CICLISMO

Giro de Italia: que borren esta semana de la historia del ciclismo

Brandon McNulty se alzó con la victoria y el francés Bruno Armirail (Groupama-FDJ) mantiene liderato con poco más de un minuto de ventaja sobre el inglés Geraint Thomas (INEOS)

Sergi López-Egea

En las películas estadounidenses de juicios, casi siempre magníficas, hay un momento en el que el juez pide que se borre la declaración de un testigo si se demuestra que ha mentido. Con esta semana de

Giro

 debería pasar igual por respeto a los aficionados y amantes de este deporte. Habría que suprimirla de la historia del ciclismo. Ha sido una vergüenza y no se le puede aplicar otro término. Se han desperdiciado todas las etapas, que si el frío, que si la lluvia, que si no ayudaba mucho el recorrido… no ha pasado nada. Ha sido un tostón de carrera. Por eso, lo ocurrido, nada de nada, debería ser tachado de las páginas de la ronda italiana y no ser ni contabilizado ni recordado.

Los favoritos ni se han probado. Este domingo sólo hubo fuegos artificiales al final, pero se desaprovechó una etapa con un dibujo magnífico, la que recorría los territorios del Giro de Lombardía. Prueba de ello es que, si el sábado el pelotón de la ‘maglia rosa’ llegó a 21 minutos de los fugados, en Bérgamo, meta de la 15ª etapa, lo hizo a casi 7.

Si mínimamente la carrera ha tenido algún aliciente ha sido gracias a los corredores de segunda fila, los gregarios que quieren aprovechar las oportunidades cuando se le presentan y, por lo menos, la pelea para ver quién conseguía la victoria ha entretenido un poco un Giro tedioso y falto de combate.

Da igual que pongan puertos, que recorten o dejen los recorridos como estaban dibujados. Da lo mismo, sin ir lentos, que no lo van, por detrás ponen un trote y hasta dejan que el Groupama francés marque el ritmo para que el sorprendente líder de la carrera, Bruno Armirail, pueda llegar con la ‘maglia rosa’ a los Dolomitas tras el descanso de este lunes, a pesar de ceder 33 segundos en la aceleración final de las figuras.

El pundonor de Rojas

Si la etapa de este domingo se ha mantenido activa ha sido gracias al pundonor de corredores como José Joaquín Rojas que puso la sal en la escapada para que su compañero colombiano en el Movistar, Einer Rubio, luchara por una segunda victoria en el Giro que no llegó. Al final no pudo responder según sus deseos -victoria del estadounidense del UAE Brandon McNulty- pero al menos, que estuviera entre los escapados, al no ir muy alejado de los puestos de honor, obligó a no concederle a la fuga un tiempo escandaloso. Por lo demás, los favoritos volvieron a llegar juntos y sólo se pelearon un poquito de nada en los adoquines de Bérgamo.

Cuesta encontrar algo de emoción, tanto como recordar un ataque. Mucho desperdicio de carrera, algo insólito, porque siempre hay etapas malas en una carrera de tres semanas. Sucederá este año en el Tour y en la Vuelta. ¿Pero que se eche a perder dos semanas de competición? Hasta da la sensación de que el Giro se acabó el día que el covid retiró a 

Remco Evenepoel.

Parece que a Geraint Thomas y a 

Primoz Roglic

, segundo y tercero de la general, sin que cuente Armirail para la pelea hasta ahora de puños caídos, ya les va bien llegar como amigos para siempre a los retos de los Dolomitas (el martes se sube el Monte Bondone y el viernes llega la etapa reina con Las Tres Cimas de Lavaredo). Queda territorio para que todo cambie de pies a cabeza. Pero no se puede echar por la borda dos semanas de competición.

Por eso, se deberían borrar estos últimos días. Tiene delito que el pelotón de favoritos llegase a Bérgamo a 6.53 minutos de McNulty. Para ponerse a llorar y sin que los fuegos de artificio lanzados al final por Roglic y Joâo Almeida, con Thomas siempre atento, sirvieran para darle un aprobado a la etapa. Solo para subir la nota, pero siempre con el calificativo de suspenso.