ENTREVISTA
Teo Lucadamo, el 'nepobaby' que rapea con conciencia de clase: "Ojalá Pedro Sánchez cierre las inmobiliarias"
Ser hijo de Aitana Sánchez-Gijón no debe restar mérito al autor de la popularísima 'Ritmo': tras dejar la interpretación, se ha convertido en una de los nombres más prometedores de la escena urbana patria

Teo Lucadamo, en el barrio madrileño de Arganzuela. / ALBA VIGARAY

Teo Lucadamo no deja sus gafas quietas. Parece un gesto sin importancia, hasta gracioso. Pero, ojo, dice mucho de él. Le gusta jugar. También con las palabras. Por ello, puede que algunas de las que lea a continuación no sean del todo verdaderas. Queda, por tanto, a elección del lector creerle o no. De humor va sobrado. “Soy un performer”, dice. Sin duda. En El dilema del rapero blanco, su primer álbum, aborda la vida con la pillería de un nepobaby revolucionario. Es hijo de Aitana Sánchez-Gijón y, por sorpresa, raro, sus canciones no resultan ni rancias ni clasistas. En Sabes lo que es, por ejemplo, se moja: “Yo hago la música que escucha el señor Presidente”. En Te vas a curar, en cambio, se sincera: “Me he cargado una amistad por un calentón”. Aviso: no le tomen en serio, tómenle muy en serio. Quizá, así, puedan quitarle hierro a esta vida tan correcta siempre.
“Soy un hombre blanco de familia acomodada, pero la gracia es mía. Mis letras están escritas con esta conciencia. Aunque parezca una contradicción, hago el esfuerzo por ser honesto. Es más fácil seguir una moda que enfrentarte a tus peculiaridades”, asegura Teo, que reventó TikTok con Ritmo, un tema dedicado a un metrónomo que sueña con ser cardiólogo. Para no sentirse un intruso en un género ligado a la lucha antirracista en Estados Unidos, se ha sumergido de lleno en él. Una investigación que ha forjado su criterio y sonido: “Antes pensaba que el arte era una cosa universal, que podíamos hacer lo que nos saliera de los huevos. Debemos expresarnos como queramos, pero con respeto. Es el mismo debate que hubo con Rosalía y la apropiación cultural. No pasa nada por hacerlo si eres consciente de ello. Yo lo encaro desde ahí”. Este sábado, se presenta en La Casa Encendida de Madrid.

'El dilema del rapero blanco' es el primer disco de Teo Lucadamo. / ALBA VIGARAY
P. ¿Le preocupa que le vean como un pijo jugueteando con el rap?
R. Sí. Me lo he planteado, ¿eh? Pero es lo que soy. Así que me lo repito a menudo para que nadie tenga el poder de hacerme daño.
P. ¿Cuánto ha tardado en saber quién es?
R. Antes de empezar el disco ya tenía la sensación de ser un intruso. De hecho, tenía un alter ego que me permitía desvariar y creerme el rapero más friki del mundo. Eso me hacía que me cuestionara constantemente. Ya no: por primera vez, soy yo. No hay personajes de por medio.
P. ¿Eso le asusta?
R. Que va, tío. Llevo poniendo la cara un tiempo y no tengo problema. Ahora bien, soy una persona insegura y me preocupa el qué dirán. Aunque en algunas respuestas parezca lo contrario, me da miedo que me critiquen.
He aprendido a canalizar lo que pasa. Cuando estoy puteado, escribo. Lo necesito, no me puedo callar. Es una pulsión
P. ¿Tiene sentido que un alma libre como usted esté en una multinacional?
R. No lo sé. Siento que no hay escapatoria, pero eso no quiere decir que sea la única forma de sacar a flote tu carrera. Hay otras vías para hacerlo. Ir con una discográfica es fantástico si tienes claro tu proyecto y sabes hacia dónde vas. De lo contrario, o tras mucho hecho de casa o te comerá.
P. Dejó la interpretación por la música, ¿qué encontró en ella?
R. Libertad. Ser actor implica estar al servicio de una producción, dependes de que te llamen de un casting. Sin embargo, como artista, podía exportar una canción pulsando dos botones. Como persona proactiva que soy, eso me daba gran satisfacción. He aprendido a canalizar lo que pasa. Cuando estoy puteado, escribo. Lo necesito, no me puedo callar. Es una pulsión.
P. ¿Qué es lo que menos le gusta de su profesión?
R. Las redes sociales. Me toca la polla el ritmo que nos han impuesto para estar en boga. Me desesperan y me frustran. Tengo paranoia de ver mi cara en tantos vídeos.

Teo Lucadamo, en Madrid. / ALBA VIGARAY
P. De haber sido actor, ¿le hubieran dado caña por ser el hijo de Aitana Sánchez-Gijón?
R. Seguro y con la música aún más. Me he encontrado envidias y desprecios. Yo los tendría, qué coño. Lo comprendo. Todos conocen el trabajo de mi madre. Por ello, precisamente, he tenido que buscar mi hueco.
P. ¿Ha sentido la presión por parecerse a ella?
R. La admiro de siempre. Atraía miradas. Y, como amante de la atención, quería lo que ella tenía. Intento quitarme ese pensamiento. Me ha hecho sufrir un montón. Quiero estar en todos lados y, a veces, las paso putas porque no lo consigo. No sé estar tranquilo. Ni siquiera conmigo mismo.
P. ¿Es tan político como su madre?
R. Sí. Que se moje tanto me emociona. Tener su exposición conlleva una responsabilidad. En especial, si piensas como ella. Si tienes otros puntos de vista políticos y económicos, gózate la fama. Pero, si te importan otras cosas, tienes que decirlas. Quiero seguir su ejemplo.
Tengo miedo a la guerra, a una recesión económica, a la idiotización, al auge de la ultraderecha, a los tecnoimperialismos…
P. ¿Qué le preocupa?
R. Tengo miedo a la guerra, a una recesión económica, a la idiotización, al auge de la ultraderecha, a los tecnoimperialismos… Qué época nos ha tocado vivir. Y siento que llegarán décadas en las que se liará parda y en las que los artistas alzaremos la voz.
P. También hay demasiada corrección política.
R. Sí, pero olvídate. El bienquedismo de HBO financiando una serie sobre las personas LGTBIQ+ ya pasó. Nos han ganado la batalla y me siento desesperanzado. Tendrá que pasar algo gordo para que la gente se movilice. Ya ni los pobres son de izquierda, ¿qué pasa? Me entristece.
P. Si fuera ministro de Cultura, ¿qué primera medida tomaría?
R. Ilegalizaría las casas de apuestas para poner bibliotecas. No sé si esto lo puede hacer un ministro de Cultura… Pedro Sánchez seguro. Ojalá las cierre y nos haga un favor a todos. Las inmobiliarias también, a chuparla. Es una puta locura.