Ciclismo

El inicio del Tour más loco de la historia

Copenhague, entregada en cuerpo y alma a la Grande Boucle, abre este viernes la batalla deportiva en la carrera ciclista más importante del mundo.

Primoz Roglic y sus compañeros entrenan por los alrededores de Copenhague, en Dinamarca.

Primoz Roglic y sus compañeros entrenan por los alrededores de Copenhague, en Dinamarca.

Sergi López-Egea

Cuando el coche se acerca a 30 kilómetros de Copenhague ya empieza a respirarse un aire de

Tour

. A esa distancia de la capital danesa, donde este viernes se inaugura la que tal vez sea en cuanto a recorrido la edición de la ronda francesa más loca de la historia, los letreros invitan al conductor a dejar aparcado el coche, para que se aproxime a la ciudad en tren y pueda disfrutar de la salida más próxima al Polo Norte nunca antes vivida por la Grande Boucle.

El Tour tiene magia. Posiblemente sea el gran acontecimiento anual del deporte mundial que más se une a la ciudadanía, porque es gratis y porque no hay que pagar entrada alguna para ver a los astros competir entre sí. Y porque tal como se veía en Copenhague es capaz de seducir y de golpe entrar en la vida cotidiana de los ciudadanos, de los más de 600.000 habitantes de la capital danesa donde es imposible que nadie se haya percatado de que aquí empieza la ronda francesa, aunque solo sean 176 bicis más en una ciudad que se mueve pedaleando como pocas.

Si se levanta la vista, si se mira hacia arriba, a derecha o izquierda, cualquier persona que estos días esté por Copenhague se percata de que unos visitantes franceses van a poner mañana la ciudad patas arriba, cerrada como si hubiese una reunión de la

OTAN

y como si 

Tadej Pogacar

, el casi único candidato a la victoria final, se convirtiera en una especie de presidente Biden que circula en bicicleta.

Mientras los corredores, este miércoles, saludaban a los invitados en el famoso parque Tívoli, en el tradicional acto de presentación de equipos que se hace en cualquiera de las tres grandes rondas ciclistas, por la cabeza de todos los corredores ya pasaban las imágenes con las que se encontrarán a partir de mañana por tierras danesas, en una semana inaugural de carrera que como dicen los corredores quita el hipo de solo verla en el libro de ruta que se entrega a todos los participantes.

Si la contrarreloj inaugural por las calles de Copenhague viene a ser algo así como un rápido paseo turístico por los monumentos de la ciudad, que los corredores a más de 50 por hora ni podrán ver, a partir del sábado comienza el espectáculo de un

Tour

convertido en 'clásica' ciclista durante siete etapas: una 'crono', un puente sobre el mar con viento racheado, un esprint, las colinas de Calais, los adoquines de la 

París-Roubaix

, un repecho cerca de Luxemburgo y la cita con la montaña en la Planche des Belles con una rampa final del 24%.

Aquí se juega la carrera

Aquí se juega el Tour, aquí no vale despistarse, nadie: ni Pogacar, ni Primoz Roglic, su principal rival y paisano, ni tampoco su supuesto gregario, tal vez hasta más fuerte, Jonas Vingegaard, segundo hace un año en París. Y, mucho menos, 

Enric Mas

, a quien se espera ver de una vez al ataque para ganarse ese cariño que necesitan él y la afición, en un Tour que parte con solo nueve ciclistas españoles. 

Durante estos primeros siete días, al menos hasta la Planche des Belles Filles, la mejor noticia para Mas sería que no diera razones para que se hablara de él, con dos semanas más típicas; primero los Alpes (Granon y Alpe d’Huez, principalmente) y luego los Pirineos (Peyragudes y Hautacam en el guion) antes de que todo quede visto para sentencia en la contrarreloj final de 40 kilómetros. Pero para ello aún faltan 25 días, un mundo, un Tour y una ciudad de Copenhague que seguirá pedaleando entre canales con el paso de la Grande Boucle en el recuerdo.