CICLISMO

El Tourmalet: la vida sobre un puente

El Gran Belt y sus 18 kilómetros se eleva sobre el mar con el viento siempre presente

La fuga de la segunda etapa del Tour camino del puente del Gran Belt.

La fuga de la segunda etapa del Tour camino del puente del Gran Belt. / Le Tour

Sergio López-Egea

La vida sobre un puente puede tener muchos atractivos, sobre todo si la obra de ingeniería cuelga sobre el mar y supera todos los obstáculos en forma de viento y de agua, a veces tormentosa. Quería escribir desde el puente del Gran Belt pero no hay escapatoria, solo una isla artificial a mitad de los 18 kilómetros de recorrido pero cerrada a los automovilistas y que sirve de refugio a los coches y camiones que se encargan del mantenimiento.

La Vuelta es amiga de hacer pasar (o salir) a los ciclistas desde los monumentos más famosos que visita. El año pasado, por ejemplo, la carrera partió desde las escaleras de la catedral de Burgos. Una rampa servía allí de escenario para dar la salida a la edición 2021 de la prueba. En otra ocasión la etapa se dio desde el interior de un portaviones anclado en el puerto de Cádiz y hasta de una batea con sus entrañas cargadas de mejillones en la costa gallega.

Ahora lo de hacer pasar a los ciclistas a través de un puente de 18 kilómetros donde siempre hace viento, el más largo de Europa, era una idea que nunca había sido explotada. Se recuerda el paso por el puente de Saint Nazaire en la costa bretona y su terrorífica rampa, al menos para surcarla en bici… pero esto de irse hasta el norte de Europa, nada menos que a Dinamarca, para pasar sobre un puente... esta prueba de esfuerzo nunca antes se había hecho.

La preocupación

Han estado los organizadores del Tour dando vueltas para determinar por qué carril hacían pasar a los corredores. La verdad es que andaban un poco asustados porque las protecciones no son demasiado altas y una ráfaga potente pues igual enviaba a un corredor al agua. Y eso, evidentemente, no eran plan. Las hemerotecas recuerdan hace años un brutal accidente de tren, a causa de la tempestad, porque la vía ferroviaria pasa al lado de la carretera o por debajo de la misma en el cruce entre islas del puente.

Al final han determinado la ruta bajo la premisa de que si hace viento y algún corredor se cae no pasará del asfalto. A todo eso, para determinar cómo es la vida sobre un puente, los directores de los equipos han estado consultando partes meteorológicos o llamando a especialistas para que ajustaran sus ordenadores a la zona de paso del Tour. Y la verdad han respirado algo tranquilos cuando han visto que el aire, aunque lateral, soplará más bien de cara lo que se traduce en una mayor tranquilidad para el pelotón pero menos atractivo para los espectadores. Aún así y sobre un puente la vida cotidiana, sobre todo si se va en bici, puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.