CICLISMO

Los eSports, una nueva ventana hacia el ciclismo profesional

El Alpecin-Fenix de Van der Poel decidió contratar el año pasado al ganador de un campeonato ‘online’, una apuesta exitosa que otros equipos no terminan de ver clara

El ciclista del Alpecin-Fenix Jay Vine calienta en el rodillo antes de una carrera.

El ciclista del Alpecin-Fenix Jay Vine calienta en el rodillo antes de una carrera. / Alpecin-Fenix

Sergio R. Viñas

Sergio R. Viñas

Hace poco más de un año, el equipo Alpecin-Fenix en el que corren ciclistas de la talla de Mathieu Van der Poel, Tim Merlier y Jasper Philipsen realizaba un anuncio sorprendente. Había alcanzado un acuerdo con la aplicación de ciclismo Zwift para que el ganador de su competición virtual Zwift Academy obtuviera un contrato profesional en 2021. Dicho con otras palabras, abría la ventana al profesionalismo a quien fuera más rápido y potente haciendo girar un rodillo conectado a internet. Parecía entonces una mera acción publicitaria destinada a potenciar una ‘app’ que ya patrocinaba con anterioridad a la escuadra belga y, claro está, en parte lo era. Pero ha resultado ser mucho más.

El ganador de esa competición de eSports el año pasado resultó ser Jay Vine, un australiano de 24 años que trabajaba como funcionario, que apenas se había desempeñado en el campo amateur y que había empezado su carrera en el ciclismo de montaña. Lo previsible era que el chico no pasara de ser, en el mejor de los casos, un gregario decente en carreras de poco nivel, pero sus resultados han evidenciado todo lo contrario, llegando a ser el líder del Alpecin en algunas pruebas. En sus 38 días sobre el asfalto esta temporada consiguió ser segundo en la general de la Vuelta a Turquía, quinto en la etapa reina de la Vuelta a Burgos y tercero en una etapa de la Vuelta a España… pese a sufrir una caída ese mismo día. El funcionario australiano es ahora un ciclista profesional residente, como tantos, en Girona.

Cuando firmamos el acuerdo, no esperábamos que el ganador fuera a dar tan buen rendimiento

El éxito de Vine pilló de imprevisto hasta a su propio equipo. “Cuando firmamos el acuerdo, no esperábamos que el ganador fuera un ciclista que fuera a dar ese rendimiento. Sabíamos que tendría un nivel decente, ya que, si no, no sería capaz de ganar, pero no tanto. Era difícil predecir que iba a rendir tan bien”, explica a este periódico el director general del Alpecin-Fenix, Philip Roodhooft. Ahora bien, el máximo responsable del equipo belga también aclara que para ellos no era en absoluto una operación publicitaria, sino “una nueva manera de descubrir talento a través de una herramienta que se popularizó mucho durante la pandemia”.

El confinamiento

Las ‘apps’ de ciclismo, en efecto, se pusieron de moda durante el confinamiento, aunque ya existían desde hace algunos años. En muchos países, incluido España, los corredores profesionales se vieron privados de salir a entrenar al aire libre durante varias semanas, por lo que recurrieron a este tipo de herramientas, que les daban la oportunidad de pedalear con la exigencia que ellos desearan y compartir fácilmente sus datos de rendimiento con entrenadores y aficionados. También dio la opción de que profesionales y amateurs compitieran juntos, aunque fuera de forma virtual.

“A raíz de ese auge durante la pandemia, decidimos involucrarnos en este proyecto para poder conocer más a fondo los eSports como una disciplina deportiva”, añade Roodhooft sobre una vía que incluso el equipo con más triunfos del pelotón, el Deceuninck-Quick Step, ha decidido explorar. A finales de agosto anunciaron la contratación como ‘stagiaire’ (una especie de corredor a prueba durante los últimos meses de la temporada) a Jason Osborne, un campeón olímpico de remo en Tokio cuya principal aptitud para el salto al ciclismo era su victoria en el campeonato de eSports organizado el año pasado por la Unión Ciclista Internacional. En su segundo día en el pelotón, este remero-ciclista alemán logró el noveno puesto en una contrarreloj.

A raíz de estos dos ejemplos, la duda es si los eSports se pueden convertir en un granero de ciclistas a corto plazo o si el éxito de Vine (y quizá Osborne) es una excepción. “No sé si marcaremos tendencia y más equipos apostarán por esta vía, pero que se haya abierto ya es destacable, porque hace cinco años era impensable que ocurriera”, remarca el mandamás del Alpecin-Fenix.

Los eSports no te indican si alguien va a ser técnicamente capaz de rendir en una carrera

“Nosotros no hemos manejado esa posibilidad”, afirma por su parte Markel Irizar, ojeador del equipo Trek-Segafredo, y lo justifica: “Mi opinión personal es que alguien que gana en eSports seguramente sea porque tiene mucho potencial físico, pero no te indica si luego va a ser técnicamente capaz de rendir con garantías en una carrera. Hay corredores que dan muy buenos números en pruebas de esfuerzo, que viene a ser lo mismo, que después no son capaces de trasladarlos a la carretera. Y yo, que me dedico al ‘scouting’, cada día doy más importancia a la técnica”.

Las limitaciones

Roodhooft, pese a su alianza con Zwift, tampoco esconde las carencias de este método de detección. “Hay factores que no son medibles en plataformas como Zwift, como son el dominio sobre la bicicleta y la habilidad para moverse en un pelotón. Tampoco hay viento ni aficionados, los ciclistas que hagan la transición tienen que lidiar con eso”. “Yo puedo ser muy bueno en el ergómetro, pero si me lanzo a La Concha no voy a tener ni idea, porque no sé cómo remar en el mar, cómo gestionar las olas, cómo meter la pala en el agua… Con las ‘apps’ de ciclismo pasa un poco lo mismo”, añade Irizar. Coincide también con esa lectura Juanjo Oroz, director deportivo del equipo español Kern Pharma: “Se mide sólo el potencial físico y no la técnica, que es imprescindible para una prueba en carretera. Para nosotros, aún está lejos de ser un parámetro que por sí solo nos diga que un ciclista puede ser profesional. Si se junta con otros datos, sí puede ser útil, como un indicador más, pero no el definitivo”.

Yo puedo ser muy bueno en el ergómetro, pero si me lanzo a La Concha no voy a tener ni idea

“Recuerdo que Iván Raña, que era un triatleta fantástico y tenía mucho ‘motor’, tuvo que pasar un periodo de adaptación al ciclismo de carretera. Lo necesita hasta quien viene de la bicicleta de montaña, que siendo también una disciplina muy técnica lo es de manera diferente”, advierte Irizar. Entre los casos de transiciones exitosas están el triple ganador de la Vuelta Primoz Roglic, que era saltador de esquí antes que ciclista, y Michael Woods, tercero en el Mundial de 2018 (el que ganó Alejandro Valverde), que se dedicaba al atletismo en pruebas de medio fondo. Este mismo año, el Bora-Hansgrohe ha incorporado a Anton Palzer, uno de los mejores esquiadores de montaña de las últimas temporadas, y el Burgos BH al triatleta Ander Okamika.

“Entendemos que es una herramienta útil en diversos aspectos que va a ir evolucionando, que está arrancando, y tampoco cerramos los ojos antes esta nueva tendencia, pero no le veo potencial de cantera”, profundiza el director del Kern Pharma, que al igual que el Trek Segafredo de momento ha decidido no apostar de manera decidida por la captación a través de los eSports. ¿Se están perdiendo al próximo campeón del mundo o del Tour de Francia? “Bueno, nada es imposible, pero me parece muy difícil que eso pueda suceder en un futuro cercano”, reconocen desde el Alpecin. Lo que no quita para que el próximo año vuelvan a contratar a un ciclista campeón de eSports, claro.