RUGBY, VENTANA DE OTOÑO

Inglaterra y Nueva Zelanda empatan a nada a un año del mundial de rugby

Los ingleses remontaron un 6-22 con tres ensayos en nueve minutos, tras la expulsión al sin bin de Beauden Barret en el 71, para dejar el choque en un empate inesperado (25-25)

Una melé entre ingleses y neozelandeses en Twickenham.

Una melé entre ingleses y neozelandeses en Twickenham. / Andy Ryan/Spo

Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

Eddie Jones, el seleccionador inglés, no suele prodigarse contra los All Blacks en los periodos entre Mundiales. Apenas les concede un partido el otoño previo a la Copa del Mundo para diagnosticar su estado de sitio respecto a los kiwis, y de ahí saca las conclusiones necesarias para luego preparar el probable cruce en el Mundial.

Así que este partido en Twickenham era mucho más que un partido de otoño, era una visita al dentista. Los All Blacks, que habían ganado seis de los últimos ocho partidos a los ingleses, llegaban tras encadenar seis victorias y sacudirse las dudas. De arranque la pizarra ofrecía matices interesantes. Jones alineaba dos ball carriers en la tercera, con Sam Simmonds de 6 y Billy Vunipola de 8. La idea era sencilla, distanciarlos para condicionar a la defensa neozelandesa, que además tenía un tercer ariete al que frenar en la persona de Manu Tuilagi. Por eso para dar ritmo a la hora de darles de comer alienaba en la bisagra la velocidad de Van Poortvielt de 9 con un Marcus Smith vigilado en corto por Owen Farrell a su espalda.

Nueva Zelanda tiraba de especialistas en su primera línea (De Groot, Taylor y Lomax), tres segundas con Scott Barrett en el cerrado de la tercera metiendo peso a la melé kiwi junto a Whitelock y Retallick, centurión hoy y capitán. Y agresividad a pie de la melé con Papali’i apoyando a Ardie. Atrás un equipo interesante con Aaron y Mounga dirigiendo, Jordie con Rieko en el mediocampo, y Beauden blindado el espacio aéreo con Caleb y Telea en las orillas.

La tercera devora a Van Poortvielt

Inglaterra no compareció de inicio. Van Poortvielt fue devorado por los terceras kiwis, que a los cuatro minutos robaban un pase plano del 9 tras touch para clavar un ensayo. Solo seis después un golpe inglés era lanzado al lateral de la 22 inglesa, desde donde el mal kiwi terminaba con Taylor acostado en el ingoal local. Cada error era castigado. Nueva Zelanda arrasaba a la delantera inglesa en el set-piece y le ponía ruedas en las melés, además de ensuciar y pescar balones en las abiertas sin descanso. La agresividad sureña, tanto en defensa como en ataque con líneas de carrera óptimas, machacaba a una Inglaterra que se libró de encajar otro ensayo (de Rieko) porque Beauden se extralimitó limpiando en el ruck previo a Owen.

Al descanso ganaban los All Blacks 3-17. La posesión y la territorialidad era inglesas, pero los de negro habían recorrido el doble de metros con la pelota y su defensa volvía a ser una Plaga Negra que asolaba Twickenham. El plan de Jones, "pudiendo dar un cabezazo, para qué pasar la pelota", hacía aguas por todos lados. Van Poortvliet estaba intimidado por la tercera rival y Smith encorsetado por la presencia de Farrell. La pelota no pasaba de Manu Tuilagi, desconectando con ello al back three inglés.

La segunda mitad arrancó con cambio de tercio en los locales. Pero antes de eso se produjo una patada cruzada de Mounga, tan notable en el partido como Aaron Smith, acabó en las manos de Clarke, que tiró una cruz a Rieko, y El Caballo cruzó todo Twickers para clavar la bandera en la zona de ensayo local sin cruzarse con ningún defensor (6-22). Inmediatamente después, a los 53 minutos, se retiraba un Van Poortvliet desencajado y la primera línea inglesa (con un Genge sobrevalorado y un Sinckler al que el oficio no le llega ante los kiwis). Otro que se marchaba era Tuilagi, frustrado por la ración de dobles placajes que le regaló la defensa neozelandesa.

Nada hacía presagiar un cambio de escenario, por más que los recambios ingleses le metieran al partido la agresividad que no le pusieron los titulares. Pero llegó la jugada clave del duelo. Con el partido perdido Marcus Smith desató una estampida en el minuto 71 que concluyó con amarilla a Beauden (noche discreta la suya) y posterior ensayo de Will Stuart. Dos minutos después y ya en superioridad y con Marcus Smith desatado, porque entre otras cosas Owen estaba tocado en un pie y tenía una presencia casi testimonial, llegaba otro ensayo de Stewart generando la superioridad afuera. Con siete minutos por delante, el tsunami negro se había convertido en una arreón blanco.

Todo el desparpajo y el dinamismo que los de la Rosa no aplicaron en los primeros 70 minutos se vieron en los diez finales. Y el héroe inesperado, Stuart, nombre que podíamos leer en su camiseta (no en la de los All Blacks que aún no han claudicado a esta maniobra de marketing), posaba su segundo ensayo y dejaba el marcador en tablas. Los minutos finales evidenciaron porque Ben Youngs y TJ Perenara no fueron titulares, con patadas inexplicables que regalaron al rival. Pero la jugada más desafortunada fue la de Marcus Smith, que con superioridad, el equipo desatado y la última pelota en sus manos en un partido en el que solo se jugaba el honor, decidió sacarla y firmar el empate. Un despropósito se mire por donde se mire.

Diagnóstico preocupante

Puestos a sacar conclusiones, Eddie Jones debe hacérselo mirar. Su plan con ‘ball carriers’ para demoler la defensa kiwi a cabezazo fue un fiasco. Proponer eso con Marcus Smith en el campo es atarse un brazo a la espalda. Pedro tiene problemas más graves. Inglaterra ha perdido el ruck’n’roll y tiene un déficit en las melés preocupante. Si a eso suman que en el 9 no tienen a nadie fiable y que el sistema de doble apertura es una condena para su 10, el panorama no es especialmente halagüeño.

En los All Blacks hay también síntomas inquietantes. Beauden no es el que era y el equipo lo nota. Nueva Zelanda se vino abajo con los cambios, al revés que Inglaterra, y eso en un equipo que estaba especializado en demoler rivales pasada la hora con su fondo de armario le hace vulnerable. ¿Quién ganó? Pues está claro. Ganaron Francia, Irlanda y Sudáfrica. Los otros candidatos a ganar el Mundial, que ya saben que ni Inglaterra es tan fiera ni los All Blacks dan tanto miedo. 

Otros partidos: Georgia da la sorpresa en Gales

Este sábado traía más partidos interesantes en esta ventana de otoño 2022, a menos de un mes de la celebración del Mundial de Francia. La gran sorpresa la daba Georgia, derrotando a Gales en el Millenium por primera vez en su historia (12-13). Escocia infringía un correctivo a los Pumas argentinos (52-29) en Murrayfield, en un partido redondo de Finn Russell, y Sudáfrica pasaba por encima de Italia en Génova (21-62).