REPORTAJE

El Barça de noche: de Maradona a Piqué

Las plantillas cambian pero el gusto por los reservados en los locales de ocio y las fiestas en hoteles o casas alquiladas en Pedralbes se mantiene entre los jugadores de élite

El Barça de noche: de Maradona a Piqué.

El Barça de noche: de Maradona a Piqué. / ZOWY VOETEN

Anna R. Alós

La noche barcelonesa ha sido y es campo de batalla de los jugadores del Barça. Con vicios y sin. En locales de ocio nocturno y fiestas privadas que se montan en hoteles o casas alquiladas del barrio de Pedralbes. Puede haber o no alcohol, tabaco y drogas. Pero lo que casi siempre hay son mujeres. Son muchos los locales desaparecidos que rompieron aforo en los 80-90 y los jugadores se pasearon por todos ellos: Ribelino's, Baccarrá, Charly Max, Don Chufo. Joan Gaspart, quien fuera vicepresidente del club, era también propietario de la discoteca-restaurante Oliver&Hardy que regentaba Tono Martí Sala.

El astro rey de la noche barcelonesa, y que a día de hoy nadie ha superado, ha sido Diego Armando Maradona, 'El Pelusa', que llegó a la ciudad bebiendo lo que él llamaba “té liviano” y se marchó adicto a la cocaína. “A él y toda su corte, que era tremenda, les encantaba la noche”, comenta Dolly Fontana, que fue esos años la responsable de la discoteca Up&Down. El entrenador Terry Venables cenaba allí casi cada día, y Julio Alberto, antes de tocar fondo, era un cliente habitual además de un tipo simpático, educado. Se decía también que era el más atractivo del momento. Javi Urruti, el que fue guardameta, jugaba a los bolos en el 'office' de la cocina con los camareros y cocineros; las bolas eran patatas y los bolos botellas vacías.

Es una de las tantas anécdotas que cuenta Fontana, que añade: “Los protegíamos, a veces los escondíamos porque luego la gente decía que perdían los partidos porque trasnochaban, y nuestro local era como su segunda casa. Yo tenía fotógrafo y le dejaban disparar para nuestra revista. Había gente que me ofrecía cantidades increíbles para tener el carnet y poder entrar, pero nunca me dejé sobornar”.

Solo con carnet

El carnet es una de las diferencias de la noche de entonces a la de los últimos años. Ignacio Ribó (al frente de Up&Down, La Vaquería y muchos más), actualmente desde su restaurante Zanzíbar, lo explica de este modo: “Años atrás no había privados, el privado era todo el local y accedía solo quien tenía un carnet. Actualmente hay un cordón en la puerta y gente con menos educación, menos respeto, ahora todo es público”. 

El acceso a la discoteca, desde hace años, es siempre a dedo del portero, que suele ser un señor alto y fornido, no sea que haya que repartir despedidas forzosas a los que se atreven a discutirle el criterio. Ese personaje es el que decide quién va a disfrutar del local. En ese campo los jugadores de élite no tienen dificultad y lo suyo son los privados.

Un privado es algo bastante públicouna zona sin paredes que está a la vista de todos (hace años sí había habitaciones cerradas), habitualmente situado en la periferia del local y con vistas a la pista central. En él se reparten varias mesas y son una catenaria, habitualmente roja o dorada, y un empleado de seguridad los que mantienen a los clientes simples mortales a una distancia prudente. Desde esos privados públicos se decide a quiénes se les permite el acceso, habitualmente a chicas.

Al famoso no se le molesta, y si es millonario menos aún. Y si el millonario no es famoso, tampoco. El privado se alquila pagando botellas, y en casi todas las discotecas barcelonesas el precio va desde los 280 euros una botella de vodka hasta los 1500 de una de 'champagne' de etiqueta fosforescente. En las salas de Ibiza se paga el triple, o más, por lo mismo. Sumando botellas, la cuenta final puede asustar a muchos, que la noche siempre es larga. En cualquier caso, no hay jugador del Barça que no se lo pueda permitir.

Sutton, al igual que su vecina sala Gatsby, cuenta con un acceso por la salida de emergencia, curiosa paradoja, a la que se llega por el parking Saba. Muchos apuestan por la discreción de este acceso, lo que no suele hacer, por ejemplo, Gerard Piqué, del que dicen que exhibirse es uno de sus mayores placeres. “Lo suyo es hacerse notar, habla alto, mueve mucho los brazos, se hace ver, es como si quisiera anunciar que ha llegado”, cuentan.

El privado de Sutton

Una oportuna llamada advierte de que el personaje se acerca y se activa el protocolo de recibimiento. Baja del coche con su escolta y en la puerta de emergencia le espera uno de los hombres de negro. Para muchos, el privado perfecto es el que está junto al disc jockey de Sutton, no los que están alrededor de la pista central. ¿La diferencia? En una puerta que da paso a lo que las aves nocturnas llaman “la suîte”, un dúplex con cuarto de baño abajo y arriba una habitación-pecera, con cristalera desde la que se ve todo pero que nadie ve qué hay al otro lado. Como en los interrogatorios policiales. O como aquella pared de cristal desde la que el marido celoso observaba los movimientos de la espléndida Gilda.

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ac914197 a55e 401f bcc9 c9c63869d2e0 16 9 aspect ratio default 0 / ZOWY VOETEN

Junto a Ignacio Ribó y Dolly Fontana, el empresario Javier Bordas y el relaciones públicas Fede Fontes coinciden en la etiqueta a Maradona. También señalan los cuatro que en la misma línea fiestera han estado y están Patrick Kluivert, Piqué y Neymar. El primero montó su propio feudo, CDLC, en la playa de la Barceloneta, que durante unos años se mantuvo en cabeza de los preferidos por los jugadores. Javier Saviola fue uno de sus asiduos.

Fede Fontes parte de la base de que antes eran deportistas y hoy son estrellas. “Años atrás, en la noche había más confianza, más compañerismo, era todo más divertido todo porque era más natural. Yo podía estar una noche con Marcos Alonso y Julio Alberto, con Figo (el más formal y siempre con su esposa), con Guardiola… Hacían de las suyas, eran traviesos, mucho, pero no eran golfos. Incluso cuando Goicoetxea le partió la pierna a Maradona nos montamos la fiesta en la habitación de la clínica”, comenta. La noche que Sandro Rosell acababa de estrenar sillón presidencial lo celebró en Nuba, la sala de los hermanos Bordas, y era Fontes quien le secaba con una servilleta el sudor de la frente.

Mítica es la instantánea tomada en 2009 a Laporta en la sala Luz de Gas que regenta Fede Sardá, otro de los empresarios siempre atento a que no se moleste al cliente. Empapado en 'champagne' por la gracia de un amigo, el entonces presidente celebraba una victoria del club sobre el Real Madrid. Se publicó que el Barça había pagado una elevada factura por aquella celebración, pero Sardá declaró que fue a cuenta de la sala. Es cierto que si algo le sobra a Sardá es generosidad.

Laporta en Luz de Gas celebrando una victoria ante el Madrid.

Laporta en Luz de Gas celebrando una victoria ante el Madrid.

Ronaldinho y Romario

Ronaldinho tampoco se le caía la casa encima. Lo suyo era la batucada, tocar el tambor era el preámbulo de sus noches, muchas de ellas en casa del desaparecido Kiko Muntadas, y remataba en la sala Bikini con una máscara. Antes que él, Romario, en la sala Jimmy's, se agazapaba en un rincón y bailaba como un poseso. “Hasta que pasaba una chica que le gustaba y donde ponía el ojo ponía las bolas; no bebía, no se drogaba, no fumaba, pero las mujeres eran su talón de Aquiles”, cuenta un excamarero. Como de casi todos.

Javier Bordas (Carpas de Calella, Regine's, Búcaro, Pachá, Bling Bling, Nuba…) comenta que “a pesar de la fama de mujeriegos que tienen, y lo son, tengo claro que actualmente son las chicas las que buscan acceder a sus privados. No solo es por el dinero, buscan más bien la fama, eso va por delante”. Y la foto para redes, eso es básico.

Leo Messi poca fiesta le precede. “Es muy serio y reservado”, comenta Bordas. “También son muy formales Ter Stegen, el actual portero, y Sergi Roberto”. No hay que dejar de lado, sin embargo, las fiestas privadas, que suelen ser en casas del barrio de Pedralbes o en hoteles. Allí las agencias dedicadas a ello envían a las chicas de su 'mailing'. Cuenta alguien que ha asistido a alguna de ellas que "unas son de pago y otras no".

Otro dato mutante es la indumentaria. Neymar solía acudir a los locales en chándal, con gorra y la capucha de la sudadera por encima. “Un papanatas con poca educación”, se escuchó en diversas ocasiones. Iba siempre acompañado de 'los Toiss', un grupo de amigos, incondicionales y a gastos pagados.

Los más 'fashion victim' han sido Dani Alves, siempre a la más rabiosa moda, y Pep Guardiola, tanto cuando era jugador como en sus días de entrenador, lo que tampoco resultaba extraño estando su familia política al frente de tiendas de moda multimarca de gama alta.

La noche de los jugadores se vio limitada los años en que Guardiola fue 'míster', pues entre semana enviaba a sus jugadores a la cama casi con la familia Telerín. A las 22.00 en casa. Por las dudas, les llamaba a las doce de la noche para estar seguro de la reclusión. Todavía coexistía el teléfono fijo junto al móvil.

Una de las anécdotas que corroboran el cambio de las noches azulgrana la cuenta Ribó: “Rijkaard cenaba con su gente en La Vaquería y apareció el cantante Carlos Baute con una modelo. La puerta se llenó de fotógrafos. Yo avisé al entrenador pensando que iban por él, le advertí, porque yo nunca avisaba a prensa. Al salir fueron precavidos pero no les hicieron ni caso, iban a por Baute”.

La calle Loreto

Había una calle en Barcelona en los años 70 y 80 de la que pocos cronistas hablan y ahí estaba, medio clandestina, medio no, menos progre y mucho más canalla que la famosísima Tuset. Era la calle Loreto, con la mitad de la longitud que su rival y casi la misma actividad. Un pub se llevaba el famoseo, se llamaba Zuiderzee. Cerca y en los aledaños estaban el Hotel Derby con su bar perfecto para las primeras copas de la noche, el cine Loreto, la sala Starlets, la magnífica y olvidada sala Araña, la pizzería Toscana y algunos locales con luz roja en la entrada, que así era entonces para dar fe de que el 'vicio', allí dentro, era de pago y nadie confundía a una 'scort' con una burguesa con minifalda.

Era la época en que Cruyff era la estrella, el guapo de la plantilla, al que su esposa, Dani, vetó la fiesta final del Mundial 78 después de haber visto en la televisión alemana la anterior, la del Mundial 74. También en esa calle se movía el peruano 'Cholo' Sotil, un nocturno empedernido, siempre a la caza y copa en mano, que de tan llena le marcó un feo final como jugador.

La plantilla cambia. Como cambia la noche: la carta de cócteles, el vaso de tubo da paso a la copa balón, la música es otra, el humo de los cigarros desaparece, los relaciones públicas van y vienen y ya pocos locales sirven kikos con el gintónic porque la rentabilidad pasa por encima, de largo, del buen servicio. Todo cambia para dar pista a la paradoja de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, autor de la mítica novela 'El Gatopardo': "Que todo cambie para que todo siga igual". 

Con todo, los empresarios concluyen que Barcelona ha perdido su brillo, que es una ciudad triste en la que todo se sanciona. Pero Bordas, aun estando de acuerdo en que la Administración no les es favorable, dice que “hoy es más cosmopolita que años atrás, más abierta, más impersonal también, pero somos un referente internacional”.