EL ADIÓS A 'O REI'

Pelé, el ídolo pop que trascendió al fútbol

Andy Warhol le retrató, pararon guerras para verle jugar, pasó a la historia por jugadas que ni siquiera acabaron en gol, alternó con actores y cantantes y cerraba cada noche la discoteca Studio 54 durante sus años en Nueva York

Muere Pelé a los 82 años

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Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Para reconocer la grandeza de Pelé, fallecido este jueves a los 82 años, solo hay que valorar lo que le ha costado a Messi ser campeón del mundo. Ni el argentino ni ningún otro jugador de la historia del fútbol podrá hacerse la foto de la que Pelé siempre presumió con las tres copas de ganador de los Mundiales. Edson Arante do Nascimento es el único futbolista que ha ganado tres veces la Copa del Mundo (1958, 1962 y 1970). Futbolísticamente los datos de Pelé son estratosféricos: 1120 partidos con el Santos y 107 en el New York Cosmos, marcando 1283 goles a lo largo de su carrera.

Hijo del futbolista Dondinho, nació en 1940 en la localidad de Três Coraçoes, en la provincia de Minas Gerais. No tocó un balón hasta los seis años y siempre defendió la misma camiseta, la del Santos, hasta que se marchó a Estados Unidos a convertirse en el embajador del fútbol en el país yankee enrolándose en el Cosmos de Nueva York.

Antes de eso gritó 643 goles con la camiseta del Santos y 77 con la selección brasileña. De hecho, sigue siendo el máximo goleador de la historia de la selección, igualado con Neymar. Pelé debutó con 16 años en el Santos y un mes después con la selección, marcando un gol a Argentina. Sin embargo, su destino pudo cambiar por culpa del informe de un médico.

El psicólogo que lo descartó

En 1956 Joao Havelange asumió la presidencia de la Confederación de Deportes de Brasil, posición estratégica que le permitió desarrollar sus planes de futuro. Se hizo cargo del fútbol y le dotó de una organigrama profesional de cara al Mundial del 58, al que Brasil llegaba en estado casi depresivo por el fracaso del 50 en Maracaná y el fiasco ante los húngaros en el 54. Havelange colocó a su mano derecha al mando, Paulo Machado de Carvalho, empresario con el que diseñó un staff que contaba con entrenador, médico, dos masajistas, preparador físico, psicólogo y dentista.

Lo primero que hicieron fue un minucioso examen médico a los 33 jugadores 'internacionalizables'. Revisión que comenzó con un examen dental de los futbolistas a cargo del dentista y cirujano maxilofacial Mario Trigo, designado por el jefe de los servicios médicos de la selección, Hilton Gosling. Después de extraer 118 piezas dentales a los jugadores y de advertir "un grado de abandono desolador de los futbolistas" que quedó retratado en los análisis, se procedió a un examen psicológico a cargo de Joao Carvalhaes, prestigioso sociólogo especializado en procesos de selección psicotécnica. Carvalhaes se reunió individualmente con los jugadores y emitió un informe que advertía que los jugadores brasileños "no están preparados intelectual y psicológicamente para la toma de decisiones en situaciones de presión y ante rivales mejor preparados física e intelectualmente".

El apunte sobre Pelé era especialmente cruel: "Edson Arantes dos Nacimiento presenta, a sus 17 años, un evidente perfil infantil. Le falta el espíritu necesario para luchar. Es demasiado joven para aguantar golpes o agresiones y responder a ellos de forma adecuada. No tiene el sentido de la responsabilidad necesario ni espíritu de equipo. No es aconsejable su convocatoria".

Aquello dejó en difícil posición a Vicente Feola, el seleccionador, que finalmente decidió llevarlo a Suecia tras una gran actuación en un torneo en el Estadio Maracaná en el que anotó tres goles al Os Belenenses portugués, y uno en cada partido al Dinamo yugoslavo, Flamengo y São Paulo. Feola prefirió llevar a Pelé antes que a Luizinho, la figura del Corinthians. Días antes del viaje, Santos se midió a los de Luizinho, y un compañero suyo le hizo una entrada salvaje en la rodilla que estuvo a punto de dejarlo sin Mundial. En el Mundial del 58 Feola no contó con Pelé hasta el tercer partido, ante la URSS. Puso de inicio a Pelé, Garrincha y Vavá, "para cansar a los superatletas soviéticos" y deslumbraron. Desde aquel día, Feola apostó por 'el equipo de los meninos'. Nadie volvió a dudar de Pelé, que volvió a ganar el título en el 62 y en el 70, con aquella selección brasileña que alineaba 'cinco dieces': Jairzinho, Pelé, Gérson, Tostão y Rivelino.

Jugadas inverosímiles

Autor de jugadas icónicas que nunca antes ningún futbolista había siquiera imaginado. Como un disparo desde su campo ante Checoslovaquia en el Mundial del 70 que salió rozando el palo de Viktor, portero rival, y quedó grabada en el imaginario colectivo con el nombre de ‘el gol que no fue’. Pelé tiraba paredes apoyándose en los rivales y realizaba regates inverosímiles.

“Un jugador de otro planeta”, como le definió César Luis Menotti, seleccionador de la Argentina campeona del 78. Alfredo Di Stéfano también resolvió a favor del brasileño un debate que le plantearon en cierta ocasión. ¿Quién es mejor, Messi, Cristiano o Maradona? "El mejor fue Pelé. Era magnífico", respondió 'La Saeta Rubia'.

Mick Jagger, con Pelé. 

Mick Jagger, con Pelé.  / EPE

Pelé trascendió al fútbol. Un personaje al que retrató el mismísimo Andy Warhol. Era tal su carisma que en 1967 jugó un partido amistoso en Nigeria, en plena guerra civil, y se decretó un alto el fuego de 48 horas para que pudiera jugar. Lo mismo ocurrió en Lagos años después. Pelé utilizó el fútbol para llevar la paz a cualquier lugar.

En 1975 se mudó a Nueva York, después que el dueño de la Warner, Steve Ross, le firmase un contrato que le convertía en el deportista mejor pagado de la historia: dos millones de dólares anuales libres de impuestos. Detrás de Pelé llegaron a Estados Unidos otras estrellas como George Best y Johan Cruyff a Los Angeles Aztecs (con Rinus Michels como entrenador) o Franz Beckenbauer y Giorgio Chinaglia al propio Cosmos.

Con este último cerraba cada noche la mítica discoteca Studio 54, donde alternaba con actores y cantantes como los Rolling Stones, a cuyo cantante, Mick Jagger, le unía una estrecha amistad. Pelé fue más mediático que Cristiano, más imprevisible que Messi y más trascendente que Maradona. Pelé fue un icono pop.