FÚTBOL

Las emociones de LaLiga: el Sevilla de Pavlov, la sonrisa de Vinicius y el ‘kiricocho’ del Levante

El conjunto hispalense mantiene el tipo frente al empuje del Real Madrid

El Levante se libera del mal y consigue su primera victoria de la temporada

El gol desde 50 metros de Correa no permite el triunfo del Atlético

Vinícius Júnior.

Vinícius Júnior. / Ballesteros

Denís Iglesias

Denís Iglesias

La teoría de las emociones de James-Lange, propuesta por estos dos psicólogos a finales del siglo XIX, afirma que después de la percepción de un estímulo, como una mala noticia o un abrazo, se generan unas respuestas fisiológicas y motoras que producen la experiencia del sentimiento, y no al contrario. [Así va LaLiga]

Su ejemplo más famoso fue el del oso: a través del mismo sostenían que si nos encontráramos en un bosque y de repente vemos a este animal salvaje, sentiríamos que el ritmo cardiaco se acelera y entonces estaríamos listos para correr. Estos cambios físicos serían la sensación de miedo. La teoría fue desacreditada por otros estudios posteriores, pero mantiene su vigencia en el fútbol.

La sola presencia de Vinicius en el once del Real Madrid provoca un estímulo que cambia el físico de sus compañeros. Sobre todo el de Benzema, letal a su lado ante el Valencia. Juntos desembocan la emoción del líder. Lo mismo le sucede al Sevilla con Ocampos, que activó por enésima vez el sentido de resistencia que sublimó en un gol de Rafa Mir frente al Getafe que permite a los de Lopetegui no perder comba en la lucha por el título. Los únicos mientras los hipotéticos rivales como el Atlético se despedazan.

Los dos son organismos perfectamente sincronizados. Aunque la mejor terapia de la jornada fue la que se aplicó el Levante, quien obtuvo la primera victoria de la temporada para sumar de tres, como hacía desde abril del año pasado. Mientras que el Barça reincidió en su parálisis del sueño ante el Granada, el 'amargagigantes'.

La furia de los CM

Al conjunto blanco le pitaron un penalti discutido que provocó hasta la reacción del conjunto ché en sus cuentas en redes sociales. Comparó la pena máxima cometida por Alderete sobre Casemiro con La Casa de Papel, entonando el viejo eslogan de “así gana el Madrid”. Las estadísticas no sostienen el relato nostálgico: fue el primer lanzamiento desde los once metros de los de Carletto desde el 12 de septiembre.

Incluso sin esa sanción, el líder de la categoría habría ganado, porque el antiguamente alumno desplazado de la clase es hoy un signo que retroalimenta a su grupo. Desde su sonrisa empieza todo. Al final, doblete de Benzemá y de Vinicius para liderar la tabla de máximos goleadores de LaLiga con 17 y 12, respectivamente.

Fue un fin de semana de gestores de redes, convertidos en los altavoces de los equipos que no pueden expresarse en sala de prensa de los árbitros por riesgo de sanción. El del Betis expresó un amargo agravio tras el empate ante el Rayo y terminar con 10 por la expulsión de Álex Moreno: “La función de los árbitros es impartir justicia, no la ignominia”.

Muñiz Ruiz vio sangre en la cabeza de Isi Palazón y coloreó del mismo color la tarjeta. El VAR no actuó y Vallecas se convirtió en un pasillo de un tribunal de cuentas pendientes, como las que quedan entre el Athletic y el Alavés tras un combate nulo donde las pizarras de Marcelino y Mendilibar fueron demasiado gruesas.

Al que no le hace falta magistratura es al Sevilla, impertérrito ante cualquier rival. Estaba avisado del carísimo peaje que le había hecho pagar el Getafe al Real Madrid. Suficiente para que Lopetegui desarrollara otro plan de burocracia interna inquebrantable. Está haciendo del unocerismo un arma de combate.

El cuadro hispalense es el único que se mantiene con aliento suficiente para resistir el ritmo que se impone desde el Santiago Bernabéu. Pero no quieren oír hablar de sueños ni de fantasías. “Yo lo único que quiero es que lo de Koundé no sea nada”, sentenció el preparador vasco, autor del equipo de Pávlov. Observa y conoce las conductas de todos los jugadores e incluso las predice.

Condicionamiento clásico en el que se combina una resistencia como pocas a las bajas. La gestión de recursos es tal que el único delantero disponible, Rafa Mir, acertó ante los de Quique Sánchez Flores después de una jugada de Ocampos, quien ha suplido las carencias del ‘9’.

“Jugar al fútbol es muy sencillo, pero jugar un fútbol sencillo es la cosa más difícil que hay”, decía el cruyffismo militante en una cita que hace revolverse a Simeone una y otra vez en su lecho. Este Atlético deja que en sus partidos se imponga la locura como sucedió en las tablas frente al Villarreal. El camino es ya irreversible y su lienzo es una expresión surrealista en la que se combina un gol de fantasía como el de Ángel Correa desde 50 metros con dos tantos en contra propios de un equipo dubitativo. El fantasma sigue ahí.

Oblak es uno de los mejores jugadores en la historia del equipo. Hay que recordarlo, porque contra el submarino amarillo, el meta esloveno fue la expresión de la endeblez defensiva. Los colchoneros no aprovecharon el cansancio en las piernas del Villarreal, apeado de la Copa que no le interesaba a Unai Emery. Más interés tendrá el Atlético en la Supercopa de Arabia que se disputa esta semana, una opción factible de título más allá de la dura imposición blanca que existe en LaLiga.

Los errores del Barça

El que había agotado todas las formas de entonar el S.O.S era el Levante. No corría ante el oso para salvar su vida. Sudaba por dentro desde los primeros pases y acababa navegando en un mar de frustración arrollador. “Tendrán que maternos para bajarnos a Segunda”, llegó a declarar Quico Catalán, presidente de la entidad granota, tras el duro varapalo recibido frente al Villarreal. Sin embargo, fue tras tocar fondo cuando los de Alessio Lisci se levantaron para vencer al Mallorca, atormentado tras conceder el primer triunfo a un equipo que terminó la primera vuelta con ocho puntos.

Claro que Morales, ídolo del Levante, usó el infalible recurso de ‘Kiricocho’ para transformar el penalti que puso el 2-0. Esta es una expresión que se utiliza para ahuyentar el mal fario y que tiene su origen en Argentina. Kiricocho era un aficionado de Club Estudiantes de La Plata que en cada partido daba una palmadita a los jugadores rivales para desearles mala suerte. El mítico técnico Carlos Bilardo convirtió la anécdota en una tradición a la que se puede adscribir cualquier jugador, aunque sin abusar…

Quizá suene pronto en boca de Xavi Hernández. El Barça se había acostumbrado a sufrir tanto en los últimos partidos que parecía un maestro funambulista. La cuerda floja no siempre conduce a la victoria. Con diez por la expulsión de Gavi, que aprendió una lección que llevaba semanas solicitando. Es innegable su etiqueta como joven talento, pero también que en ocasiones su ímpetu adolescente le lleva a cometer demasiadas faltas.

Los azulgranas no supieron cerrar el encuentro y su preparador cargó sobre ellos toda la responsabilidad. “Dos errores puntuales” olvidando el gran acierto de Puertas para igualar el tanto del desplazado Luuk de Jong. “Le he pegado con el alma”, dijo el avanzado nazarí tras una transformación que fue una cucharada más para el tarro de las esencias de Robert Moreno, quien está consiguiendo que todo le funcione en los últimos tiempos.

Un Cádiz sin remos

Justo al revés que el Chacho Coudet y el Celta, incapaces de reponerse de la eliminación en Copa del Rey ante el Baleares. La rueda de prensa del argentino tras perder frente a la Real Sociedad se pareció a aquel “es lo que hay” de Koeman que sirve de diagnóstico a un bajón físico y psicológico. “No tenemos más”, explicó mirando al hueco que tiene en su fondo de armario, como la mayoría de equipos, afectados por el coronavirus.

El reloj celeste funciona cuando dan las 10 de Iago Aspas. Si se apagan las señales horarias en este punto, se da por terminada la jornada. No tiene ese nivel de dependencia el club donostiarra, pero sí tiene la misma importancia Mikel Oyarzabal, “el mejor jugador podemos tener”, según su instructor, Imanol Alguacil, quien anticipó que “va a haber muy pocos futbolistas como él en el futuro. Ojalá esté aquí mientras yo siga”.

Los que preferirían marcharse a otra dimensión son los futbolistas del Cádiz. “Todos tenemos culpa, desde el máximo mandatario al utillero”, expresaba amargamente Juan Cala tras una nueva derrota ante Osasuna. “Tenemos que remar, sin embargo, esto ya lo hemos dicho más veces”, reincidía, desvelando una secuencia que sintetiza la formulación del propio James: “No lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos”.