AVENTURA

Y Omar di Felice completó la primera Vuelta al Ártico: "Aún no he asimilado lo que he hecho, pero lo volvería a hacer"

El ultraciclista italiano completó este lunes, tras más de dos meses en condiciones extremas, su ruta de 4.000 kilómetros en solitario alrededor del Círculo Polar Ártico

"Ahora me siento cansado y confuso. Llevo muchas semanas viviendo solo, pedaleando y organizando todo", explica desde Alaska horas después de completar su hazaña

Omar di Felice durante una de las etapas de su aventura en Svalbard.

Omar di Felice durante una de las etapas de su aventura en Svalbard. / @omardifelice

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Un viaje sin compañía de 4.000 kilómetros sobre la bicicleta, con alrededor de 33.000 de desnivel acumulado y con temperaturas casi siempre bajo cero, en ocasiones por debajo de los 40 grados negativos. Una hazaña repartida en 69 días que el ultrafondista Omar di Felice ha logrado completar en solitario, en su currículum ya queda para siempre ser quien realizó la primera Vuelta Ciclista al Ártico.

"Ahora mismo me siento cansado y confuso. Llevo dos meses viviendo solo, pedaleando y organizando todo el viaje. Necesito unos días para asimilar lo que he hecho. Pero lo volvería a hacer de nuevo, de eso no tengo dudas", cuenta Di Felice en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde Alaska, horas después de finalizar su hazaña.

Este jueves iniciará su último gran viaje, el que le llevará de vuelta a Roma, donde tiene previsto aterrizar el viernes. Allí ya se encontrará, en pleno abril, con temperaturas suaves y cálidas, incomparables con las que ha padecido durante estos meses, en los que su termómetro ha marcado un mínimo de -42ºC.

El viaje

En este tiempo, el fondista italiano ha ido narrando su aventuras a través de sus redes sociales, compartiendo vídeos contando sus sensaciones, fotografías de paisajes gélidamente idílicos, otras con anécdotas... En paralelo, ha ido informando de su ubicación y de sus movimientos en una web especializada en este tipo de retos.

Como contó a este periódico, su previsión era poder terminar la aventura alrededor del 21 de marzo, coincidiendo con el final del invierno, pero el reto se ha demorado dos o tres semanas más. "Las condiciones en Groenlandia fueron realmente malas y el aeropuerto tuvo que estar cerrado por tormentas de nieve durante nueve o diez días. Cada día tenía que ir al aeropuerto para ver si se daban las condiciones para volar, fue lo más frustrante del viaje, el único momento en el que pensé que quizá no merecía la pena continuar, porque mentalmente me agotó la espera".

Omar di Felice, tras llegar a la meta final de su Vuelta al Ártico en bicicleta.

Omar di Felice, tras llegar a la meta final de su Vuelta al Ártico en bicicleta. / EPE

El 1 de febrero, Di Felice llegó a la península de Kamchatka, la zona más oriental de Rusia, procedente de Roma tras hacer escala en Moscú. En ese momento, la invasión rusa a Ucrania era todavía una hipótesis cuya concreción no parecía muy probable. Pese a ello, Di Felice se cubrió las espaldas tramitando un visado especial que le permitiera regresar a Italia si la guerra estallaba, algo que finalmente ocurrió el 24 de febrero.

En la remota Kamchatka ya se encontró con problemas derivados de la meteorología, teniendo que retrasar un día una de las etapas y completando finalmente el recorrido de 745 kilómetros en algo más de cinco días.

La siguiente parada fue Murmansk, en la otra punta de Rusia, para emprender la etapa de Laponia, atravesando Finlandia y Suecia con destino final en los fiordos de Noruega. Allí se encontró con temperaturas por debajo de los 30 grados bajo cero y, además, la exigencia de realizarse test de Covid-19 antes de atravesar cada una de las tres fronteras.

La guerra

Por fortuna, esquivó la enfermedad y pudo completar los 1.200 kilómetros del recorrido en siete días y medio, llegando a Tromso el 19 de febrero, esquivando así suelo ruso durante la invasión a Ucrania.

"En mis últimos días en Rusia, mis amigos ya me decían que me fuera cuanto antes. De hecho, cuando crucé la frontera la policía me inspeccionó la bicicleta y el equipaje durante tres o cuatro horas. No fue agradable, pero al salir de ahí ya me sentí seguro", cuenta ahora.

Desde ahí se marchó al archipiélago de Svalbard, donde no tenía una ruta prefijada debido a la escasez de carreteras de la isla principal y a la necesidad de contar con asesoramiento local para evitar con éxitos zonas peligrosas por la presencia de osos polares.

"Fue divertido, es una isla pequeña, pero con unos paisajes maravillosos. Me lo pasé bien, aunque las condiciones fueron realmente extremas", explica Di Felice, que llegó a toparse con temperaturas de -40ºC en una isla en la que pasó alrededor de una semana.

Groenlandia (donde estuvo tres largas semanas por las dificultades para volar) e Islandia (cuatro días) fueron las siguientes paradas. La segunda de ellas la pisó hasta en varias ocasiones para realizar las diferentes escalas del recorrido y descubrió lo rápido que cambia el clima y cómo las condiciones se vuelven extremas en apenas unas horas.

En la última etapa, la de Norteamérica, que arrancó el 30 de marzo se puso enfermo con gripe, lo que provocó que su duración se alargara hasta cerca de dos semanas. "Tuve que detenerme, porque tenía fiebre y no me encontraba bien, pero solo lo hice un día, porque no quería alargar aún más la aventura", afirma. Pese a las dificultades de salud, logró completar la última etapa y llegar a Alaska, su meta final, el pasado lunes.

¿Y ahora qué? "¡Ahora a ver la París-Roubaix por televisión!", bromea sobre la clásica ciclista de este domingo. "Y después -continúa-, empezaré a preparar la temporada de carreras de ultraciclismo. Puedes pensar que ya estoy preparado después de estos dos meses, pero es otro tipo de preparación. Pero con calma, ahora me merezco un poco de tranquilidad y de coger la bicicleta para divertirme sobre asfalto, que ya lo echo de menos".