PORTERO

Nikita Fedotov, del fútbol español a luchar contra Rusia: "Defenderé a mi familia y a mi país"

Hace dos meses, este portero ucraniano de 21 años estuvo a punto de fichar por el Fuenlabrada; hoy ayuda en la defensa territorial de Dnipro 

“Ser ucraniano es ser fuerte e ir contra todo y contra todos”, dice desde el frente donde combate su padre, militar, y quien le enseñó a manejar las armas que ahora porta

Nikita Fedotov vestido como soldado.

Nikita Fedotov vestido como soldado.

Denís Iglesias

Denís Iglesias

El 28 de diciembre del año pasado, el espigado portero ucraniano Nikita Fedotov (27 de junio del 2000, Dnipro) posaba junto a su compatriota Roman Zozulya en el campo de entrenamiento del Fuenlabrada, equipo con el que estaba a prueba. Antes había militado una temporada y media en el Montijo extremeño (Segunda RFEF). Problemas burocráticos frustraron su fichaje por el equipo de Segunda División.

Nikita Fedotov agradece la ayuda a los soldados ucranianos y sus familias

Hoy Fedotov sigue parando, pero no balones, sino "cohetes de los rusos", como cuenta a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA en una conversación con notas de audio que se actualizan durante varios días al final de cada jornada de la invasión rusa de Ucrania. El guardameta está en su Dnipro natal, la cuarta localidad más poblada del país, con casi un millón de habitantes, situada en la parte oriental, y, por tanto, más cerca del conflicto. 

“Pero es mi ciudad, mi casa y aquí está mi familia”, cuenta, negándose a un traslado a Kiev a o cualquier urbe más al oeste. Aunque carga con un AK-47, las funciones de Nikita no están en el frente de batalla propiamente dicho. Forma parte de la defensa territorial de Dnipro, un destacamento integrado por civiles que se encarga de asistir a las milicias con acciones que van desde la construcción de barricadas hasta el soporte de las familias de los militares.

Para los militares

Este es el punto que más le preocupa. “Ellos están combatiendo, no pueden trabajar ni ganar dinero para sus familias. Necesitan comida, uniformes, material sanitario…”, explica el jugador, que envía una captura de pantalla con la cuenta número UA 16 322001 00000 2620 1310 0713 18, a su nombre y donde pueden hacerse donaciones. “La gente no está colaborando demasiado. A ver si puedes hacer más historias o tuits”, dice, por lo que hacemos una prueba para comprobar que efectivamente funcionan las transferencias internacionales.

Se pueden usar entidades españolas, que en casos como el Banco Santander han suprimido las comisiones, o aplicaciones como Revolut, que permiten un traspaso fácil y seguro. La operación funciona y no tarda más de 24 horas, pero al menos en este servicio se necesita la dirección del destinatario. Nikita Fedotov envía sus datos para el que quiera contribuir a través de su cuenta de Instagram “fedotovnikita_7070”, donde las publicaciones no hablan de la guerra, sino de su verdadera pasión, el fútbol. 

Recibe un gran apoyo de los aficionados del que fue su equipo hasta hace unos meses, el UD Montijo de Extremadura, que vive un año histórico. Celebra su 100 aniversario y lo hace en la recién creada Segunda RFEF, donde figura en la parte alta de la tabla, en playoffs de ascenso a Primera RFEF. Es un conjunto muy internacional para la categoría en la que milita. Además de Fedotov, jugadores rumanos, uruguayos, asiáticos… Lo que hace más rápida la adaptación.

“Hace apenas unos meses, Nikita estaba con nosotros, en el Montijo… Pero la guerra en Ucrania lo torció todo. Es una pena que chavales de apenas 20 años tengan que ir al frente a defender a su país, en pleno siglo XXI. Él es un gran futbolista y era muy querido en el club. Le irá bien seguro”, cuenta a este diario Juan Fran Sánchez, aficionado del Montijo y gestor de la cuenta Comando Rojinegro.

Él también vive colateralmente el conflicto, porque su pareja es ucraniana y se ha encargado de coordinar la ayuda humanitaria que se recoge en la Asociación de Ucranianos de Córdoba, ciudad donde residen. La mayoría de su familia se ha ido de las grandes urbes a zonas rurales, para estar más protegidos.  “Le escribimos a Nikita por WhatsApp cuando nos enteramos de que iba a estar en el frente para darle todo nuestro apoyo”, cuenta sobre un guardameta que habla un casi perfecto español.

Fedotov demuestra la capacidad que tienen los jugadores del este para aprender el idioma. Durante la primera vuelta de la temporada 2021/2022, el jugador ucraniano se hizo con la titularidad del Montijo, siendo de la partida en trece ocasiones en el equipo que dirige Juan Marrero. En diciembre todo dio un vuelco… 

Yo tuve que volver a Ucrania porque el Montijo hizo mal las cosas. No me querían o no hicieron bien mis papeles. Eso me cerró las puertas del Fuenlabrada. Rescindieron el contrato y no me ayudaron después”, explica con pena Nikita, quien no descarta volver a España algún día, aunque cualquier previsión en este contexto es más bien absurda. Pese a la abrupta salida, el pueblo extremeño le despidió con honores y ahora se vuelca en la difusión de sus mensajes para recaudar fondos.

Nikita Fedotov en el Metalist.

Nikita Fedotov en el Metalist. /

“Hijo, la guerra ha comenzado”


Fedotov mide un 1,96 metros, una altura que, reconoce, le favorece en eventuales rifirrafes en las calles de Dnipro. Y ciertas habilidades aprendidas en el campo también suman: la visión, el salto o el lanzamiento, puesto en su barrio también se preparan cócteles Molotov caseros. En todos los mensajes que envía suena de fondo la televisión y algunos se cortan por la llamada de un familiar. El que más preocupa es su padre, militar de profesión.

“Yo quiero estar en el ejército por y con él”, indica sobre la persona que le comunicó que el conflicto había comenzado. Iba en tren hacia Járkov, una de las ciudades más afectadas por la invasión, para firmar con el Metalist de la segunda división ucraniana después de pasar otra prueba. 

“Hijo, la guerra ha comenzado”, escuchó desde el otro lado del teléfono de un soldado que estuvo en Afganistán y en una tensión constante durante todos estos años. Media vuelta y regreso a su hogar. Aunque en vez de ponerse más nervioso en el retorno, confiesa que encontró tranquilidad, porque lo único que quería era estar junto a su gente.

“No pude unirme a las Fuerzas Armadas de Ucrania porque no tengo experiencia en combate, pero me dieron un arma y realizo las tareas asignadas”, cuenta, aunque confiesa que su mentor le enseñó a manejar ametralladoras de pequeño. Las mismas que coge después de su corta, pero intensa entrevista en Radio Marca, la primera que concedió a un medio nacional el 25 de febrero, un día después de iniciarse la invasión.

“Somos de puta madre”

Durante la misma, advierte a los periodistas que en “10 minutos” cogerá su fusil “para defender a su pueblo”. Al día siguiente vuelve a cortarles en directo después de que alguien a sus espaldas grite: “Alarma”. Por eso me pide que le envíe las preguntas para responder cuando esté liberado de sus tareas en el frente.

En el primer intercambio de mensajes, me confundo y le llamo “Mykita” en vez de “Nikita” y se ríe de mi error, asegurándome que me responderá siempre y cuando escriba bien su nombre. Aún retiene humor entre la angustia. Termina todos los audios con la palabra “hermano”, la misma que utiliza para tratar a sus compatriotas. El otro término que se repite en cada comunicación es “cohete”, principal argumento ofensivo del ejército ruso contra esta localidad.

“Estamos bien, seguimos haciendo frente a los cohetes. Los prorrusos están a 100 kilómetros, ellos avanzan, pero resistimos. Tengo un poco de miedo, pero debo estar tranquilo. Defender a mi familia, mi ciudad y mi país ha de ser mi prioridad”, explica en uno de los últimos mensajes que remite, mientras Dnipro recibe a niños que huyeron de la bombardeada Jarkov. “A ellos no les importa nada”. Se le nota mucho más cansado. Pero cuando eso le sucede, se acuerda de lo que significa ser ucraniano. 

P. ¿Qué es ser ucraniano?

R. Es ser fuerte, estar juntos siempre contra todo y contra todos. El mundo va a saber que somos de ‘puta madre’ y que ganamos a Rusia. ¡No hay gente que tenga un carácter como el nuestro! ¡Ellos solo van a venir aquí a morir!