ANIVERSARIO DE LA GUERRA DE UCRANIA

Un año al frente de una selección en guerra: "Algunas jugadoras hablaban ruso. Ahora no quiere hacerlo ninguna"

Lluís Cortés, seleccionador de Ucrania femenina, huyó de Kiev nada más estallar el conflicto, pero permanece en el cargo que tomó en noviembre de 2021: "No quiero dejarlas tiradas porque no es su culpa"

Para las futbolistas, representar a su país es militar en una causa: "Hay un sentimiento nacionalista muy fuerte. Este conflicto lo que ha hecho es polarizar los sentimientos"

Lluís Cortés, técnico de la selección ucraniana de fútbol femenino, durante un entrenamiento.

Lluís Cortés, técnico de la selección ucraniana de fútbol femenino, durante un entrenamiento. / Asociación Ucraniana de Fútbol (UAF)

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Eran las cinco de la mañana del 24 de febrero de 2022, cuando Lluís Cortés (Lleida, 1986) escuchó las primeras bombas en un hotel de Kiev. El seleccionador de Ucrania y exentrenador del Barça femenino cogió rápido las maletas junto a Jordi Escura, preparador físico del combinado nacional femenino. "Acabábamos de ganar la Turkish Women's Cup, el primer título de la selección en sus tres décadas de historia. Las chicas lo celebraron por todo lo alto sin ser conscientes de lo que vendría", relata a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA un año después del inicio de la invasión.

Lo hace desde Cataluña, donde sigue ejerciendo como preparador principal del fútbol femenino de Ucrania, aunque en unas circunstancias y con unos objetivos totalmente opuestos con los que Cortés y su equipo llegaron al país del Este en noviembre de 2021. "Fue como pinchar un globo que no paraba de subir. Todo se ha quedado en stand-by, porque lógicamente desarrollar el fútbol femenino ahora no es una prioridad y sí reconstruir carreteras, hospitales o carreteras", razona el seleccionador, quien acaba de lanzar el Campus Internacional de Fútbol Femenino Lluís Cortés, que se llevará a cabo en Salou del 26/06 al 03/07 de este año.

JÁRKOV ERA CLAVE

En la hoja de ruta de la Asociación Ucraniana de Fútbol (UAF) estaba, "en primer lugar, ser sede de la Eurocopa de 2025, lo que iba a conllevar un enorme desarrollo de las competiciones de futfem, sobre todo de las jugadoras de entre 12 y 14 años. Era un proyecto a medio largo plazo donde nosotros íbamos a contribuir a que la selección tuviera armas para competir y que los clubes pudieran hacer lo mismo en la Champions, acercándose a otros referentes".

Algo similar a lo que sucede desde hace años con el futsal practicado por mujeres en Ucrania, una de las potencias del Viejo Continente. Pero el fútbol femenino no pudo sufrir más el golpe. "Cuando estalla la guerra, los dos principales equipos (WFC Zhytlobud-1 y WFC Zhytlobud-2) estaban en Járkov, la ciudad más grande del este del país, aunque no tan conocida hasta los acontecimientos bélicos. Con el regreso de la temporada, uno canceló su actividad y otro se ha trasladado a Poltava como parte del Vorskla", cuenta Cortés, quien ha mantenido un contacto estrecho con sus jugadoras.

"La federación sigue cumpliendo con sus obligaciones de pago. Intentamos hacer todo lo que podemos dentro de las limitaciones. Seguimos los partidos de la liga local a través de YouTube y también al resto de jugadoras que están en clubs europeos", explica el seleccionador, que ha tenido que cancelar las concentraciones previstas, "porque la UAF ha considerado que no era un gasto necesario". Las futbolistas volverán a reunirse en abril para disputar un par de partidos, rompiendo la inactividad internacional que dura desde septiembre de 2022, cuando Ucrania jugó en España.

DEPORTISTAS EMBAJADORES

El fútbol no está en lo más alto de la jerarquía, pero el Gobierno sí ha entendido que es, como el resto de deportes, un arma potente para la difusión de sus mensajes. "Funciona como elemento distractor y muestra al mundo cómo sobrellevan el conflicto. Es el modo de decir: 'mirad, somos capaces de seguir con nuestra vida mientras Rusia nos está atacando'. Jugar con la psicología en una guerra es algo muy importante", razona Cortés, quien destaca el rol de portavoces que tienen los deportistas.

El caso más potente es el de Mykhaylo Mudryk, por el que el Chelsea pagó 100 millones al Shakhtar Donetsk. Curiosamente, la invasión obligó a un cambio de propiedad en el club inglés, por las conexiones de Román Abramóvich con el Gobierno de Putin. En España se ha vivido un caso similar con Viktor Tsyhankov, uno de los grandes fichajes en la historia del Girona. "De este modo, muestran al mundo que hay mucho talento. Son embajadores de un país en guerra", explica el seleccionador ucraniano, quien describe a los deportistas como militantes de la su causa nacional.

"Hay un sentimiento nacionalista muy fuerte. Este conflicto lo que ha hecho es polarizar los sentimientos. Por ejemplo, cuando yo asumí el cargo en noviembre, algunas futbolistas hablaban ruso y ucraniano por igual. Era un bilingüismo normal. Ahora, ninguna quiere saber nada del ruso", explica un seleccionador que mantiene un contacto estrecho con todas sus jugadoras.

"Intento preocuparme de su salud y la de sus familias, antes que cualquier cosa, pero recibes noticias como: 'Mi padre está en el frente y hace tres semanas que no sé nada de él'. Han normalizado el conflicto, por eso cuando les sugieres si podría acabarse de un modo negociado, ellas te dicen que solo terminará cuando Ucrania recupere lo que es suyo, aquello que les han quitado por la fuerza. Esto sí que me genera desasosiego, porque por parte de Rusia tampoco hay voluntad de hablar", explica con crudeza Cortés, quien pese al presentismo que lo domina todo se preocupa por pensar más allá.

GENERACIÓN PERDIDA

"No solo me preocupan las jugadores profesionales que ya están compitiendo, además a un gran nivel. Lo que realmente me angustia es ver cómo la siguiente generación ha dejado de competir en el país. Hemos recuperado algún torneo, pero la mayoría se han parado. Estamos perdiendo a toda una generación que debería nutrir a la selección en unos años. Me preocupa el futuro del fútbol femenino ucraniano", lamenta el técnico español, quien tiene una libreta llena de enseñanzas que ha ido cubriendo gracias a vivir el conflicto en primera persona. Cuando se le pregunta sobre cómo ha cambiado su vida en estos doce últimos meses, toma aire antes de contestar.

"Es un baño de realidad muy grande. En Occidente nos hemos acostumbrado a vivir muy bien a nivel personal. Todo esto me ha ayudado a relativizar. No me puedo sacar de la cabeza la imagen de unos niños viéndole decir adiós a sus padres en la estación, sabiendo que se iban al frente. ¿Realmente tratamos a nuestros seres queridos como se merecen? ¿No podemos aplazar el envío de un correo para ir a comer a casa de nuestros padres?", reflexiona en primera instancia.

CUMPLIR EL CONTRATO

Rápidamente, se le viene a la cabeza otra idea que evidencia la terapia a la que Cortés se ha autosometido durante el último año. "Ir de Kiev a Lviv me llevó 21 horas, porque había un tráfico increíble. Ahora, cuando llego a Barcelona y hay atascos, no le doy importancia. Las propias jugadoras te lo dicen. ¿De qué vale todo lo material? Han trabajado toda su vida para pagarse sus casas, ahora destruidas. Tenemos que aprender a vivir más el presente. Un solo día basta para cambiarte la vida", medita un entrenador al que es fácil conocer como persona, lo que permite entender cada una de sus palabras y decisiones.

Como la que le lleva a seguir como responsable de la selección de Ucrania, donde las tácticas y el desarrollo de una idea han quedado al margen. Cortés, ganador de un triplete con el Barça femenino, también ha renunciado a ofertas que le empezaron a llegar desde el mismo momento de su huida de Kiev.

"Tengo contrato hasta este verano y lo voy a cumplir. Ellos se han portado muy bien conmigo y no quiero dejarlos tirados, porque no es culpa suya que haya una guerra en su país. Nos quieren renovar dos años más, pero nos sentaremos en verano a ver cuál es el estado del conflicto", razona el seleccionador. Lógicamente, Cortés quiere volver a sentirse entrenador. Sin embargo, a día de hoy, para él pesa más estar al lado de sus jugadoras, facilitarles una luz al salir del túnel y pensar como un ucraniano más que corre en una maratón sin final, donde el fútbol, como cosa más importante de las menos importantes, juega un papel activo en la batalla por la normalidad contra Rusia.