Valverde resucita al Madrid ante un Sevilla que se le atragantaba

Si el fútbol, como decía Valdano, es un estado de ánimo, el Madrid es la euforia hecha equipo. Todo le viene de cara. Desde los jugadores que Ancelotti se 'inventa', como un Valverde que no deja de estirar sus límites, hasta unos revulsivos como Asensio que salen del banquillo para resucitar los partidos cuando vienen mal dadas. Ante el Sevilla el partido se le atragantó a los blancos, pero los cambios de Carletto recuperaron el ritmo hipohuracanado para ganar.

Hace unas semanas se encendieron todas las alarmas cuando Benzema se lesionó para varias jornadas, pero esta noche la ausencia del francés, que ofreció su Balón de oro al madridismo en los prolegómenos, se resolvió con naturalidad. En lugar de cuchillos, Ancelotti y Sampaoli colocaron dos navajas suizas en la proa de sus ataques con Rodrygo e Isco. Lo que auguraba un partido de llegadores con más cuchareo que tenedor y cuchillo.

Y a los cinco minutos se confirmaron las sospechas cuando Vinicius robó una pelota y al entrar al área detuvo el tiempo para levantar la cabeza y adivinar la aparición de Modric en el segundo palo, donde el croata solo la tuvo que empujar. Algarabía local y reproches sevillistas. Los de Sampaoli han perdido la identidad de ese equipo feroz que asfixiaba a los rivales y los destrozaba con sus zarpazos. Hoy es un equipo apocado que se amontona por detrás de la pelota y usa la posesión para que sus rivales no le hagan daño.

El paradigma de Isco explica perfectamente la pérdida de clase del Sevilla. Un jugador de talento que habita entre líneas abandonado a su suerte como nueve falso, de espaldas a la portería, haciendo kilómetros y sin tocarla. Solo le faltó que le vendasen los ojos. El malagueño debió sentirse como en un rondo de 90 minutos ante sus excompañeros. Con este panorama solo restaba esperar que fuesen cayendo los goles blancos como lo hacía la lluvia sobre el Bernabéu. Porque en la primera parte el único trabajo que tuvo Courtois fue ofrecer al público su trofeo de portero del año. Perdonaron la puntilla Modric y Vinicius y al descanso llegó vivo el Sevilla.

Empate entre bostezos

Pasaban los minutos y el Madrid jugaba entre bostezos. Así hasta que Montiel robó una pelota y filtró un pase a la espalda de la perezosa defensa madridista, donde Lamela apareció para empatar con mucha clase. La primera, en la frente. De tanto agazaparse esperando su momento a los de Ancelotti se les paró el reloj. Y lo peor es que los blancos quedaron sonados y el Sevilla se animó con disparos de Isco e Lamela mientras la grada ya silbaba la inacción de los suyos. Tenía el Madrid media hora para revolucionar el ritmo tedioso de un partido en el que se estaba embarrando.

Entonces Ancelotti puso piernas nuevas con Asensio, Lucas y Rudiger. Y en la primera que tuvieron desplegaron una contra de libro con pase excelso del balear para Vinicius, que encaró a Bono, le fijó y asistió a Lucas. Dos de los refrescos eran capitales en la jugada decisiva. Y dos minutos después otro ataque desplegado con velocidad de contra fue llevado de una banda a otra y allí apareció Valverde, que terminó tocado con 'bocadillo' en el muslo, sacar su fusil y clavar el tercero. El Real Madrid se sacaba de encima un problema ante un Sevilla menguante que se terminaba de desinflar.