Ciclismo

Van Aert sigue al frente del Tour tras una etapa absolutamente decepcionante

El ciclista neerlandés Dylan Groenewegen se impone en la despedida danesa el día después del triunfo de Fabio Jakobsen, al que envió al hospital hace dos años.

Sergi López-Egea

Un día gana el ‘bueno’ (Fabio Jakobsen) y al siguiente el ‘malo’ (Dylan Groenewegen) como queriendo purgar las penas por haber tumbado al primero y haberlo puesto al borde de la muerte en la Vuelta a Polonia de hace dos años. Todo queda entre neerlandeses y belgas con Wout van Aert instalado en su trono amarillo, arañando bonificaciones y sabedor de que el martes paseará

el jersey de líder

del

Tour

en el estreno francés de la prueba tras la jornada de traslado de este lunes; ‘lunes al sol’ y al volante en la Grande Boucle.

Dinamarca pasó bajo el influjo popular y las carreteras abarrotadas de gente porque saben que difícilmente el Tour regresará a sus tierras. El año que viene toca salir de Bilbao y al siguiente, en principio, de Florencia. Y se superaron las tres

etapas

danesas sin gloria ciclista, más allá de la fórmula 

Tadej Pogacar

; enseño los dientes en la contrarreloj individual para demostrar que estoy aquí y que

he vuelto para repetir la victoria

de los dos últimos años.

Las fugas de Magnus Cort Nielsen

Porque lo que ha sido a nivel competitivo, las dos primeras etapas solo se puede catalogar como fiasco, más allá de las fugas de Magnus Cort Nielsen, como enviado especial del pueblo danés para dejarse aplaudir como si fuera el telonero del Tour. Los organizadores ponen el trazado y buscan puentes donde se puede generar espectáculo. Pero para ello los ciclistas necesitan querer. Y la dirección del Tour invita a equipos, que por si solos no tendrían derecho a la plaza, para que animen etapas como las de este domingo, con escapadas que no se producen.

Y es entonces cuando llega el tedio, el que provocó demasiadas tardes de siesta en el mes de mayo sobre las carreteras del Giro. Los equipos no pueden volver a permitirse provocar una dosis de aburrimiento como la ocasionada en la ronda italiana, porque pierden ellos, todos y solo provocan que los espectadores busquen otro espectáculo que ver en vez de un pelotón agrupado a lo largo y ancho de 188 kilómetros sin que pase nada, absolutamente nada. Es terrible… casi para echarse a llorar. Es como si dos equipos de fútbol jugasen a buscar el 0-0 sin moverse del centro del campo y sin chutar una vez a puerta.

El dominio de Van Aert

Este domingo, como el sábado una vez se superó el puente del Tour, solo se vivió la emoción en los últimos kilómetros, cuando se preparaba el esprint, cuando se trataba de evitar la caída de todos los días (camino de Sondenborg, a 10 kilómetros de la meta). Nada más que contar, señoría, todos inocentes, demasiado, hasta que se lanza el esprint con Van Aert en busca de la victoria que se le escapó por poco en la contrarreloj, tras el puente y este domingo en la despedida danesa. El ciclista (casi) perfecto ha sido segundo los tres días y por esta razón, con las bonificaciones en el zurrón, lidera la clasificación general, al menos hasta los adoquines del miércoles, un territorio, por otro lado, que domina a la perfección.

Mientras la carretera del Tour no se empine más de la cuenta, Van Aert estará dando guerra. Por lo menos verlo en acción fue este domingo el mejor aliciente de una etapa absolutamente decepcionante. Y hasta triste.