Barça - Young Boys (5-0)

Pedri aletea como Iniesta y el Barça retoma el vuelo en Europa

El equipo de Flick se repone y gana su primer partido en esta Champions tras golear al humilde Young Boys

El día en que Iniesta se despedía, Pedri aleteó y dirigió un triunfo en el que brilló Raphinha y Lewandowski marcó dos tantos más

Francisco Cabezas

Francisco Cabezas

El paso del tiempo es jodido. Un día anocheces admirando a Andrés Iniesta viéndole marcar en Stamford Bridge uno de los dos goles de su vida y preguntándote cómo un crío puede convertirse en ángel en un suspiro, y otro amaneces reparando en que ya tiene 40 años, cinco hijos y una vida escrita. Y que toca decir adiós a una era que, sí, forma parte del pasado. 

El Barça hace ya mucho tiempo que es otra cosa, aunque al menos ya no camina mirando siempre atrás. El club no gana una Champions desde hace casi una década (aquella noche de 2015 en Berlín, Iniesta fue titular y dio el relevo al final a un Xavi que se despedía); los partes económicos evidencian que los socios ya no son dueños de nada; y el equipo, que lleva reconstruyéndose desde entonces, hace lo que puede por recuperar su prestigio. Este martes, un día después de que la directiva confesara que no se podrá volver al Camp Nou hasta 2025, tocaba celebrar en un Montjuïc cada vez más acogedor una goleada frente al humilde Young Boys suizo en la nueva Champions. La hinchada se lo pasó bien. No fue poco. Era el primer triunfo en esta Liga de Campeones y llegaba tres días después de la primera derrota en Liga en Pamplona.

Pedri, que tiene una mirada futbolística similar a la que en su día tuvo Iniesta, no corría, aleteaba. Y lo hacía al compás de los goles del equipo de Hansi Flick y ante los desesperados futbolistas suizos, que no se quitaron el susto del cuerpo hasta que se apagaron las luces.

El penúltimo clasificado de la liga helvética, que esta temporada en su competición doméstica apenas ha sido capaz de ganar un partido, fue un espantapájaros al que los jugadores del Barcelona fueron mareando hasta que se cansaron. De ahí que Flick no tuviera problema alguno en convertir a sus centrales –Iñigo Martínez y Cubarsí– en interiores, a sus laterales –Koundé y Balde– en extremos posicionales, a Casadó en un hombre orquesta, o a su delantero centro –Lewandowski– en la sombra en el área pequeña del portero Keller, que ponía cara de ser perseguido por Jack Torrance, hacha en mano, por los pasillos ensangrentados del Hotel Overlook de El Resplandor.

El regreso de De Jong

Incluso Lamine Yamal, que no acostumbra a sonreír demasiado cuando juega –ya lo hace su fútbol por él–, sentía que la noche daba para muchas cosas. Se lo pasó en grande martirizando a Hadjam. Hasta abandonó su habitual discreción cuando Ugrinic lo tiró al suelo. Lamine se revolvió orgulloso. Cuando Flick lo cambió a un cuarto de hora del final con todo resuelto para que De Jong jugara medio año después, Lamine Yamal se fue con mala cara y renegando. Quería más.

Todo acabó demasiado rápido. Lamine rompió al primer toque, Raphinha continuó –sólo él sabe si quería pasar o chutar–, y Lewandowski, tan pancho, empujó la pelota a la red. La jugada, preciosa.

Cierto es que a continuación vinieron 25 minutos de cierto sopor. Pero que también Flick nunca permite que sus futbolistas dejen de presionar hasta que el corazón les salga por la boca. Demasiados latigazos para el Young Boys, que después de ver cómo su extremo izquierdo, Colley, disparaba como si pretendiera acariciar a una hormiga, acabó por derrumbarse.

Raphinha, orgulloso capitán, agasajado por devoción por la afición, prosiguió con su buenaventura tomando el 2-0 a bocajarro. No tuvo más que recoger un rebote tras una gran maniobra de Pedri. 

La nana

En un abrir y cerrar de ojos, después de una falta lateral en la que Pedri le cantó una nana al balón, Iñigo Martínez celebraba con ansia su primer gol como azulgrana.

Tras haber perdido en Mónaco, el Barça quiso amontonar cuantos goles pudo mientras la afición del Young Boys encendía un mínimo de 17 bengalas en la grada. Lo que faltaba. Lewandowski cazó el 4-0 después de una rosca desde el córner de Raphinha y una continuación de Iñigo Martínez. Pero los cambios destensaron a los azulgrana. Ansu se vio jugando en la posición de Pedri; De Jong, virginal, experimentó; debutó otro crío, el central de 17 años Andrés Cuenca; y los suizos, viendo que no podrían marcan en la portería de Iñaki Peña -le anularon un tanto a Monteiro por fuera de juego-, lo hicieron en la suya -Camara se coló en propia meta el 5-0-.

El Barça retomó el vuelo. Y Montjuïc cantó por Iniesta. Bendita melancolía.