VILLARREAL 2 - REAL MADRID 1

Un enorme Villarreal abate al Real Madrid en un festival de penaltis absurdos

El dinamismo y la valentía del equipo de Setién sobrepasa a los blancos, que jugaron sin españoles en LaLiga por primera vez en su historia

El árbitro sancionó dos penas máximas por mano, una por equipo, que evidenciaron que el reglamento no siempre responde al sentido común

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

El sentido común y el fútbol no siempre discurren por la misma senda. A veces para bien, piensa este Villarreal que antes del Mundial sentenciaba a Quique Setién días después de sentarle en su banquillo y que ahora se relame tras el partidazo que le valió este sábado la victoria frente al Real Madrid. A veces para mal, piensa cualquier aficionado al fútbol, tras contemplar dos penaltis por mano (uno por equipo) que no entran en ninguna cabeza, pero sí en el reglamento. Y a veces no se sabe si para bien o para mal, pues llena de extrañeza contemplar al Real Madrid, símbolo del fútbol español como ninguno otro, sin un solo español en el once.

Con todo ese cóctel se construyó un partido imperial en La Cerámica, uno de los mejores que se ha visto en esta edición de LaLiga por intensidad, ocasiones, emoción y variedad de líneas argumentales. La consecuencia fue la segunda derrota del Real Madrid en la competición tras la de Vallecas, que permitirá al Barça recuperar el liderato en solitario si este domingo empata o gana en el Metropolitano.

Nada que importe a un Villarreal extraordinario, sostenido por pilares tradicionales como Albiol, Parejo y Gerard Moreno, superiores en rendimiento a la batería de estrellas blancas, casi todas muy por debajo del rendimiento que cabe esperar de ellos. La revancha entre ambos llegará pronto, apenas en diez días en octavos de final de la Copa del Rey.

Bastaron 27 segundos para que el Villarreal clavara su bandera en el área de Courtois, con uno de los tres intentos de gol de Álex Baena durante la primera mitad. Su volea, aunque desviada, fue redactada como sincera declaración de intenciones del conjunto de Setién, excitado con el balón desde el amanecer, dibujando una dinámica frenética que absorbió al Real Madrid.

Repliegue blanco

Al equipo de Ancelotti le costó cerca de un cuarto de hora sacarse de encima un nido de avispas que no llegaron a picarle, pero que le hacían sentirse constantemente amenazado. El repliegue, con Valverde a ratos como quinto defensa, y el contragolpe eran las recetas que encontraba para mantenerse de pie y, de paso, para sumar alguna ocasión que otra.

La tuvo Militao, pero se le apagaron las luces en el momento definitivo, evidenciando que es defensa y no delantero. También Benzema y Vinicius, en un dos contra uno que Albiol resolvió de manera imperial. Y sobre todo la tuvo Yéremy Pino, en un mano a mano ante el que Courtois se hizo gigante. Al descanso llegaron agotados hasta los espectadores del remodelado Estadio de La Cerámica.

La segunda mitad arrancó con idéntico guion al de la primera, aunque con diferente desenlace. Esta vez sí, el Villarreal consiguió aprovechar su mayor ritmo y su presión sobre la salida de balón del Madrid. Poco más de un minuto le costó aprovechar un error de Mendy en la distribución para robar el balón en campo ajeno y trazar una jugada en tres toques que acabó con Yeremy Pino (con ayuda del propio Mendy) batiendo a un vendido Courtois.

La locura de los penaltis

A partir de ahí, el partido perdió el oremus, ayudado por un reglamento que en muchas ocasiones, sobre todo en lo relativo a las manos, atenta contra el sentido común. Primero, en el minuto 60, se sancionó como penalti una mano de Foyth, apenas un roce que no obstruyó la jugada de Vinicius, mientras el balón caía del cielo. Tres minutos después, Soto Grado pitó otro a Alaba, culpable de que el balón le golpeara en la mano mientras él la intentaba levantar del césped, donde la tuvo apoyada un instante.

Tanto Benzema como Gerard Moreno atinaron sus lanzamientos, manteniendo al Villarreal en ventaja y obligando al Real Madrid a jugar a pecho descubierto en la media hora que quedaba por delante. La entrada de Rodrygo, siempre eléctrico, contribuyó a la misión, así como el progresivo vaciado del tanque de energía 'groguet'.

El brasileño gozó de la mejor ocasión en el 78, tras un centro de Valverde mal medido por Reina, nuevo dueño de la portería del Villarreal tras la marcha de Rulli al Ajax. También la tuvo Vinicius, aunque remató muy arriba y encima lo hizo en fuera de juego. Y sobre todo Danjuma, que desaprovechó el tercero en la última jugada del partido, con Courtois a muchos metros de su portería tras subir a rematar un córner. Ya daba igual, el trabajo estaba hecho.