ARRANCA EL EUROPEO

Cuando solo vale la excelencia: el plan de España para recobrar su hegemonía en el fútbol sala

La selección de Fede Vidal afronta el Europeo de Países Bajos con el reto de romper una sequía inédita: no gana un torneo desde 2016

"Tenemos sano ánimo de revancha", indica su capitán Ortiz, con Portugal, favorita en el punto de mira, antes del debut de este sábado ante Bosnia

Los jugadores de la selección española de fútbol sala celebran un gol contra Vietnam.

Los jugadores de la selección española de fútbol sala celebran un gol contra Vietnam. / Rfef

Denís Iglesias

Denís Iglesias

La fórmula del fútbol sala era sencilla hasta hace unos años. Se multiplicaba 40 x 20 (las medidas de la cancha), se dividía por cinco (el número de jugadores de cada equipo) y el resultado casi siempre era favorable a la selección española en Europa, mientras que el coeficiente mundial se repartía con Brasil

Bajo este teorema, el cuadro nacional se proclamó campeón continental en siete ocasiones (1996, 2001, 2005, 2007, 2010, 2012 y 2016) y del planeta en otras dos (2000 y 2004). Solo la selección de hockey sobre patines ha obtenido más títulos. 

Sin embargo, desde hace seis años, cuando se produjo la conquista del Europeo de Serbia, no entran trofeos en las vitrinas. Una sequía inédita para un equipo que debuta este sábado ante Bosnia (17:30) en el Europeo de Países Bajos (19 enero - 6 febrero) donde busca redimirse del varapalo reciente del último Mundial de Lituania, donde cayó en cuartos de final frente a Portugal, el gran rival a batir. 

El cuadro luso ha tomado el relevo, tanto en clubes como selecciones, de una España concienciada para volver a la excelencia, el único grado válido para reinar en un deporte que también evolucionado en lo físico frente a la chispa pura, donde asoman más banderas de otros países y en el que, en definitiva, cada triunfo pone al límite a sus protagonistas, que analizan para EL PERIÓDICO DE ESPAÑA cuál es el camino para que La Roja vuelva a reinar. 

“Mucho tiempo”

“Mucho tiempo”, esa es la medida temporal que utiliza Carlos Ortiz, el jugador con más internacionalidades, para referirse a los casi seis años que la selección de fútbol sala lleva sin ganar un título. Un blanco inédito en la trayectoria de un profesional que lo ha ganado todo a nivel de clubes (actualmente en el Barça, pero con pasado en Inter, dos de los grandes) y al que solo se le resiste un Mundial. No pudo ser en Lituania el año pasado. 

“Fue un varapalo grande. Teníamos la ilusión y un gran equipo. Pero esto es deporte. Cuando juegas contra selecciones tan potentes como tú, la diferencia entre ganar o perder está en apenas unos detalles”, señala el líder de una convocatoria nacional que ha tenido que aprender de manera exprés de la derrota que encajó hace apenas unos meses. Tanto es así que en la previa al Europeo, la selección ganó dos partidos a Portugal, la favorita, con los que le recordó su mordiente. 

“Hay aprender a ganar desde la derrota. Si al final estás siempre en la cima, un día te sacarán de ella. Por eso clave la serenidad para gestionar estos momentos”, reflexiona Daniel Ibañes, otro mito del fútbol sala español -de origen brasileño- que conquistó un Mundial y cuatro Europeos. Un currículum desbordado de gloria como el de toda su generación.

Rompe una lanza a favor de la selección Diego Ríos, declarado el mejor técnico de la Liga Nacional de Fútbol Sala la pasada temporada por su papel en el Levante, donde continúa, y con el que logró ser semifinalista de Copa y perdió la final liguera ante el Barça. 

El valor de Lozano

“Frente a Portugal, en el último Mundial, faltó una pizca de suerte que siempre es necesaria en este tipo de torneos. España fue ganando, merecidamente, y pudo matar el partido. No lo consiguió y se fue a la prórroga donde la fortuna le fue esquiva”, señala Ríos, quien además destaca la convocatoria elaborada por Fede Vidal, con hasta seis novedades respecto al mundial. 

“Es una selección diferente. Hay una estructura que lleva años, donde destaca el juego a nivel defensivo, por su orden, así como el balón parado. Pero por la lista se desprende que habrá más intervención del meta, con un perfil como Dídac”, analiza el técnico del Levante, haciendo hincapié en la figura del portero-jugador.

Da igual que no sea un partido oficial, nuestra mentalidad siempre apunta en la misma dirección

Esta estrategia, propia del fútbol sala, permite que un equipo disponga a su cancerbero como un jugador de campo más, aumentando las posibilidades en ataque. Y ahí el meta del Barça es docto como pocos. 

Un compañero azulgrana como Sergio Lozano (mejor jugador del mundo en 2013) será clave también. ”No pudo estar en el último Mundial y es fundamental. Es un jugador líder en esta selección. Está compitiendo a un nivel altísimo después de recuperarse de una grave lesión y rinde muy bien en los grandes momentos”, afirma el preparador gallego.

Pero la secuencia histórica genera la obligatoriedad de ganar. Cualquier otro resultado es un imprevisto. “Da igual que no sea un partido oficial, nuestra mentalidad siempre apunta en la misma dirección”, repite Ortiz como un mantra, sabiendo que el “volveremos” no es una declaración nostálgica para una bufanda, sino un deber.

Más físico

¿Qué ha cambiado para que España no se mire en el espejo como campeona?  “Uno de los factores es el paso adelante de Portugal -incluso tras la retirada de Ricardinho, referente individual, del fútbol de selecciones-, capaz de desarrollar un espíritu competitivo ganador que se ha reforzado con el buen desempeño del Sporting de Portugal, vigente campeón de la Champions de fútbol sala. Son los que mejor trabajan desde el punto de visto técnico y táctico”, explica José Antonio Valle, entrenador y cofundador de VaMar Formación junto a Adri Martiño.

Este es un proyecto especializado en fútbol sala que ha llevado este deporte al ámbito universitario, lo que también demuestra la mayor tecnificación y estudio a la que está sometido. “Tampoco hay que descartar a clásicas como Rusia y outsiders como Kazajistán, Georgia, Azerbaiyán -estas dos últimas en el grupo de España-, que cuentan con varios brasileños nacionalizados”, explica Valle. 

“Este deporte se ha democratizado. Cada selección tiene sus armas. Solo hace falta ver la nómina de 16 equipos que van a competir en este Europeo. Por tanto, los últimos tropiezos de España han sido malos para el combinado, pero positivos para el futsal”,  apunta Antonio Pulido, periodista especializado en fútbol sala, sobre el que ha escrito dos libros (autor de Sueños de fútbol sala y coautor de Siguiendo las huellas de nuestro fútbol sala), quien explica que la mayor igualdad se reproduce en la Primera RFEF Futsal (antes LNFS). 

Es muy frecuente ver al seleccionador en los pabellones y conoce al detalle a los jugadores

“Basta comprobar la clasificación de Inter -equipo con más títulos-, actualmente fuera de Copa a pesar de que sigue siendo el que más jugadores aporta a la selección. Hay muchas más alternativas”, reivindica Pulido, una circunstancia que Diego Ríos, entrenador del Levante, ve como un acicate para que España no pierda competitividad. 

Así, a diferencia de lo que sucede en la selección de balonmano, donde hay casi tantos jugadores de Asobal como en el extranjero, en la selección de Fede Vidal solo hay un futbolista que milite en una competición extranjera (Esteban, que está en Rusia). “Es muy frecuente ver al seleccionador en los pabellones y nos llama con asiduidad para conocer las evoluciones de los jugadores”, insiste Ríos, quien cree que la selección tiene una línea muy recta de trabajo que acabará dando sus frutos. 

Menos callejeros

Vidal lleva en el cargo desde 2018. Antes fue segundo de José Venancio López, su predecesor en un cargo que ocupó durante 13 años de éxitos, el último, en 2016, ante Serbia, “cuando España arrolló en la final a Rusia”, como recuerda el periodista Antonio Pulido, presente en la final de Belgrado. 

Aunque la proporción de las cualidades necesarias se ha alterado. Más físico, dentro de un reequilibrio común en casi todos los deportes. “Lo más importante es la velocidad del juego. Los jugadores han mejorado desde el punto de vista defensivo. Son buenos técnicamente, pero cada vez importa más el músculo”, analiza Diego Ríos, quien apunta otra causa del cambio: “Cada vez se juega menos en la calle”. 

Para el futsal, aprender a jugar en una cancha de un colegio o en un callejón era la primera tutoría

Según el entrenador levantinista, la propia sociedad es responsable de la transformación. Para el futsal, aprender a jugar en una cancha de un colegio o en un callejón era la primera tutoría, porque acostumbraba a los niños a manejar la pelota en un espacio reducido. Para suplir esta vitamina, la selección tiene un plan donde tutoriza a las jóvenes promesas desde la base. 

Sana revancha

Uno de los compromisos preparatorios de la absoluta fue ante un combinado sub-23, creado para nivelar el rendimiento de las categorías inferiores. “Es un modo eficaz de observar a los futuribles. Al final, el trabajo con la selección se reduce a pocos entrenamientos. Esto ayuda a que la adaptación sea más rápida”, especifica Ríos.

Consciente de la evolución, Ortiz se afana en recordar que la selección llega bien en un aspecto crucial, aunque existe un temor evidente. “El covid puede determinar el torneo. Habrá positivos y, por tanto, bajas, será clave hacer bien esa gestión”, señala el capitán. Por el momento, Adolfo (FC Barcelona), una de las piezas claves, se incorporará con el torneo ya iniciado por ser contacto con un positivo.

Finalmente, los conocedores del pasado, presente y futuro de la selección apelan a construir un camino decidido, pero contextualizado. “Únicamente no es difícil llegar a una final, es tremendamente complicado avanzar”, advierte Daniel Ibañes, quien añade a la receta ganadora el compañerismo, “porque en la selección hay que adaptarse, todos somos iguales, sean estrellas o no en sus clubes” y la autocrítica “que es lo único que te ayuda a dar un paso adelante. ¿De qué sirve poner en redes tu gol en una derrota por 5-1? Si no has estado bien, resguárdate y trabaja”. 

Una mezcla a la que Ortiz añade un “sano ánimo de revancha” con el que “demostrar que nunca nos fuimos y que volvemos a ser los campeones y además sería la guinda perfecta a mi trayectoria”. Así, entre lo individual y lo colectivo, está la ecuación de un combinado empeñado en recuperar la excelencia a base de músculo y virtuosismo, la raíz cuadrada que exige hoy la ciencia del futsal.