ESTRENOS

Crítica de 'Tardes de soledad', de Albert Serra: en la intimidad del matador, fuera de toda polémica

El torero Andrés Roca Rey, en 'Tardes de soledad', documental de Albert Serra.

El torero Andrés Roca Rey, en 'Tardes de soledad', documental de Albert Serra. / Cedida

Quim Casas

Quim Casas

'Tardes de soledad'

Director: Albert Serra

Documental

Año: 2024

Estreno: 7/3/25

★★★★

Aceptemos de entrada que Tardes de soledad es un documental, o una no ficción. La cámara de Albert Serra y Artur Tort, el director de fotografía de sus últimos trabajos, captura momentos en el ruedo taurino, en los camerinos y habitaciones, en el coche cuando el matador y su cuadrilla se dirigen a la plaza o vuelven de ella tras la faena. Pero no hay documental que no tenga escenas estudiadas, preparadas, como no hay ficción que no tenga momentos de realidad documental.

El cine del director de Pacifiction siempre se ha movido entre los dos extremos de una manera más radicalizada, a la vez muy libre, que la practicada por otros cineastas de la no ficción contemporánea. Serra, como Joaquim Jordà, José Luis Guerin e Isaki Lacuesta, o la Carla Simón de Alcarràs, todos ellos y ellas catalanes o que trabajan o han trabajado en Catalunya, han dinamitado las convenciones con un estilo multiforme que, por razones diversas, solo se practica en el cine catalán de entre todas las cinematografías del Estado.

En este sentido, Tardes de soledad explora un nuevo camino, una nueva identidad, en relación con obras anteriores de Serra como Honor de cavalleria, El cant dels ocells, El Senyor ha fet en mi meravellas e Història de la meva mort. Después de un periodo de trabajo con actores profesionales –el Jean-Pierre Léaud de La mort de Louis XIV, el Helmut Berger de Liberté, el Benoït Magimel de Pacifiction–, Serra vuelve al ruedo, y nunca mejor dicho, que supone la captura del gesto, el movimiento y la palabra de aquellos que se ponen por primera vez ante una cámara y no deberían tener conciencia de lo que supone ser filmados. Que no están contaminados por tic actoral alguno.

Aquí es el torero Andrés Roca Rey quien se prestó al juego propuesto por Serra: yo te sigo con la cámara, tú te muestras como eres en la intimidad y en la plaza, frente al toro en ese duelo igual o desigual. La forma cinematográfica es muy adecuada para filmar esa lucha atávica que encierra, a la vez, tantas contradicciones. Pero eso –la repulsa, el animalismo, la fiesta taurina cancelada– no le interesa al director. Prefiere el gesto íntimo, el detalle que solo trasciende ante el objetivo de la cámara.

Aunque hay planos en los que más de un espectador cerrará los ojos, Tardes de soledad rehúye toda polémica. Serra lo es, controvertido, provocador, pero no necesariamente lo son sus películas, y esta menos. Del filme se percibe que le interesan o fascinan ciertos códigos y ritos, pero se limita a darles una estructura audiovisual concreta, con un trabajo de sonido realmente apabullante y unas técnicas de filmación hasta ahora nunca vistas en una plaza de toros. La dilatación del tiempo en el ruedo es otro de los alicientes de un filme que será percibido por algunos como una exaltación de la fiesta taurina, y por otros como una película anticorridas de toros. Ese punto medio está muy bien, esa gama de grises en la que Serra se siente tan cómodo y seguro de sí mismo.