FÚTBOL SALA

Imanol Arregui o cómo sobrevivir 21 años seguidos en el mismo banquillo

“Soy un poco el puto Ferguson de esto”, bromea el fiel entrenador del Xota de fútbol sala, que rechazó ofertas de “más del doble” de lo que cobraba para seguir en el modesto club navarro

El entrenador del Osasuna Magna Xota, Imanol Arregui.

El entrenador del Osasuna Magna Xota, Imanol Arregui. / CD Xota

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

En la Liga de fútbol, el entrenador más longevo es el ‘Cholo’ Simeone, que acaba de comenzar su décima temporada completa en el Atlético. En la ACB de baloncesto, el récord actual lo ostenta Moncho Fernández, al frente del Obradoiro por 12ª campaña consecutiva. José Francisco Nolasco iguala la apuesta en el Balonmano Huesca, también con una docena de cursos a sus espaldas. Pero todos estos registros palidecen ante el que Imanol Arregui coloca sobre la mesa. La que empezó este mes es su 21ª temporada en el banquillo del Club Deportivo Xota, todos ellos en la máxima categoría nacional. “Soy un poco el puto Ferguson de esto”, bromea él, 50 años en diciembre, desde los 15 ininterrumpidamente en el club, antes incluso de que pudiera ser jugador, pues hasta que cumplió los 16 la reglamentación no le permitía vestirse de corto en los partidos.

Arregui es la viva definición de hombre de club, pasando de ser en los años 90 el portero con el que el Xota, todavía radicado en Irurtzun, consiguió su ascenso a Primera (entonces División de Honor) a ser el técnico que lo ha mantenido en esa categoría durante dos décadas completas, ya en Pamplona. “Tenía 30 años, la espalda y la rodilla muy castigadas y venía gente por detrás que estaba muy bien, así que decidí dejarlo. Llevábamos tres años en División de Honor con mucha inestabilidad y el club buscó un entrenador de renombre para asentarnos. Como ninguno quiso venir y yo ya me había sacado el título, me ofrecieron a mí el puesto. Era arriesgado para el club y para mí, que tenía que dirigir a los que habían sido mis compañeros hasta entonces. Pero salió bien, ese año jugamos la Copa y el ‘playoff’ por el título por primera vez. Y hasta hoy”.

Ofertas "muy gordas"

Ese “hasta hoy” incluye 16 ‘playoffs’ en 20 temporadas, una final de Liga en 2010 y otra de Copa en 2017, ambas perdidas contra ElPozo Murcia. Pero también una última temporada en la que el impacto del covid ha obligado al modesto club navarro a apretarse el cinturón, regresando a la pelea por eludir el descenso, como quizá también le ocurra este año, pese a su buen arranque de curso. Y Arregui se mantiene fiel, en la gloria y en los apuros, en un club de ambiente familiar, presidido por su hermano Tatono desde hace más de dos décadas. “Para mí esto es muy grande, el equipo de mi vida, de mi corazón. Esta es mi casa. He tenido oportunidades para salir varias veces, pero la mayoría de ellas ni me lo he planteado”, afirma, seducido en su momento por varios de los mejores y más poderosos clubes de la competición.

"Siempre he dicho que no a las ofertas de fuera y a veces piensas para ti ‘Imanol, qué tonto eres’, pero es lo que hay"

“No me gusta hablar mucho de este tema, pero he tenido bastantes ofertas, algunas muy gordas, más del doble de lo que estaba ganando. Siempre he dicho que no y a veces piensas para ti ‘Imanol, qué tonto eres’, pero es lo que hay”, ahonda. Algo que ni habría imaginado cuando en 2011 se puso al frente del equipo sin renunciar a su trabajo de corrector en una empresa de aluminios de Irurtzun. Como hacía mientras era jugador, compatibilizaba ambas tareas, “porque el fútbol sala era mi pasión, pero no sabía cómo me iba a salir lo de entrenar y en la fábrica tenía un trabajo fijo que me gustaba, y también porque así el club tenía que gastarse menos dinero en pagarme, les salía más barato”. Al final pidió una excedencia, luego otra e incluso una tercera. Pasados cinco años tuvo que elegir y se decantó por el fútbol sala.

Los malos momentos

Suele comentar Jagoba Arrasate, entrenador de su vecino Osasuna (que también, junto a la empresa Magna, da nombre al Xota en la actualidad), que lo que más teme es el día en que su mensaje deje de calar en los futbolistas como consecuencia del desgaste y el acomodamiento que provoca el paso del tiempo. Un miedo que comparten muchos entrenadores de élite y al que Arregui parece ajeno. Aunque no todo han sido alegrías. “Hace unos años tuvimos problemas en el vestuario, acabamos la primera vuelta penúltimos y tuvimos que tomar decisiones desagradables para salir adelante. La peor parte de ser entrenador es decirle a la cara a un jugador, porque siempre me gusta hacerlo así, que le vas a dar la baja, sobre todo a gente que se ha portado bien y que ya no da el rendimiento o que ya no encaja deportivamente. Pero hay que hacerlo de cara y en persona, no quiero que de aquí a diez años haya un jugador que se cambie de acera si me ve”, expone.

"Mi sentimiento de responsabilidad y autocrítica se multiplica en este club. No sé cuánto más estaré"

Y, contado todo esto, 21 años después, la pregunta final es clara: ¿Hasta cuándo? “Pues no lo sé, no tengo respuesta para eso. Estoy centrado en esta temporada, que también va a ser complicada, porque tenemos los medios que tenemos y para mí el sentimiento de responsabilidad y autocrítica se multiplica estando en este club. Son muchos años, nunca sabes cuándo te va a llegar la hora de irte y ahora mucho menos, porque hay mucha incertidumbre a raíz de la pandemia y sus consecuencias. Han sido dos años muy duros con esta mierda, sobre todo humanamente, pero también a nivel de empresas y patrocinios. En el futuro no descarto entrenar fuera de aquí, aunque si tuviera que volver a currar ahora no se me caerían los anillos, lo he hecho desde que era un crío”.