La ronda italiana
Giro de Italia: Etna, el volcán más ciclista del mundo
Este martes la carrera afronta la primera etapa de montaña entre un mar de lava en la isla de Sicilia | Será la séptima ocasión en la que se sube a la cumbre que debutó en la carrera por allá 1967
Sergio López Egea
Cuando se sube en coche al Etna por delante de los ciclistas del Giro el conductor no tiene ninguna duda de que se encuentra ascendiendo a un volcán. La lava, negra como el carbón, adosada y clavada al suelo como si tuviera un invisible cemento, ofrece la imagen de un paisaje dantesco y hasta cabría la posibilidad de asustarse si con el día despejado se puede apreciar alguna cortina de humo que sale desde el interior de los cráteres del denominado ‘Gigante Bueno’. Las erupciones, la última en febrero, causan alerta, obligan a las poblaciones de los alrededores a tomar medidas de seguridad o incluso a salir de sus casas, pero no pone en peligro la vida ni los bienes de los habitantes y ni mucho menos provoca un desastre natural como sucedió en la isla de
La Palma
.
El cráter del Etna está a 3.342 metros de altitud y si fuera posible subir hasta allí en bicicleta sería una auténtica locura hacerlo al cuarto día de competición en un Giro que dura tres semanas.
Ayer, hoy y siempre, en esta ocasión la séptima vez que se sube al volcán siciliano, en los territorios de Vincenzo Nibali, los corredores encuentran la línea de meta en el aparcamiento del refugio Sapienza, a 1.892 metros de altitud, al que llegan los turistas que luego se desplazan con guías, a través de una ruta de montaña, hasta las zonas que permiten ver de cerca las erupciones del Etna.
Siempre hay riesgo
Colocar al volcán más ciclista del planeta en la ruta del Giro siempre implica un riesgo pues nunca se sabe con certeza cuándo el Etna despertará de su siesta. Pero tampoco nunca puede respirar tranquila la organización de la ronda italiana ya que cualquier nevada o bajada brusca de las temperaturas en los Dolomitas puede significar que se cancele una subida mucho más determinante para la decisión final de la carrera como ocurre este año con la Marmolada.
El Giro, este martes tras el traslado desde Hungría sin bicis compitiendo, no se decidirá en el Etna, solo empezará a despejarse el camino a la hora que los favoritos, más allá de la fama de sus apellidos, evidencien que han llegado con el trabajo hecho en sus piernas para aspirar a la ‘maglia rosa’. Suben a la meta después de 22,8 kilómetros, una ruta más larga que complicada, con algunos descansos, con un porcentaje medio del 5,9%, una única zona exigente al 14% y 1.358 metros de desnivel positivo.
El caso del Vesubio
El Etna no es el único volcán al que ha ascendido el Giro. Lo ha hecho también al Vesubio, que afortunadamente se encuentra en sosiego con la humanidad. Sus erupciones a lo largo de la historia han sido más mucho más criminales -recuérdese el drama de Pompeya- aunque ciclísticamente se recuerde por los triunfos de Eduardo Chozas (1990) y Carlos Sastre (2009).
En el Etna solo ha habido un triunfo español, en solitario y para vestirse de rosa. Fue el firmado por Alberto Contador en 2011, en la tercera ocasión que la ronda italiana ascendió al volcán. Tristemente aquella victoria, ni la consecución del Giro, figuran en el palmarés del astro de Pinto pues perdió los títulos como consecuencia de la controvertida historia del ‘solomillo de Irún’ o la contaminación con clembuterol que le supuso una suspensión por dopaje.
Las ascensiones
El volcán se incorporó a la historia del Giro en 1967 con la victoria del italiano Franco Bitossi (21 etapas en 16 rondas italianas) por delante del vizcaíno del Kas Aurelio González. 22 años después, en el Giro de Laurent Fignon (1989), el portugués Acacio da Silva logró el triunfo tras responder a un ataque de Tony Rominger. En 2017 ganó en solitario el esloveno Jan Polanc, mientras que en 2018 Esteban Chaves levantó los brazos porque su compañero y líder Simon Yates (ahora uno de los grandes favoritos al triunfo final) le permitió ganar después de capturarlo a escasos metros de la línea de llegada. En 2020, en octubre, con mucho frío, lluvia y niebla, en la edición aplazada al otoño por la pandemia, venció el ecuatoriano Jonathan Caicedo, el día que Geraint Thomas, el gran favorito, se dio un porrazo tremendo, que le obligó a retirarse, tras tropezar con un bidón lleno, desequilibrarse y caer al suelo en la zona neutralizada tras tomarse la salida.
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