REAL MADRID 3 - 0 REAL VALLADOLID
Endrick logra el gol que no consigue Mbappé y el Real Madrid supera al Real Valladolid en la segunda parte
El brasileño debuta con un tanto en una victoria cómoda ante el conjunto pucelano, a la que también contribuyeron Valverde y Brahim
Contracrónica: El Real Madrid es un Ferrari con el motor de un tractor John Deere

Endrick celebra su primer gol el Real Madrid. / Borja Sánchez-Trillo / EFE
El mejor modo de vender una combinación de estrellas en el fútbol es con un acrónimo. Lo fue la BBC, la MSN del Barça y aspira a serlo la BMV del Real Madrid, aunque Rodrygo quiera colarse. Fórmula redonda, que se asociaba con un de los principales patrocinadores del club. Las siglas se rompieron con la lesión de Bellingham, suplido por Güler, y los símiles automovilísticos, por el momento, son los de un equipo diésel. Ganó al Real Valladolid con goles de Valverde, Brahim y Endrick, que logró lo que no pudo Mbappé: debutar con gol en el Bernabéu.
La bujía de Mbappé enciende al estadio con cada regate que maldijo primero a Hein, portero rival, por negarle el gol. Y después al francés, por fallar una ocasión muy clara antes de retirarse para otro estreno más letal, el de Endrick. Fue Valverde, con una falta de rebote, el que desatascó un encuentro que se partió en dos en la segunda mitad tras una primera al ralentí que invocó los primeros, aunque tímidos, silbidos. Brahim cambió el tono del estadio con el 2-0 cerca del final y el brasileño redondeó el estreno como local del Real Madrid.
El cerrojo perfecto de Pezzolano
Carvajal y Modric ofrecieron la Supercopa a su afición. Sin embargo, el partido que importaba era este. La puesta de largo en casa, la que marca los sentimientos para el inicio. El debut de Kylian Mbappé, sí, aclamadísimo en su presentación. Lo importante era sentir que el equipo evolucionaba en su juego.

Endrick y Brahim celebran un gol con el Real Madrid. / Borja Sánchez-Trillo /EFE
Por individualidades, el Real Madrid puede ganar cualquier partido, como así demostró. Antes, el Real Valladolid fue un dolor de muelas en la primera parte, un paradigma de lo que se encontrará el conjunto blanco. Los de Pezzolano formaron con el abrigo de una línea de cinco, otra de cuatro y Marcos André descolgando en punta. Sudaron pese al calor de la capital española, moderado por el efecto de un Bernabéu que se ilusionó con el primer aviso de Mbappé.
La movilidad que quiere Ancelotti en una jugada, propuesta por Rüdiger y culminada por Mbappé de volea para inquietar a Karl Hein. El inicio de las jugadas volvió a recaer en un Tchouaméni al que se le exige un perfil que no tiene. Al Pucela le bastaba estar en su jaula.
Valverde y Brahim desataron el nudo
Las ausencias marcarán el camino. Bellingham, caído en combate en un entrenamiento esta semana, era el hombre más en forma que necesita, antes de ver puerta, alguien que localice dónde está el pomo. Ahí el inglés es infalible y el que más se le parece es Güler, su sustituto, y quien armó su propia revolución hasta que fue sustituido. En ataque, solo había ráfagas de Mbappé, con un Vinicius anulado por la telaraña pucelana.

Valverde celebra su gol con el Real Madrid ante el Real Valaldolid. / CHEMA MOYA / EFE
Salió mejor el Real Madrid en la segunda parte y se puso rápido por delante. "¡Es lo que te he dicho!", le decía Ancelotti a Valverde tras un gol al volver del descanso. Una falta lejana que el uruguayo convirtió en un latigazo que rozó en Juric. Cambió la trayectoria y esto despistó a Hein. Los efectos sanadores de un gol son incontestables y más cuando nacen de una instrucción del entrenador. "Él tiene que tirarlas", sentenció Carletto tras el encuentro.
Empezó a ver la luz el Real Madrid con Güler como enganche, donde más luce, porque hace orbitar al resto, y con Mbappé en su versión más fajadora, llevándose encima hasta a cuatro contrarios. Todo lo que ganaron los locales con el paso adelante de la segunda mitad lo perdieron atrás, donde al Real Valladolid le faltó veneno para provocar un incendio en un templo con hambre.
El armamento de combate de este curso no es para 'cerocerismos', su función es que corra la sangre en cada partido. Por eso el madridismo lamentó tanto ver cómo la ráfaga de intentos posterior al 1-0 no se convertía en una goleada, con Vinicius fallando pases fáciles y Güler, el mejor entiende el valor de la oportunidad, golpeando al suelo. Brahim sació el apetito del Bernabéu con un gol de revulsvivo que sirve de ejemplo para titulares y secundarios. Tomó buena nota de ello Endrick para redondear la faena. Justo lo que la afición demandaba para dar por bueno un estreno complicado, pero resuelto con un 3-0. El resultado importa.
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