ESTRENA DOCUMENTAL
Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes: "El cine, hoy en día, es ir al cine, a la sala. Y eso es un invento de los Lumière"
Con su segundo documental compuesto por más de un centenar de películas de los Lumière, el director del festival pretende demostrar que los hermanos fueron verdaderos cineastas y la vigencia del cine como experiencia colectiva

Una escena de 'Lumière, la aventura continúa', documental de Thierry Fremáux que se acaba de estrenar en cines. / Cedida

Ver cómo era el mundo en 1895, el mundo en movimiento, es un viaje alucinante. Asomarse a él con imágenes reales, y no como el cine nos lo ha presentado después, con películas rodadas décadas más tarde y el atrezzo de época generando una falsa impresión de realidad, tiene algo de excursión antropológica al pasado. En Lumière, la aventura continúa, el documental de Thierry Frémaux compuesto de películas rodadas por los hermanos que inventaron el cine y empleados de su compañía, vemos por ejemplo la Puerta del Sol de Madrid con sus tranvías tirados por caballos, una corrida de toros que no se diferencia tanto de las actuales, o a unos soldados haciendo ejercicios en un cuartel. Tres ventanas a la España de nuestros tatarabuelos.
En su hora y tres cuartos de metraje hay reunidas más de un centenar de películas de 50 segundos de duración que retratan la vida de entonces. La mayoría fueron rodadas en Francia, desde simples planos fijos de lo que ocurría en sus calles a escenas de comedia, de acción o de lo que hoy llamaríamos thriller. Luego están los viajes, a los que los Lumière mandaban a sus enviados especiales: Japón todavía en el periodo Meiji, un grupo de niños tirándose al agua en un pantalán de Cuba o Venezuela, las bulliciosas calles de Nueva York o de Boston que aquellos aventureros, con la cámara a cuestas, captaron poco antes de que los detectives de la agencia Pinkerton les expulsasen de Estados Unidos en base a las leyes proteccionistas a las que apeló su rival americano, Thomas Edison.

Un fotograma de 'Lumière, la aventura continúa'. / Cedida
Thierry Frémaux lleva décadas trabajando en el Institut Lumière, la institución lionesa que vela por mantener el legado de aquella empresa familiar. Hoy en día es su director, pero se le conoce más por ser el delegado general del Festival de Cannes. A pesar de lo que implica comandar el primer certamen de cine del mundo, Frémaux ha encontrado tiempo en los últimos años para hacer dos documentales sobre la obra de los hermanos Lumière. El primero, ¡Lumière! Comienza la aventura, se estrenó en 2017 y se puede ver en Filmin, y este segundo acaba de llegar a las salas españolas.
El lugar común ha sido casi siempre el mismo: los hermanos Lumière fueron unos pioneros. Los inventores de un aparato, de un medio, de un espectáculo. Pero ha costado mucho que se les considerase algo más que eso: cineastas de pleno derecho. Frémaux lleva empeñado en esa labor por lo menos desde que en 1995 se celebró el primer centenario del cine. "Para mí, lo importante siempre ha sido explicar que Lumière era un artista", dice contundente durante una visita a Madrid. Cuando habla en singular se refiere a Louis, el hermano con más hechuras de director.
Hoy, sin embargo, su reivindicación va un poco más allá. Estamos en 2025, las plataformas dominan el audiovisual y hay otro bastión que defender: la supervivencia de la sala de cine. Así que, además de afirmar que "Lumière inventó muchas veces el cine: inventó la técnica, la pantalla, el arte...", Frémaux insiste ahora en que "Lumière se inventó la sala de cine". Hace no mucho, durante el Covid, muchos predijeron la muerte del séptimo arte. "Hoy, después del virus, después del triunfo de las plataformas, el cine sigue siendo algo único. Y lo va a ser todavía más en el futuro", defiende convencido. Y deja claro a qué llama él "cine". "El cine, hoy en día, es ir al cine, a la sala. Y eso es un invento de Lumière. Hay un montón de imágenes en internet que están basadas en el lenguaje del cine, pero una película de cine es una manera de compartir, de ver en la gran pantalla. Como la Gioconda". La experiencia colectiva como esencia de las películas.

Thierry Fremaux. / Institut Lumière
Películas de películas
Thierry Frémaux hace un repaso histórico que se sabe de memoria, porque antes de ser el rostro de Cannes ya llevaba casi una vida entregado al estudio de la obra de los Lumière. Cuenta que el trabajo en el cine de los hermanos se extiende diez años, desde el 28 de diciembre de 1895, cuando se proyectaron en público por primera vez imágenes en movimiento en París, hasta 1905: esa fue la década en la que existieron las salas Lumière que proyectaban películas Lumière. Se conservan 2.000 de esas películas, de las que 500 se han restaurado. Entre la primera y la segunda película que ha hecho, él ya ha utilizado unas 300.

Un fotograma de 'Lumière, la aventura continúa'. / Cedida
En las dos cintas, Frémaux actúa como narrador, situando cada una de ellas en el lugar y en el tiempo, explicando lo que aportaron a la técnica o la narración cinematográfica, haciendo algún chascarrillo. Hace años lo hacía en directo: proyectaba en un cine aquellas viejas películas de 50 segundos y las iba comentando con un micro. Cuando se propuso hacer el primer largo documental, fue Bertrand Tavernier, también vinculado con el Instituto, quien le dijo que el narrador tenía que ser él mismo, su voz.
"El proyecto era hacer una película Lumière con películas Lumière, con música y con una duración de 1:40h para que la gente de hoy pudiera ir al cine a ver una película de quien, según dice la cronología, fue el primer director de la historia". La primera funcionó muy bien, y con la segunda no quería hacer exactamente lo mismo. "Como ahora se cumplen 130 años de cine, quería hacer más pedagogía y utilizar películas desconocidas, porque la primera incluía sobre todo las que más se han podido ver: la llegada del tren a la Ciotat, etc". Aquí esa escena vuelve a aparecer, pero presentada de otra manera y entre un montón de llegadas de trenes que cuentan más cosas. "En esta nueva película hay más filosofía sobre lo que es el cine", sostiene.
Una cosa que llama la atención en las películas que ha hecho Frémaux, y en esta en particular, es la espectacular calidad de las imágenes. No solamente por los encuadres o planos -"las cámaras siempre estaban en el lugar correcto", dirá su voz durante la película- sino la propia luz, la textura, la belleza compositiva de las imágenes. El espectador se pregunta si esa perfección se ha podido conseguir con la restauración o si ya estaba ahí, en los originales. El director defiende que es marca de la casa. "Lumière era un profesional de la fotografía. De hecho, en 1907 los hermanos inventaron la fotografía en color. ¡El tipo que inventó el cine también inventó la foto en color! Técnicamente sabían perfectamente lo que hacían. A eso se añade que nosotros, desde hace 30 años, tratamos de reunir el material más bonito del que disponemos. Lo tratamos con digital y después lo volvemos a pasar a 35mm". El resultado es puro deleite, un viaje hipnótico por imágenes de gran belleza que retratan un mundo que ya fue.

Auguste (izquierda) y Louis Lumière. / Cedida
Aunque está la voz de Frémaux contando cosas, y también la música de Gabriel Fauré durante todo el metraje (esta vez es él el compositor contemporáneo de los Lumière elegido, en la anterior fue Camille Saint-Saens), lo que el espectador va a ver en pantalla es cine mudo. Algo que hoy es imposible de encontrar en salas comerciales, casi lo mismo que en plataformas y en televisión. Los niños de los 80 veían películas de Chaplin de los años 20 en horario infantil. De eso ya no queda ni rastro. ¿Hay un problema con la historia del cine, ha quedado cierto cine reducido a una élite cinéfila? "En el cine hay una obsesión de la modernidad. No hay ninguna película más vieja que una obra de Mozart o de Shakespeare. ¿Por qué estamos siempre hablando de películas antiguas? Después una semana una película es vieja, porque salen más y más películas... Pero igual que puedes ir a una librería y comprar la última novela de Salman Rushdie o un clásico de Hemingway, tenemos que hacer lo mismo con las películas. El problema es que el cine necesita dinero. Hay que educar a la juventud para que vaya al cine. Por eso es tan importante lo que ha hecho gente como Almodóvar, Tavernier, Scorsese o Tarantino defendiendo el valor de la historia del cine. Es una manera de dar ejemplo y decir a la juventud: 'venid, venid'".
Cannes y Hollywood
El encuentro con Thierry Frémaux se produce al día siguiente de los Oscars. La película que se ha impuesto, Anora, fue también la que ganó en Cannes, su festival. Solo tres películas en la historia han ganado la Palma de Oro y el Oscar a la Mejor Película: Marty en 1955, Parásitos en 2019 y ahora esta. ¿Se están aproximando los gustos de los premios de la Academia y de Cannes, ahora que los primeros votan proyectos un poco más autorales o no estadounidenses, y que el festival, instigado por Frémaux precisamente, se ha abierto a propuestas más comerciales? "Yo creo que los Oscars, este año y el pasado, hay que analizarlos en base a la salud del cine norteamericano. Cuando hay una película como Barbie u Oppenheimer, gana el cine nortemamericano. Este año con la huelga... bueno, también ha ganado una película norteamericana, pero de seis millones de dólares", razona, trazando esa relación entre los productos más industriales y el cine independiente. ¿Es justo lo que le ha pasado a Emilia Pérez, partir con 13 nominaciones y llevarse solo dos estatuillas? "No lo sé", responde entre dubitativo y cansado de que le pregunten por lo de siempre.
En relación con la industria que representa Hollywood y con su discurso sobre la prevalencia del cine (Frémaux recuerda que ya predijeron su final en los años 80 y 90 cineastas como Wim Wenders o Jean-Luc Godard, y aquí estamos todavía), regresa a la conversación el tema de las plataformas. "Hace 4 o 5 años las plataformas eran consideradas las enemigas del cine. Yo no lo he visto así nunca. Es verdad que en Cannes tenemos la regla de que cada película en competición debe pasar por las salas de cine. Pero a las plataformas las necesitamos. Necesitamos su dinero, y necesitamos también la pasión por el cine de las plataformas. ¿Qué hay en Amazon, Netflix, Disney, Paramount, HBO, etc? Hay películas. Además, es una forma de hacer la transmisión a la nueva generación. Mi educación como cinéfilo también se hizo con la televisión", reconoce. Eso sí, tiene muy claro que no hay mejor encarnación del cine que la sala, como ya se ha dicho, y su festival: "Cannes es el representante de lo que es el cine: una obra, un público, una pantalla".
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