DEPORTE E IGUALDAD

Laurel Hubbard, la pionera que derribó la barrera trans en los Juegos Olímpicos

La haltera neozelandesa de 43 años, hija de un ex alcalde de Auckland, fue en Tokio la primera deportista transexual que compitió en categoría femenina

La haltera Laurel Hubbard, primera deportista transexual en participar en unos Juegos Olímpicos.

La haltera Laurel Hubbard, primera deportista transexual en participar en unos Juegos Olímpicos. / REUTERS

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Laurel Hubbard hizo historia en los Juegos de Tokio al convertirse en la primera deportista de la historia en participar en una cita olímpica. Nacida hace casi 44 años como Gavin Hubbard, la haltera neozelandesa no gozó de una participación exitosa, rindiendo por debajo de su nivel habitual y quedando eliminado demasiado pronto, pero el hito que marcó supera cualquier resultado deportivo.

Hubbard es hija de quien fue alcalde de Auckland, la capital de su país, entre 2004 y 2007. Desde joven practicó la halterofilia, logrando resultados importantes como junior a nivel nacional, todavía compitiendo como hombre, si bien no llegó a destacar en categoría absoluta y durante algunos años abandonó la práctica de su deporte.

Su transición a mujer fue relativamente tardía, con 34 años, en 2012. Unos cinco después de comenzar su tratamiento hormonal, en 2017, comenzó a competir en categoría femenina, en la que destacó logrando una medalla de plata en el Mundial de Anaheim, disputado ese mismo año. Por descontado, Hubbard se encontró entonces con el rechazo de parte de su deporte.

Las críticas entonces (y más tarde) se centraron en que, si bien Hubbard era una mujer y había cumplido con los requisitos para poder competir en categoría femenina, haberse desarrollado física y deportivamente como hombre le concedía una ventaja de base insalvable frente a sus competidores nacidas mujeres.

Ahora bien, ¿cuáles eran esos requisitos? La apertura a la participación de atletas transexuales en los Juegos Olímpicos es relativamente reciente, ya que hasta Atenas 2004 el Comité Olímpico Internacional no recogió esa opción. En ese momento, el protocolo recogía tres condiciones para la participación de personas trans en categoría femenina: el reconocimiento legal como mujeres, el sometimiento a operaciones en sus genitales al menos dos años antes de la cita olímpica en cuestión y el seguimiento de tratamientos hormonales para reducir sus niveles naturales de testosterona.

Cambio de protocolo

Ninguna atleta superó nunca esta barrera, que se mantuvo vigente hasta 2015. Entonces, el COI decidió cambiar su protocolo al considerar lesiva para los derechos humanos la obligación de someterse a una operación y al toparse con el problema legal de que en muchos países las deportistas transexuales no pueden solicitar un cambio de sexo por considerarse una práctica ilegal.

Desde entonces y hasta los recientes Juegos de Tokio, los criterios se limitaron a la autodeclaración de ser una mujer desde al menos cuatro años antes de la competición y a la terapia hormonal para reducir los niveles de testosterona. Criterio, este último, también sometido a polémica y que afecta también a deportistas intersexuales, mujeres nacidas biológicamente como tal con una anormal producción de testosterona.

El COI, superada la cita de Tokio, revisó hace unas semanas su política al respecto, eliminando las referencias a los niveles de testosterona y dejando en manos de cada federación internacional los baremos utilizados para evitar que se produzcan "ventajas competitivas consistentes, injustas y desproporcionadas". Referencias muy laxas y generalistas que deberán ser desarrolladas a partir de ahora para conceder mayor concreción y seguridad a quienes compitan en categoría femenina.

Hubbard ya no tendrá que preocuparse por cumplir con requisito alguno, dado que decidió retirarse una vez terminado el ciclo olímpico. Reacia a conceder entrevistas y a hablar con la prensa, ella ha tratado de despegarse de su condición de pionera para tratar de hacer su camino como deportista con naturalidad. Al fin y al cabo, de eso se trata la progresiva e imprescindible integración de las personas transexuales en el deporte femenino.