LA NUEVA PERLA ROJIBLANCA

Pablo Barrios, el 'niño maravilla' del Atlético que el Real Madrid dejó escapar

El mediocentro rojiblanco, que anotó dos goles decisivos para las clasificaciones coperas, llegó al club en el que despunta después de ser el capitán del infantil madridista

"Es una persona humilde, que tiene los pies en la tierra. No ha llegado ahí por casualidad. Se lo ha tomado muy en serio y ha trabajado como el que más", indican los que le conocen

Pablo Barrios celebra el gol contra el Arenteiro junto a Alberto Moreno, otro canterano del Atlético.

Pablo Barrios celebra el gol contra el Arenteiro junto a Alberto Moreno, otro canterano del Atlético. / EFE

Denís Iglesias

Denís Iglesias

Las crisis son una ventana de oportunidad para los equipos, pero sobre todo para los jugadores jóvenes. El Atlético ha encontrado en Pablo Barrios (Madrid, 2003) un bendito soplo de regeneración. Contra el Real Oviedo anotó el gol de la calma que certificó la clasificación para octavos de la Copa. Suyo fue también el tanto que desenmarañó el complicado partido de barro frente al Arenteiro.

Dos aciertos enhebrados por un todocampista que ha entendido a la perfección que las oportunidades, más si cabe en un equipo grande, se obtienen resquebrajando techos sin dejar siquiera un cristal. Por si alguno tiene la tentación de pensar que es una casualidad. Nada lo es en la vida de un Barrios al que el Real Madrid dejó escapar con 14 años, cuando era capitán del Infantil A.

EXPLOSIÓN TEMPRANA

Puede ser una edad demasiado temprana como para saber qué dará de sí un jugador en fase de desarrollo. No obstante, la lógica del fútbol se ha acelerado hasta el punto de que la gran apuesta de futuro madridista, Endrick, apenas tiene 16 años. Suficientes para anotar varios goles con el primer equipo del Palmeiras y ser objeto de deseo de todos los grandes. Aunque paradójicamente es más fácil fijarse en un aspirante internacional que en la promesa de Moratalaz a la que casi has enseñado a atarse las botas.

Esa fascinante normalidad es la que le cerró un camino para Barrios y le abrió una vía inmensa para poner en práctica su polivalencia e inteligencia. Todos los que en algún han compartido vestuario con él, le desean lo mejor. "Ya destacaba de pequeño. Le bastó un entrenamiento para volvernos a todos locos y quedarse con nosotros", cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA David Romero, jugador de la Escuela Deportiva Moratalaz, el primer equipo del Pablo. En su sede luce un cuadro del primer futbolista de la entidad en disputar un partido de Champions. El mediocentro del Atlético tuvo minutos en la derrota frente al Oporto, el prólogo a la dura eliminación europea frente al Leverkusen.

Romero y el nuevo 'niño maravilla' del Atlético siguen siendo dos chicos de barrio. Uno va camino de hacer carrera en la élite y el que responde a este diario sigue en el club donde compartieron infancia. En aquella misma promoción estaba Sergio Díez, actual compañero de Barrios en el filial 'colchonero', "que tiene una trayectoria parecida a la suya y que es otro gran amigo nuestro que en poco tiempo estará en la misma situación que Pablo".

ALABADO POR TORRES Y SIMEONE

Díez fue un hombre clave, como Pablo, en el Juvenil A de Fernando Torres, que la temporada pasada llegó a la final four de la Youth League y fue campeón de Liga. El mito 'atlético', que debutó con el Atlético en el socavón de Segunda (2001), es uno de los que más orgullo siente por esta situación: "Ver a Barrios con los mayores es emocionante y hay más jugadores como él que están preparados".

Aunque de la teoría a la práctica hay un trecho. Solo se puede recorrer con la zancada larga de un joven que tuvo su primera oportunidad el 29 de octubre, contra el Cádiz, tras varias semanas entrando en las convocatorias de Simeone, quien no ocultó su entusiasmo por el rendimiento de Barrios. "No hay edades: hay futbolistas que entienden el juego y la personalidad que necesita. Eso nos entusiasma, porque hacía mucho tiempo que un jugador de la cantera no mostraba este nivel", dijo tras el partido de Copa.

Con Barrios, el término 'canterano' podría tener un asterisco por su formación partida entre los dos rivales de la capital. Pero él adoptó por completo la filosofía de su actual club desde que entró por la puerta. Cuando lo vieron aparecer, sus antiguos rivales, y a partir de entonces compañeros, todavía recordaban como les había ganado la liga.

SALIDA DEL REAL MADRID

"Aquella fue una salida de despacho que sorprendió incluso a sus entrenadores en el Real Madrid, que no entendieron la decisión", cuentan fuentes que vivieron de cerca un cambio trascendental. "Era capitán y uno de los mejores del Real Madrid", añade Romero, su compañero en el Moratalaz. Vestir la camiseta del club blanco no es fácil. Ni durante la estancia, casi siempre laberíntica, ni cuando se sale de ella, algo que suele ocurrir en la mayoría de los casos.

A Barrios le favoreció que en su nuevo vestuario estaban muchos jugadores con los que había jugado en la selección madrileña. Es el caso de Javier Currás, un amigo de toda la vida que, a diferencia de Pablo, tuvo que marcharse el pasado verano tras siete años en el club, al Académico Viseu (la ciudad de Joao Félix) de la segunda portuguesa.

"Como jugador es un chico con mucha personalidad, asume las responsabilidades en todo momento y no le puede la presión. Siempre juega como él sabe, sin importar con quién o contra quién. Es un mediocentro muy técnico, habilidoso, con buena llegada y pegada, pero también muy trabajador, contagia esa actitud competitiva a sus compañeros", le define quien fuera su compañero en la ED Moratalaz.

PÉRDIDA DE SU MADRE

Con ese perfil, Barrios cayó de pie en el Atlético. "Todo el mundo le adora en el seno de la entidad rojiblanca, donde se ha ido haciendo un hueco hasta romperla en el primer equipo", comentan desde el entorno del club. "Es una persona humilde, que tiene los pies en la tierra. No ha llegado ahí por casualidad. Se lo ha tomado muy en serio y ha trabajado como el que más. Sigue siendo el mismo de siempre, juntándose con sus amigos de la infancia y arropado por su familia", añade Romero.

Su padre, Félix, jugó en los años 90 en un clásico del fútbol madrileño, el Moscardó. Su hermana, Marta, ha hecho carrera con la gimnasia rítmica. Pero si hay una persona a la que van dirigidos sus goles, esa es su madre, a la que perdió el año pasado. Mientras explotaba en el campo, algo se deshacía dentro de él. No lo exteriorizó. Tampoco lo hace ahora con efectistas celebraciones al cielo. Lo lleva por dentro, como la profesión que ejerce con una fortaleza que le ha llevado a derribar la puerta del Atlético hasta el punto de limar las bisagras. El único modo de entrar a la élite sin que nadie pregunte.

"Pablo puede llegar donde él quiera. Como amigo, le veo en lo más alto. No le pondría ningún techo. Tiene 19 años y lo que hace con su edad está al alcance de muy pocos. Sabemos lo difícil que es llegar ahí, pero también cómo es el fútbol, nada fácil. Pero estamos convencidos de que tiene condiciones para triunfar en el Atlético y en la Selección", concluye Romero, quien no olvida "las cosas muy duras que ha pasado en su vida personal, por lo que se merece todo lo bueno que le pase". No es fácil reequilibrar el karma. Menos aún en un campo de fútbol, pero Barrios está haciendo lo imposible para que sí sea.