muy amigo de primar la defensa de los niños, claro, soy el primer defensor del menor, y evitarles los riesgos más graves. Puede ser montar en una moto, puede ser hacer un alpinismo de riesgo, puede ser... Ahora, es verdad que luego los padres muchas veces esquían con los niños, y los niños aprenden a esquiar. ¿El esquí tiene riesgo? Tiene riesgo. ¿Montar a caballo tiene riesgo? Tiene riesgo. Un caballo te tira y las posibilidades de una lesión de columna, de una parálisis, de una hemiplegia, de una paraplegia, de una tetraplegia, es real. Entonces, hay un equilibrio que hay que mirar mucho entre no inducir al miedo, dejar que las federaciones pongan todos los medios posibles y hagan su trabajo, que los padres también, y ver, bueno, supervisar, que eso es así.

Una prueba del campeonato de España de Minivelocidad. / RFME
P: En ocasiones da la sensación de que los propios padres someten a los hijos a una presión que les aleja del objetivo de disfrutar del deporte
R: Una cosa es el trabajo y otra cosa es una actividad de ocio. Hasta los 16 años en España no se puede trabajar en nada. A los 16 años se puede trabajar en algo que no tenga ingresos económicos elevados, que no conlleve una actividad que sea de riesgo. Entonces lo que tenemos que supervisar es, además de si se ponen medios para evitar accidentes, si existe alguna situación en que se pone en riesgo a los niños por intereses espurios económicos o de otro tipo. ¿Queremos tener grandes campeones del mundo y eso conlleva que empiecen desde muy jóvenes? Claro ¿El niño va a querer ganar? Claro. ¿El niño es competitivo? Claro. ¿Los padres les gusta que su hijo sea mejor? Claro. ¿Dónde está ese límite, ese equilibrio para decirle, oye, hasta aquí? Esa es la pregunta. Pero la sociedad también tiene que hacerse planteamientos, porque se llevan a veces las cosas a extremos.
P: ¿Están preparados los padres?
R: La mayoría son responsables, la mayoría disfrutan con sus hijos, la mayoría no anticipan que puede darse un hecho dramático como estos. Ahora bien, el hecho se ha dado, eso es verdad, y ya se dio otras veces. Por lo tanto, debemos de poner todas las medidas que sean posibles para que disfruten los niños, para disfrutar los padres con los niños, pero para que el riesgo sea el mínimo posible y evitable.
No podemos erradicar el riesgo. tampoco sería de justicia, por ejemplo, que cuando se produce un hecho dramático casi culpemos a los padres o a las personas que rodean a la víctima, que bastante tragedia tienen con haber visto morir un hijo
P: Eso pasa en cualquier deporte
R: Efectivamente. Hay niños que empiezan a jugar y son virtuosos del fútbol y los padres pues lo entienden y se genera un ambiente maravilloso de deporte. En baloncesto, rugby... En cualquiera. Pero si pierdes la noción y lo que quieres es que sea un campeón y te enfadas con el entrenador porque no han puesto a tu hijo o le fuerzas a hacer más entrenamiento de lo que es propio de la edad, del juego, del aprendizaje... ahí está el problema. No se trata de prohibir sino de supervisar. Ahora, ¿dónde está el límite? ¿En las motos? ¿En los caballos? ¿En el esquí? ¿En el alpinismo? Bueno, ya no es tan fácil de medir.
P: ¿Podemos erradicar el riesgo?
R: Yo diría que no. Y tampoco sería de justicia, por ejemplo, que cuando se produce un hecho dramático casi culpemos a los padres o a las personas que rodean a la víctima, que bastante tragedia tienen con haber visto morir un hijo. Yo no creo que una familia ponga en riesgo a su niño a propósito. No creo que las familias pongan en riesgo a los niños a propósito, pero sí es verdad que a veces entran en un bucle. A los 3 años ya les dan su primera moto, después viene la de carreras... Pero también hay otros riesgos más allá de los mencionados, en estos y en otros deportes a priori menos lesivos.
P: ¿Como cuáles?
R: Cuando fui Defensor del Menor de la CAM vino una chica joven, majísima, que no te voy a decir naturalmente el nombre, y me dijo, mire, yo soy campeona de España y he sido olímpica. Y me enseñó sus pies. Se quitó los zapatos y los tenía absolutamente deformes. Le pregunté si merecía la pena y me dijo que entonces, con 9 años que tenía cuando empezó siendo campeona de la comunidad, luego campeona de España, luego europea, pues sí. 'Pero ahora... mira cómo me han quedado los pies para el resto de mi vida', me dijo. Mirando hacia atrás, ella decía: 'yo soy una gran campeona, todo el mundo me aplaude, pero mira qué pies tengo'.
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