MÚSICA

Jorge Martínez (Ilegales): "La violencia es la solución. Aquella vieja expresión 'si quieres la paz, prepara la guerra' hoy es más evidente que nunca"

Los componente de Ilegales, con Jorge Martínez en el centro delante.

Los componente de Ilegales, con Jorge Martínez en el centro delante. / Cedida

Madrid

Llega Jorge Martínez (Avilés, 1955) con el frío, trayendo el norte. Su voz (su risotada) se escucha a lo lejos y su afeitado cráneo es reconocido por dos jóvenes músicos que no dejan pasar la oportunidad de hacerse una foto con él. Y Jorge atiende de buena gana, saludando con los dedos índices a modo de cuernos de demonio. Va la cosa de supercherías y misticismos, de un nuevo disco de Ilegales, Joven y arrogante (La Casa del Misterio/Warner, 2025), cuya posición en la discografía del grupo es el número 13. “Es un mal número para los supersticiosos y espiritistas, pero en fin... es solo un número”, cuenta Jorge, más pendiente de los nudos que le atenazan la espalda que de la mala suerte o la muerte, que si le mira de frente él se pone de “lao”.

P. Como dice en el tema 'Joven y arrogante', ¿mejor que ser un cobarde es morir por atrevido?

R. Por supuesto, hay que asumir riesgos siempre. Si no, estaríamos todavía en las cavernas y nadie se hubiese atrevido a ir en busca del fuego y ni se hubiese inventado la rueda. Hay que atreverse.

P. Usted ha estado a punto de morir varias veces, no sé si por atrevimiento.

R. Sí, pero estoy vivo también gracias al atrevimiento. Gracias a nadar en dirección casi contraria, he conseguido salir de un mar que intentaba ahogarme.

P. ¿Por quién se atrevería a morir?

R. Yo creo que por muchas personas. En ese momento de paroxismo me la juego sin pensarlo mucho, porque estas cosas no se piensan. Es una respuesta más animal que intelectual.

P. Entonces, ¿la supervivencia nos hace arrogantes?

R. La supervivencia no te hace arrogante. Ni siquiera más precavido ni más fuerte. Cuando has sobrevivido a una intentas no meterte otra vez en la misma, pero inevitablemente vuelves a meterte, aunque no quieras, porque en la vida se produce una repetición de la que no podemos sustraernos. Los humanos somos así.

P. Pienso en 'Ángel exterminador' y en el joven que va a la guerra. ¿Es un arrogante?

R. Yo creo que la arrogancia va con el poder ofertar algo realmente bueno. Lo hacen los rockeros, que debería ser obligado. Tienes que estar muy seguro de que ofreces algo muy bueno, sobre todo con ese sonido sobreamplificado que te hace sentir las cosas incluso mejor de lo que son. Pero arrogantes son hasta los camellos que venden drogas. Y van convencidos de que la suya es realmente buena. Los grandes narcotraficantes seguro que están convencidos de la calidad del producto que venden. Es una arrogancia que he visto en muchos vendedores de lo que sea.

Jorge MArtínez, cantante de Ilegales, en una imagen promocional.

Jorge Martínez, cantante de Ilegales, en una imagen promocional. / Cedida

P. ¿Por qué entonces va el joven de la canción a la guerra? ¿Solo por ser un héroe?

R. La vistosidad de los uniformes, la publicidad inherente a todo conflicto bélico o prebélico, esa visión heroica de las cosas inculcada por quienes necesitan de esos tipos con vocación de héroes. Y bueno, claro que hay una arrogancia en todo eso. Para eso se fabrican los uniformes. Sobre todo en el siglo XVIII, los uniformes eran lo máximo, más en la oficialidad. Los colores eran brillantes, eran sobredimensionados, con todo esto del heroísmo; el desfile era casi más importante que la batalla en sí. Si ves la coloración de uniformes –soy un experto en eso un poco, porque colecciono soldaditos de plomo, y tangencialmente me he visto metido en eso– eran mucho más dados a lucirse que estos de los abanicos y que todos los modistos más arriesgados y más innovadores. Luego sí se copiaban unos a otros los uniformes.

P. ¿Qué uniforme lleva en la portada de este disco?

R. Era un traje de mi padre. Yo tenía 14 años y no sé cómo coño acabé poniéndomelo. Ya había pasado por un colegio militarizado y me habían expulsado de muchos sitios después de aquello. Acabó dándome clase un teniente de artillería por conflictivo. Pero era mi época de mozo recalcitrante. En esos años, a la gente que hacía música moderna se les llamaba ye-yés, cosa que nos parecía un insulto y una ignominia. Y eso agrupaba rockers, gente que ya estaba en una onda más psicodélica, mods... Luego eso explosionó ya en los años 80 con las tribus urbanas y se añadieron los punks, heavies, modernos... Y el resto de la gran mayoría de la humanidad oía canción española y tonadilleras de estas.

Portada del último disco de Ilegales, 'Joven y arrogante'.

Portada del último disco de Ilegales, 'Joven y arrogante'. / Cedida

P. No es la primera vez que lleva un uniforme. En '(A la luz o a la sombra) Todo está permitido' lucía una gorra de plato.

R. Pero eso era más para provocar a los hippies y hacerles cuestionar un montón de cosas. Muchas veces he hablado de Heil Hitler!, una canción hecha para provocar a los hippies. Y también advertía frente a la ceguera, porque se creía inexistente una derecha que ahora parece que ha cobrado una visibilidad, pero que siempre ha estado ahí. Antes era Fuerza Nueva o los Guerrilleros de Cristo Rey, que estaban en la facultad cuando yo estudiaba en los 70. Y los conflictos con final y principio violento eran muy frecuentes. Está muy bien que se evidencien esas cosas, que se sepa quién es cada uno. Todos estos y muchos más de centro que se acabaron agrupando cuando se disuelve la UCD. También existía esa extrema derecha que ahora está convenciendo a parte del proletariado, que votan contra sus propios intereses, no tan sorprendentemente, porque ya lo habían hecho con los competidores del Partido Comunista en Italia, que eran los camisas negras de Mussolini o el partido nazi con Hitler a la cabeza. Es el mismo juego. A partir de un discurso declaran intenciones infantilizadoras del ciudadano, pues consiguen una base proletaria fuerte y sumida en un desconocimiento absoluto de cuáles son sus verdaderos intereses.

P. ¿Cuál es el interés del protagonista de 'Orfanato minero'?

R. Los intereses son casi vegetales. Es la simple supervivencia, un ciclo vital muy animal. Es la rueda de la vida, incansable, inasequible a todo cambio. Es la generación constante.

P. El tipo busca un trabajo en el que morir...

R. Es supervivencia y son los únicos trabajos disponibles, a veces. Trabajos donde te juegas la vida. La minería era un trabajo donde jugarse la vida. Es una historia que me contaron de viva voz en primera persona, en un bar nocturno con un pretendido festejo improvisado que no era tal, sino ese agonizar de la noche en la que se oyen tantas historias. Y que suelen ser productivas o no. Igual son muy destructivas.

P. ¿Sigue el norte estando lleno de frío?

R. Sí, hoy sí, y Madrid también. Está ese frío pre-conflictivo que se ha estabilizado. Vamos a ver lo que pasa con el norte y con la zona industrial ahora que Europa ha despertado y sabe que necesita un ejército y usar su potencial industrial al máximo y a la mayor velocidad posible. Creo que es una temeridad por parte de los Estados Unidos empujar a un resurgimiento militar-industrial a Europa. ¿Se han olvidado de lo que pasaba cuando enfrentaban los M4 Sherman a los Panzer alemanes? Es una temeridad, despertaron un monstruo. Y esta vez no es una Alemania aislada, porque están Inglaterra, Francia y varios países con un potencial industrial muy fuerte. También España, que aunque tiene un potencial un poco más pequeño, está incluida y habla en voz alta. ¿Qué pasará de aquí a seis u ocho años? Qué estupidez tan grande. Es un error táctico tremendo.

P. ¿La violencia es la solución?

R. La violencia es la solución. Aquella vieja expresión “si quieres la paz, prepara la guerra” hoy es más evidente que nunca. Ese buenismo es parte de un discurso vacío. Estados Unidos estaba protegiendo su posición hasta ahora, que la está cediendo. No se la está cediendo a Rusia, sino que está obligando a Europa a arrebatársela.

P. “Toma un arma, eso te salvará”, cantaba usted en 'Tiempos nuevos, tiempos salvajes'.

R. Sí, esto te salvará. Y lo que no entiendo es la posición de una derecha patriótica que quiere entregarse al enemigo. ¿Eso es ser patriótico? ¿Eso es glorioso? ¿Entregarse al enemigo? ¿Al ruso y al yanqui? Me parece la máxima cobardía, la máxima traición. Los regímenes serían fusilados inmediatamente por traidores. Pues bueno, puede que ocurra.

P. Dice usted en 'Joven y arrogante' que este tiempo y experiencia muy de poco le ha servido. ¿Aplicaremos aquí el lema punk “no future”?

R. No, el futuro está ahí siempre, es la dificultad constante que nos hace más fuertes por oposición, por la necesidad de oponernos a ella. Confieso mi falta de capacidad para no volver a cometer los mismos errores, que corría tras desgracias sin parar en reflexiones ni en consejos de la gente. Bueno, sigo haciéndolo a día de hoy. Y probablemente una buena parte de la humanidad también podría, sobre todo la parte más joven de la humanidad, que están en su derecho.

P. No obstante, ¿cree que habrá héroes?

R. Por supuesto que sí se necesitan héroes. Ahí está, por ejemplo, el Barón Rojo (Manfred Albrecht von Richthofen) en la Primera Guerra Mundial. Se necesitan héroes constantemente para seguir moviendo una industria que es imparable y para seguir nutriendo la propia naturaleza humana, porque los conflictos están servidos. No podemos sustraernos a nuestra naturaleza conflictiva y luchadora y guerrera. El mono está aquí y se va a quedar.