EXPOSICIONES

Los textiles de Teresa Lanceta que cuentan historias de amor, abandono y muerte en la España medieval

La ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas 2023 expone sus obras en 'La cólcedra al filo del alba', una muestra en la galería 1 Mira Madrid que recuerda a las mujeres alrededor del rey Pedro I y habla de la figura de la plañidera

Una de las salas de la exposición 'La cólcedra al filo del alba'.

Una de las salas de la exposición 'La cólcedra al filo del alba'. / GALERÍA 1MIRA MADRID

Madrid

Leonor de Guzmán sentiría miedo los instantes previos a su decapitación. Blanca de Borbón no sabía que la iban a envenenar, pero se aburriría en el convento donde su marido la encerró dos días después de su boda. María de Padilla pensaría si ella sería la próxima a la que mataría, como hizo con las dos anteriores. Al final, sobrevivió. Alejandra Pizarnik y Anne Sexton se suicidaron. Sandra Santana sigue escribiendo. Y Teresa Lanceta las enreda a todas en textiles, bordados y algún dibujo.

La catalana expone sus obras en la galería 1 Mira Madrid, en Lavapiés, hasta el 15 de marzo. La mayoría son telares de gran formato que unen, según explica la ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas en 2023 a este diario, una serie de cuestiones que aparentemente no tienen relación: la colcha con la que enterraron a Alfonso VIII, las tres mujeres alrededor de Pedro I y la figura de la plañidera.

Lanceta lleva tejiendo desde los sesenta y es una de las impulsoras del arte textil en España. La cólcedra al filo del alba es la segunda parte de un proyecto que inició en el Patio Herreriano de Valladolid a principios de 2024. Allí intervino en una capilla gótica restaurada y abordó el tema de los textiles funerarios. En aquella muestra, investigó sobre los tejidos de los siglos XII y XIII, encontrando que lo poco que se ha conservado de la época suele estar vinculado a la muerte: sudarios, vestimentas de reyes y pendones de guerra. La pieza clave era una recreación de la cólcedra, un colchoncillo de lana o plumas, con la que enterraron al rey Alfonso VIII, que también está presente en la muestra de Madrid.

"Los textiles que han llegado hasta nosotros son los de los enterramientos de gente muy importante, de reyes sobre todo. En Burgos, por ejemplo, se conservan tejidos de las llamadas 'ricas'", explica Lanceta. A partir de esa idea, amplió la investigación y en Madrid ha decidido centrar la exposición en las historias de Blanca, Leonor y María, vinculándolas con lo poético y con la actualidad.

La artista Teresa Lanceta.

La artista Teresa Lanceta. / CEDIDA

Bordados y versos

Estas mujeres, aunque parezcan opuestas, compartieron un destino marcado por las estructuras patriarcales de su tiempo que las relegaron a papeles secundarios en los relatos oficiales. Primero fue Blanca de Borbón, obligada a casarse con Pedro I, quien la abandonó dos días después de la boda. Acabó encerrada en un monasterio donde pasaba sus días bordando junto a las monjas. Lo que no sabía era que su marido tenía pensado envenenarla. "A ella la enlazo con Sandra Santana en el verso 'dejad que vuestro corazón devore', como si fuera una especie de maldición que le lanza a su marido, quien siempre estuvo acompañado por sus amantes mientras mataba progresivamente a su mujer".

Entre medias, tuvo lugar el asesinato de Leonor de Guzmán, amante del rey Alfonso XI. Cuando Pedro I subió al trono, una de sus primeras medidas fue matarla. Lanceta recuerda que el rey justificó el crimen acusándola de adulterio. "No tiene sentido, porque él mismo estaba siendo adúltero en ese momento", apunta. "Se cree que la decapitaron. He bordado unos versos de Alejandra Pizarnik que dicen '¿Qué haré con el miedo? ¿Qué haré con el miedo?'. Son fabulosos. Se los he puesto a Leonor porque me imagino que debía pensar esto cuando la iban a matar, no podría resistir el miedo de saber que iban a cortarle la cabeza".

Los versos de Sandra Santana bordados por Lanceta.

Los versos de Sandra Santana bordados por Lanceta. / GALERÍA 1MIRA MADRID

María de Padilla siempre estuvo ahí, viendo cómo Pedro El Cruel orquestaba las muertes de otras mujeres. A pesar de ser quien le acompañó durante toda su vida, nunca se casó con ella, solo la legitimó después de muerta –fue la única a la que no mató–. "A María de Padilla la relaciono con Anne Sexton y su Interrogatorio del hombre de muchos corazones: 'La até con un nudo a la cama'". En este poema, Sexton recrea una conversación de un mujeriego con una de sus amantes, en la que ella pregunta por la mujer con la que está casado y por todas las demás a las que abandona cuando se hace de día. Cualquier parecido con la realidad de María de Padilla es pura poesía.

Además de los textos bordados, la exposición incluye una instalación dedicada a la comunidad judía de la época. Lanceta hace una comparación entre los materiales textiles que podían usar los reyes y los que estaban permitidos para el resto de la población: "Los reyes podían usar el rojo kermés, que estaba prohibido para el resto. Para ilustrarlo, he teñido 70 kilos de lana con tintes naturales para representar lo que usaba la gente común y los he comparado con dos gramos y medio de seda teñida con kermés. Esa es una instalación dedicada a los judíos".

Lanceta, la plañidera del siglo XXI

La figura de la plañidera también aparece en la exposición. Lanceta se inspiró en tablas medievales conservadas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde se representan tanto plañideras como plañideros. "En aquella época, los grandes señores no podían mostrar su dolor en público, así que contrataban a gente para llorar en su lugar", explica. Esas imágenes han servido a la artista para reforzar su idea de que el lamento es un lenguaje que ha acompañado a las mujeres a lo largo de la historia.

Así, con sus tejidos, la artista actúa como una plañidera del siglo XXI. Asegura que su intención es mostrar lo que ellas no pudieron expresar en vida: "Yo pretendía hablar de la historia, expresar lo que a ellas no se les permitía, pero me di cuenta de que todo esto nos sigue pasando a las mujeres. No importa en qué siglo estemos, nos pasan las mismas cosas". Cuenta –y llora– las historias de Blanca, Leonor y María con una discreta ternura que recuerda que el trabajo de la artista no podría ser sin la existencia de ellas. Ni sin la de otras tejedoras –la mayoría siguen siendo mujeres– con las que se ha cruzado a lo largo de su trayectoria.