ANUARIO DEL DEPORTE (DICIEMBRE)

Coronación y muerte de dos reyes: del Mundial de Messi al adiós de Pelé

El delantero argentino cumplió su destino haciendo campeona del mundo por tercera vez a Argentina en su último intento, ya con 35 años y tras una final épica

'O Rei' falleció el 30 de diciembre tras meses enfermo de cáncer, dejando huérfano a un fútbol brasileño que lo despidió de forma multitudinaria en el estadio del Santos

Leo Messi, capitán e ídolo de Argentina, besa la Copa del Mundo lograda en Lusail.

Leo Messi, capitán e ídolo de Argentina, besa la Copa del Mundo lograda en Lusail. / HANNAH MCKAY / REUTERS

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Los rostros de aquel día alrededor del estadio Lusail no son fácilmente olvidables. La tercera tarde del Mundial de fútbol era un río de lágrimas albicelestes, un país entero pálido con un golpe en el mentón recibido de manera inesperada. Arabia Saudí había ganado a Argentina en el debut de ambos en el Copa del Mundo de Qatar, remontando el tanto inicial de Leo Messi de penalti. Y aquellos argentinos que cantaban con entusiasmo aquello de “¡Muchachos!” por todos los rincones de una Doha de cartón-piedra se quedaron sin fe.

Sin embargo, como le ocurrió a España en 2010, aquello resultó siendo un tropiezo necesario antes del éxito final. 26 días después del descalabro, en el mismo escenario en el que había ocurrido, Argentina vencía a Francia por penaltis en la final de todos los tiempos y Leo Messi se convertía así en infinito, cumplido al fin el destino escrito de que, como Maradona, él también llevaría la copa a Buenos Aires.

El ‘10’ del PSG completó de esta manera un palmarés extraordinario: cuatro Champions, once Ligas nacionales, siete Copas, una Copa América, un oro olímpico, un Mundial sub’20, siete Balones de Oro… Lo tenía todo salvo lo único que sirve en una nación tan pasional como la argentina y, a los 35 años, lo acabó logrando. Si no haber sido campeón del mundo era visto como el gran pero para coronarle como el mejor de todos los tiempos, el polémico Mundial de Qatar borró el último pero para la unción de Messi.

'Dibu', Julián, Enzo...

Junto a él, como perfectos apóstoles invitados a su última cena, se reivindicaron tipos que no pertenecía a la aristocracia del fútbol mundial. El aficionado medio descubrió al sensacional y gamberro ‘Dibu’ Martínez, al seductor Julián Álvarez, al enérgico Mac Allister y al fino Enzo Fernández, con los más clásicos Otamendi, Di María y De Paul cerrando el círculo. Y, por supuesto, a Lionel Scaloni, entrenador con mayúsculas que llegó al cargo con la etiqueta de interino y ha acabado colocando su nombre en el santoral argentino junto a los de Bilardo y Menotti.

Pero también descubrió a un Messi pura pasión. Aquel “¡qué ‘mirás’ bobo!” que lanzó a un rival neerlandés en plena entrevista post partido se convirtió en uno de los ‘hits’ del Mundial, símbolo del nervio con el que el ‘10’, que siempre parece vagar despistado por ahí antes de activar su magia, encaraba la que era su última oportunidad de ganar el Mundial, el primero para Argentina en 36 años.

Luis Enrique Martínez.

Luis Enrique, durante el Mundial. / Agencias

Menos poético fue el camino trazado por la selección española, una decepción en cuatro actos de progresiva negatividad, desde el 7-0 del primer día contra Costa Rica hasta la eliminación a manos de Marruecos en octavos de final. Le faltó madurez y también alternativas futbolísticas al equipo de Luis Enrique, convertido en aquellos días también en estrella de Twitch y quien la misma semana de la eliminación fue reemplazado por Luis de la Fuente. El asturiano solo manejaba (al menos de momento) seguir hasta la Liga de Naciones de junio y la RFEF buscaba un proyecto de mayor duración, por lo que el hasta entonces entrenador de la sub’21 fue el elegido como solución.

Adiós a Busquets

De la Fuente tendrá que manejar un equipo muy joven, con la mirada puesta principalmente en la Eurocopa de 2024. Un torneo en el que no estará ya Sergio Busquets, que cerró su ciclo con la selección tras el Mundial. Una decisión que, en otras figuras, también tomó Karim Benzema, de nuevo enfrascado en guerras con su selección y, en particular, con el técnico Didier Deschamps.

Francia fue precisamente la subcampeona de un Mundial en el que Alemania volvió a decepcionar, en el que Brasil alargó con su descarrilamiento en cuartos una sequía que va a durar ya 24 años, en el que Bélgica y Uruguay despidieron con tristeza a sus mejores generaciones. En el que a Cristiano se le rompió el amor con una insuficiente Portugal y quizá también con el fútbol en general.

Pero fue también el Mundial de la eterna resiliencia de Croacia, del histórico descaro de una Marruecos que hizo historia para África y el mundo árabe, de momentos de gloria inesperada para equipos como Japón, Australia y Arabia Saudí. Y el Mundial de la vergüenza, con tantas y tantas carencias democráticas que mancharon un balón que solo Messi fue capaz de hacer brillar entre tanta mugre.

Pelé, durante uno de sus legendarios regates.

Pelé. / Agencias

Adiós a 'O Rei'

El mes y el año ya expiraban, con la resaca del Mundial de Messi y Argentina todavía viva, cuando el fútbol recibió la trágica noticia del mejor jugador de la historia de las Copas del Mundo. Pelé, tres entorchados en su palmarés, moría el 30 de diciembre tras meses conviviendo con un cáncer que acabó siendo letal para su vida. Un fallecimiento que no por anunciado resultó menos traumático para el mundo del fútbol.

El maravilloso delantero brasileño pasó así de leyenda a mito eterno, como dos años antes Maradona, como anteriormente había ocurrido con Alfredo di Stéfano y Johan Cruyff. El estadio Vila Belmiro, hogar de su Santos, fue escenario días después de un desfile de miles de aficionados deseosos de dar el último adiós a 'O Rei'. El rey había muerto apenas días después de que otro se hubiera coronado como tal. Así es el fútbol. Así es la vida.